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domingo, 2 de noviembre de 2014

La judería y Aljama de Bonilla de la Sierra

Ubicada en pleno corazón del Valle de Corneja, entre las serranías que se reparten al sur de la provincia de Ávila, fue ya lugar de asentamiento para distintos pueblos, como vetones, lusitanos y turdetanos, tal como ha quedado demostrado con la existencia de varios yacimientos arqueológicos, como el de Navalterrero, datados entre el 5.000 y el 1.000 antes de la era común, es decir, entre finales del Neolítico hasta la edad del Bronce.

Vista del Valle de Corneja desde Bonilla de la Sierra
No parece que existiera un núcleo poblado hasta la conquista romana, que nacería a la sombra del paso de la calzada romana que partiendo del Puerto de Villatoro atravesaba el valle en dirección a Béjar, y de la que aún hoy pueden contemplarse vestigios. El nombre de la actual localidad, Bonilla, según estudios, es posible que proceda de la derivación del nombre del asentamiento romano de “Bonna Villa”.

De la época del reino visigodo y de la dominación musulmana, al igual que otros pueblos de la zona del Valle del Tiétar y de la Sierra de Gredos, no se tienen muchas noticias, aunque presumiblemente la zona estuvo habitada debido a la riqueza forestal y ganadera. No fue hasta el siglo XI, de la mano de Raimundo de Borgoña, que Ávila y sus territorios experimentan un gran crecimiento demográfico con la repoblación procedente del norte de la península, así como de judíos venidos del otro lado de la marca media, estimulando así el comercio y un auge económico y administrativo. 

Lienzo de la antigua muralla de la Villa
Vista de la Puerta de Piedrahita, única puerta existente de la muralla
Durante el Siglo XII, debido a las continuas incursiones árabes y con el incremento de las tensiones entre la nobleza castellana, la Corona y los Concejos, se conceden estas tierras a los caballeros como premio por sus servicios en la defensa del reino frente a los musulmanes. Es en esta época cuando se cree que se comenzó la construcción de la muralla y del castillo de Bonilla. Más adelante, en el siglo XIII, Bonilla es nombrada como villa de Jurisdicción Episcopal por el Papa Honorio III, junto a Villanueva del Campillo, y alcanza su máximo esplendor político y económico, ya que la sola presencia del Obispo de Ávila garantizaba a su alrededor un gran movimiento de personas que repercutía directamente en la economía y el comercio.

Iglesia de San Martín
Vista del Castillo de Bonilla de la Sierra y del Rollo de la Villa
De las 17 juderías con las que contó la provincia de Ávila (La Adrada, Arenas de San Pedro, Arévalo, El Barco de Ávila, El Bohondón, Bonilla de la Sierra, Candeleda, La Horcajada, Madrigal de las Altas Torres, Mombeltrán, Las Navas del Marqués, Pajares de Adaja, Piedrahita, Villafranca de la Sierra, Villanueva de Gómez ,Villatoro y la propia ciudad de Ávila), la judería de Bonilla de la sierra no fue de las más importantes, aunque en los repartimientos del «servicio y medio servicio» de los judíos de Castilla de 1484,1485,1490 y 1491, la población tributó lo mismo que la de El Barco de Ávila, por lo que se puede considerar que tuvo un tamaño medio.

Se tiene constancia de la existencia de una comunidad judía en Bonilla hacia mediados del siglo XV, cuando logra tener autorización para responder ante sus propios jueces, es por tanto, cuando se le da el título de Aljama.

Es Juan II de Castilla el que más tarde concederá a la aljama el privilegio de realizar importantes transacciones comerciales. Parece que esto junto a una relativa tolerancia por parte de la población cristiana, fomentó la prosperidad de esta zona.  

Vista de la Plaza Porticada de la Villa
Sin embargo, como en otros casos, la certificación de la presencia de una judería en esta localidad, viene de los archivos de los repartos de los bienes inmuebles que la población judía dejó tras su expulsión. Así, en una carta escrita por los RRCC  al corregidor de la ciudad de Ávila y fechada en 1495, se solicita que se haga un recuento de todos los bienes que la aljama dejó a su salida:

“Don Fernando e doña Ysabel [etç].

A vos el nuestro corregidor de la çibdad de Avila, salud e graçia.

Sepades que por parte de doña Ynes de la Sierra, muger de Gutierre Pantoja, nos fue fecha relaçion que ella tenia tres mil e tresçientos e catorze maravedis de juro sobre la cabeça de pecho de los judios de Bonilla de la Sierra e que las perdio por la salida de los dichos judios fuera de los nuestros reynos al tienpo que dellos salieron por nuestro mandado. E nos suplico le mandasemos fazer valer en valençia dellos o preueer de remedio como la nuestra merçed fuese. E nos tovimoslo por bien.

Por que vos mandamos que ayays ynformaçion que bienes comunes quedaron del aljama de los judios del dicho lugar de Bonilla de la Sierra e quien e quales personas tovieron maravedis algunos de juro e de por vida firmados en la cabeça del pecho e serviçio e medioserviçio e carniçeria e vino judiego del dicho lugar de Bonilla e fagades vender e vendades todos e qualesquier bienes comunes que quedaron en el dicho lugar de los dichos judios e los rematades a quien mas por ellos dieren e de los maravedis que fueron vendidos de / llos e repartades a la dicha doña Ynes de la Serra e a las otras personas que asy tovieren juros por rata a cada vno dellos lo que ovieren de aver a respeto de los maravedis de su sytuaçion. E de los dicho vienes que asy se vendieren e conpraron a cada vno repartido en la manera que dicha es, e les fasemos merçed e graçia e donaçion pura e perfecta no revocable que es dicha entre biuos en enmienda e satisfacçion del dicho juro sytuado. E fazemos sanos e de paz los dichos bienes comunes a qualesquier personas que los conpraren para que los ayan e gozen dellos e puedan faser dellos e de cada vna cosa e parte dellos todo lo que quisieren e por bien tovieren como de cosa suya propia libre e quita avida de justo e derecho titulo. E a las tales conpradores entregad la posesyon real atual vel casy de los dichos bienes para que no sean dellos despojados en tienpo alguno ni por alguna manera syn primero ser sobre ellos oydos e vençidos por fuero e por derecho ante quien e como devan. Para lo qual vos damos poder conplido por la presente. E no fagades ende al Dada en la villa de Madrid a XXII dias del mes de hebrero etç. Yo el rey. Yo la reyna.

Yo Juan de la Parra secretario del rey e de la reyna nuestros señores la fiz escreuir por su mandado. Rodericus, doctor.”

En cuanto a la localización de la judería en Bonilla, de momento no se han encontrado ni documentos ni restos que atestigüen su ubicación, por lo que todo lo que se pueda indicar son simplemente suposiciones.
Tampoco conocemos cual era la base económica de la población judía, aunque posiblemente, el ganado lanar, así como la industria maderera y el comercio fuesen sus principales fuentes de riqueza.

Ver Judería de Bonilla de la Sierra en un mapa más grande

 Bibliografía:

sábado, 4 de mayo de 2013

La Aljama de Soria: Abraham Benveniste

Abraham Benveniste nació en Soria hacia el 1406. Se encargó junto, con Juan Hurtado de Mendoza y Don Álvaro de Luna, de organizar la recaudación de impuestos y los suministros para las tropas de la época de Juan II, figurando como recaudador mayor en algunos documentos de la época en torno a 1430.

En 1432, a petición de las aljamas, recibió el título de Rab de la Corte, o Rabino Mayor, con funciones principalmente jurídicas y de administración de esta, siendo juez en todas las aljamas del reino aunque también contaría con competencias fiscales, de recaudación de impuestos y de administración en las comunidades judías castellanas. El Rab de la Corte estaría destinado a organizar las aljamas, como máximo representante de los concejos  (qahal) y a ser el mediador entre las comunidades judías y la corte. 

Abraham Benveniste estuvo presente en la reunión que tuvieron los representantes de las aljamas de Castilla en Valladolid en 1432, donde se elaboraron una serie de ordenanzas o Taqqanot en las que se decidiría una vuelta a la observancia de las leyes judías en las aljamas y en las comunidades judías, así como un fomento del estudio de la Torá, el disponer de elección de jueces con los que poder defenderse de denuncias, una regulación de impuestos y servicios y una regulación de la vestimenta para evitar ostentación. Estos estatutos, acordados unánimemente por los representantes de las aljamas castellanas, servirían para renovar la vida judía en el siglo XV. 

Con motivo de una acusación de un crimen ritual contra los judíos de Écija, Abraham Benveniste se encarga de defender y exponer la falsedad de la acusación. Abraham muere en 1454 en Toledo.

sábado, 27 de abril de 2013

La Aljama de Soria


Hay muchas leyendas que hablan sobre el origen del nombre de la ciudad de Soria, pero hay una expresa el legado judío de la ciudad. Para las primeras comunidades judías, el monte, que albergaría más tarde el Castillo, y sobre el cual, en sus laderas se asentarían más tarde dicha comunidad, tendría un nombre, Oria, que evocaría al monte del Templo en Jerusalén, el monte Moriá.


Este origen del nombre de la ciudad, estaría bastante alejado de donde, según estudios etimológicos, el nombre de Soria proviene. Y es que según las últimas investigaciones, Soria sería una palabra compuesta, de origen vasco, procedente de los pobladores que vinieron a la zona durante la repoblación medieval, hacia finales de la Alta Edad Media o principios de la Baja. Estos habrían dado en llamar a la zona como So-ria, de So (que mira o mirador) y oria, de ur-a (río o corriente de agua). Es decir, El Mirador (o El Mirón) del río, en este caso, el Duero.


Sí que es cierto, tras varios años de trabajos arqueológicos, que los primeros asentamientos en Soria se remontan a la edad de Bronce, en la que en el cerro del Castillo existió un castro celtibérico, restos anteriores incluso a la existencia de Numancia. Parece que durante la época de la dominación romana y visigoda Soria careció de importancia estratégica y comercial, caso distinto al de la dominación árabe, en la que el cerro del Castillo contó con una atalaya o pequeña fortaleza que protegería a la pequeña ciudad que empezó a crecer en el collado, y que sería la base de la actual urbe. 
Pero la importancia de esta ciudad, al igual que la del resto de la provincia, llegaría durante la época de la reconquista, en la que se convertiría en un significativo enclave estratégico por su situación junto al Duero, que marcaría la frontera entre los reinos cristianos al norte y los musulmanes al sur.
 

Fue a comienzos del Siglo XII, cuando el rey Alfonso I el Batallador conquista la ciudad a los musulmanes (1119), permite su repoblación y otorga fueros a la ciudad (1129). Es en este siglo XII y por el articulado de sus fueros donde ya se documenta la existencia de la comunidad judía y donde se establecen la regulación de algunas relaciones entre judíos y cristianos (#108, #109 y #129), pudiendo establecerse que la presencia judía  es, por tanto, anterior a estos fueros, de ahí la necesidad de la regulación.

En los fueros de Soria además se indica que los corredores, los encargados de vender y comerciar con objetos y bienes del concejo, serían nombrados por el juez y los alcaldes bien entre los cristianos o bien entre los judíos (Cap. XI, arts. 109-112). Con este punto, se reconoce (y se protege, como se hace en el título 45) la importancia que la comunidad judía tendría en el comercio en Soria, que giraría en torno a la lana, y por supuesto, al igual que sucedió en el resto de ciudades castellanas, jugaría un papel muy importante en el negocio lanar y en el comercio de esta materia. Según Cantera Burgos, las actividades económicas principales de los judíos de la provincia de Soria fueron, además de las de mercaderes en el comercio de lanas, paños, ganados y tenerías, las de prestamistas, arrendadores de rentas y cobradores de las mismas. 
Sin embargo, no todo el articulado de los fueros era proclive a la comunidad judía. En varios títulos (Tit.28/13) se excluía del marco de garantías a los que profesaban otra religión distinta al cristianismo, aunque el fuero mostraría en mejor situación a los judíos al frente  de actividades relacionadas con el comercio que a los musulmanes, que aparecen como siervos y dependientes en grado de semiesclavitud (Tit. 11/3; 12/1).
Pese a que a medida que avanza la edad media, las fronteras se van alejando hacia el sur debido al empuje de los reinos cristianos sobre los musulmanes, Soria seguirá siendo un enclave estratégico debido a las luchas por el territorio entre los reinos de Castilla, Navarra y Aragón, por la importancia de la cabaña trashumante en esta zona y por el mercado de la lana y su peso en el Real Concejo de la Mesta. Por este motivo comercial, la Aljama judía de Soria llegaría a ser una de las las diez aljamas mayores del reino de Castilla durante el Siglo XV. 


Al comienzo de la repoblación de la ciudad, los judíos parece que se concentraron en los aledaños del castillo, según ha quedado documentado:

en el castillo de Soria, dentro del muro principal, hay un cuerpo espacioso en el cual antiguamente hubo trescientas casas y un templo, que hoy dura, aunque arruinado. Muchas de estas casas dicen que eran de judíos, y aquella población, con la que había por fuera, se llamaba alhama”. 

No debe interpretarse esto como que los judíos moraban en el interior de la fortaleza, sino en sus alrededores o inmediaciones, aunque sí que la comunidad judía tuvo a su cargo, como fue habitual en los reinos hispanos durante la edad media, la defensa de la fortaleza a cambio del disfrute de una total libertad de movimientos, el estar exentos de pagar toda clase de monedas y, lo que era más importante, de una especial protección por parte del monarca, como así quedó registrado durante el reinado de Enrique IV en un privilegio existente en el archivo del Ayuntamiento.



Como señalan B. Taracena y J. Tudela en "Soria: Guía artística de la ciudad y su provincia", cobijada en la espaciosa plaza de armas y en las inmediaciones del Castillo (de Oria), vivió apiñada la población judía y fue tan numerosa que era considerada la aljama de Soria como una de las principales de Castilla.


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Por la insuficiencia de espacio en los alrededores del castillo para acoger una población cada vez mayor y por el deseo de los judíos quizás de acercarse a la parte baja de la ciudad, donde se desarrollaba la actividad comercial en torno a la iglesia de Santa María del Azogue, cercana a la colegiata de San Pedro, la comunidad comienza a asentarse en las proximidades de la Plaza Mayor. La Calle del Teatro, que baja hasta dicha Plaza Mayor, se llamaría hasta tiempos no muy lejanos como la Calle de la Judería y se cree que aquí estuvo situada una de las sinagogas que tuvo la aljama de esta ciudad. 


La extensión de la judería abarcaría la cuadrilla de San Juan de Rabanera y la Plaza de Tovasol, hasta la Ermita del Mirón y Puerta de Nájera, donde tal vez tuvieron una sinagoga, según Nicolás Rabal.



También había otra aljama en el llamado arrabal, quizás extramuros, pero que hasta el día de hoy no ha sido fácil de localizar, aunque en los privilegios queda distinguida de la del Castillo.
En la ladera oriental del monte Oria se situó la necrópolis judía, donde, en el Siglo XX, tras unos trabajos de reforestación se encontraron varias tumbas de forma antropomorfa con cabecera oval, cuya estructura sigue modelos cristianos muy habituales en la época, así como una lápida correspondiente a Abraham Satabi que hoy se encuentra en el Museo Numantino de la ciudad de Soria, y confirmándose que la necrópolis se situaba fuera de la murallas de la ciudad. En la actualidad, debido a la gran pendiente y a la falta de adecuación, no es posible su visita.


Por el padrón que hicieron los almojarifes hebreos en la ciudad de Huete para el reparto de los servicios y encabezamientos de los judíos de Castilla, se sabe que la de Soria pagó 1038 maravedíes por encabezamiento. En tiempo del Rey Alfonso X el Sabio, se hizo un padrón, resultando que junto con las doscientas personas que vivían en los alrededores del castillo, en la ciudad de Soria hacían un toral de unos 1200 judíos. 

Según Luís Suárez, con arreglo a las cantidades pagadas por los judíos sorianos en los repartimientos del “Servicio de los castellanos de oro” entre 1486 y 1490, próximas a los 100.000 maravedíes anuales, se puede calcular una población hebrea cercana a las 300 familias en las fechas inmediatamente precedentes a la expulsión.
 
Entre los sorianos judíos más importantes, hay que destacar a Yusuf Albo, uno de los grandes talmudistas del Siglo XV. También al Rabino de la ciudad, Selomoh bar `Ali, autor de "Escolios del Talmud", y discípulo del Maestro Yonah que sería el precursor de la escuela de iluminadores de finales del Siglo XIII y comienzos del XIV. Soria contó además con grandes cabalistas judíos medievales como fueron los hermanos Jacob e Isaacben Ha-Cohén, Sem-Tob ben Abraham ibn Gaón y Abraham Benveniste que en 1432 alcanzaría a ser el tesorero mayor de Juan II.


Parece que por los datos que nos han llegado hasta actualidad, las relaciones entre cristianos y judíos fueron tradicionalmente buenas en Soria hasta mediados del siglo XV, o al menos, no se mencionan en las crónicas de la villa enfrentamientos de importancia. Aunque sí que en 1380, durante la celebración de las Cortes convocadas por Juan II se publican las  disposicionesdictadas contra los judíos en Soria, lo que  caracterizaría a la ciudad, según Menéndez Pidal, por su gran antisemitismo. No obstante, sí que durante las persecuciones durante 1391 la comunidad judía debió sufrir algún acto violento, a juzgar por una carta que el 16 de julio de 1391 envió la reina de Aragón, Doña Violante de Bar, al Arzobispo de Toledo, en el que la propia reina solicita la libertad para Samuel Bienveniste, un judío de Zaragoza, que cuando regresaba de Castilla al reino de Aragón, “hoyendo decir en el camino de Valote, ques era movido en Soria contra los judíos”, se refugió en el castillo de Cabrejas del Pinar, donde lo tenía preso desde entonces el Obispo de Osma. Pero en todo caso, no debieron sufrir demasiado al poder refugiarse en el castillo, según escribió YosefHa-Kohén en su “Emeq ha-Bakka” (El Valle del llanto). 
En seguida, los judíos se recuperarían por la política de protección de los monarcas hacia la población hebrea. Así, el 22 de junio de 1397, el rey EnriqueIII otorga a la aljama de Soria el privilegio de poder pasar semanalmente 20 cargas de vino de Aragón y Navarra, así como mantenimientos diversos para su provisión en el castillo, como recompensa por la defensa y guarda que hacían de la fortaleza. 


A lo largo del último tercio del Siglo XV se comprueba en el caso concreto de la Aljama de Soria como se produce un aumento de la presión sobre los judíos por parte de las autoridades municipales; aunque en general no eran frecuentes las acciones violentas, si se producían reiteradas negaciones a las aljamas a los concursos de la justicia concejil, restricciones en el suministro de víveres, insistencia en los apartamientos y al aislamiento de la comunidad, así como a la contribución en los impuestos locales, lo que provocaba no pocas quejas y pleitos. 

Con la unión de los reinos de Castilla y Aragón comienza a producirse en Soria el declive de la actividad comercial al dejar de ser un lugar de paso entre fronteras. En 1477 los Reyes Católicos declaran la orden de una judería obligatoria en Soria para evitar los dapños que por causa de bevir e morar e estar los judíos entre los christianos se seguían, hordenamos e mandamos que de aquí adelante los judíos non bibiesen nin morasen entre los christianos” que no se extendería al resto de juderías de ambos reinos hasta las Cortes de Toledo de 1480

Unos años más tarde, en 1479, en plena Guerra de Sucesión de Castilla, se producen algunas revueltas antijudías con la excusa de usura de prestamistas judíos de Soria.
Finalmente los judíos son apartados del Castillo en 1487 aunque no definitivamente de la ladera del monte Oria, donde habitarían hasta su expulsión en 1492, año en el que el decreto de expulsión de los judíos marca el comienzo de la definitiva decadencia económica y social de la ciudad de Soria y que duraría hasta bien entrado el Siglo XX.


Bibliografía:

[1] Sinagogas Españolas. Cantera Burgos, Francisco. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto "Benito Arias Montano". Madrid. 1984.
[3] Les Juifs de Soria et Isabelle la Catholique. Julien Weill
[4] Juderías medievales en la provincia de Soria», Homenaje a Fray Justo Pérez de Urbel. Cantera Burgos, Francisco. Silos 1976, pp. 445-482.
[5] Del Pasado Judío en Los Reinos Medievales Hispánicos: Afinidad y Distanciamiento. Yolanda Moreno. pg. 278. 
[6] Soria. Sus monumentos y Arte - Su naturaleza e Historia. Rabal, Nicolás. Barcelona, 1889.
[7] Fontes Iudaeorum Regni Castellae. II: El Tribunal de la Inquisición en el Obispado de Soria (1486-1502). Carrete Parrondo, C, Con una valoración psicológica por M. J.  Castaño González, Salamanca 1985. 
[8] La Soria de los judíos: Sus caracteres elementales. Arevacon - vol. 16 - Museo Numantino/Soria - 2006 - 15pp. Castaño, Javier 
[9]  "Conflictos entre el concejo y la aljama de los judíos de Soria en el último tercio del siglo XV", Cantera Montenegro, Enrique. Anuario de Estudios Medievales, 13 (1983), págs. 583-599.

martes, 29 de enero de 2013

La Judería de Sigüenza

Sigüenza se asienta en un cerro rodeado por el río Henares y varios arroyos, lo que unido a estar en la vía que unía Mérida con Zaragoza, al igual que otras villas como Hita, Jadraque o Medinaceli, la convirtieron en un lugar económica y estratégicamente importante. Ya se tiene constancia de la existencia de una población celtíbera llamada Segontia durante el S. III a.c, pues durante la invasión cartaginesa fue asediada. Más tarde, en el S. II a.c, durante Guerras Celtíberas es ocupada por los romanos, que establecieron en este lugar un importante centro militar y residencial.
Esta importancia en época romana no decayó durante el dominio visigodo, donde continuó su crecimiento económico y demográfico, convirtiéndose en sede episcopal. Bajo dominación musulmana se constituye la medina, con importantes remodelaciones del castillo. Tras la toma por parte de los cristianos, sería recuperada como sede episcopal y debido a su privilegiada ubicación la hizo tener un destacado papel defensivo.
El trazado medieval de la ciudad se ve influenciado tanto por la presencia musulmana como por ser sede episcopal. En 1121 Bernardo de Agén es investido obispo de Sigüenza por el arzobispo de Toledo Bernardo de Sedirac y hacia 1124, tras haber conquistado la ciudad, inicia las obras de la que sería la catedral, que obispos posteriores continuaron hasta que se finalizó en el siglo XVI, lo cual conferiría a la ciudad, la actual distribución.
La presencia de la población judía en Sigüenza está documentada en una concesión que da el rey en 1124 para realizar enterramientos en la “cuesta del huesario” cuando la ciudad es conquistada, lo que nos indica que los judíos ya habitaban Sigüenza bajo dominación musulmana. Esta necrópolis cuyo uso se extendió hasta 1492, fue redescubierta en el 1826, en el que se encontraron gran cantidad de esqueletos en sepulcros independientes.





Además, Alfonso VII concede al obispo la jurisdicción sobre la aljama, por lo que gran parte de los tributos irían a las arcas del clero y quedando desde este momento, hasta el año de la expulsión, la comunidad judía queda ligada y bajo la tutela del Obispo de la ciudad. Aun así, en el fuero de Sigüenza se especificaba que: "Todos los omes que moraren en Sigüenza, xristianos, arrianos et judios et moros todos ayan y fuero", indicando las obligaciones de cada uno de los credos que cohabitaban en la ciudad, además de la dispensa de fomentar la repoblación de la zona.



Es probable que durante la dominación musulmana, los judíos contaran con su propio barrio, separado de los musulmanes y de los mozárabes. Tras la conquista cristiana, y bajo la protección del señor de la villa, es decir, del Obispo de Sigüenza, la población hebrea goza de una relativa libertad y prosperidad, lo cual permitió una cierta dispersión de la población por la ciudad, desplazándose hacia los aledaños de la Catedral, pues era una zona más apta para el comercio. Según documentación existente en el archivo de la catedral, la convivencia entre judíos y cristianos fue buena hasta fines del siglo XV. Sin embargo, parece también documentarse que los judíos de la ciudad se concentraron en la zona alta de, junto al Castillo. 
En 1412 y tras una serie de disturbios promovidos por las predicaciones de San Vicente Ferrer que se extendieron por los diferentes reinos de la península, Juan II de Castilla ordenó la reclusión de la población hebrea en barrios separados físicamente del resto de la población, por lo que los judíos ocuparon esa zona que hoy en día se conoce como Barrio Judío o Barrio Nuevo. 
La Judería de Sigüenza tenía en su centro una sinagoga y ocupando el declive que protegía el Castillo y teniendo como límites el Portal Mayor y la Calle travesaña Baja. La Puerta de Hierro que hoy en día podemos observar, sirvió como puerta de paso entre la zona de la judería y el resto de la ciudad.


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El Barrio judío, rodeado por murallas, tuvo al “Portal Mayor” la entrada principal y daba paso, además, a la zona donde se realizaban los enterramiento, el “osario de los judíos” o como popularmente se conocía “cuesta del “cuesta del huesario”. 


Otras tres puertas, en lugar de una como indicaba la legislación, comunicaban al Barrio judío con el resto de la ciudad: "Herreros" o “Puerta de Hierro”, "Medina" (quemada en el siglo XVI y actual Puerta Nueva) y "Arquillo de San Juan". 



Además, la zona era mucho más favorable para el comercio, de modo que su comunidad creció prósperamente. Compartían el barrio con los Musulmanes, cuyo número había disminuido tan drásticamente que no alcanzaban para constituir por sí mismos un barrio, estando restringidos a una sóla calle, la de los Herreros.

   

En la Sigüenza medieval, la Puerta de Hierro fue la entrada principal de la ciudad. Entre el espacio comprendido entre la muralla del siglo XII que albergaba esta puerta y la muralla del siglo XV donde se encuentra el Portal Mayor, se situó la judería. Esta zona, fue el lugar donde se instalaron artesanos y comerciantes de Sigüenza. La Puerta del Hierro al ser una de las entradas principales es donde se cobraba el impuesto de entrada de las mercancías dentro del recinto amurallado para la venta de productos en el mercado semanal. La Plaza del Hierro (donde se ubica la puerta del mismo nombre) era conocida antiguamente como Plaza del Trigo y durante la edad media fue zona de mercado.

     

El Arquillo de San Juan o Puerta de la Travesaña Baja, abierto en el siglo XIII en una de las torres de la muralla, permitió la comunicación entre el barrio de la Judería, ubicada entonces en la calle Travesaña Baja, y la Morería, cuyo centro, como hemos dicho era la Calle Herreros. Dicho arco tiene en su interior hay un balconcillo corrido del siglo XVIII con la imagen de la Vírgen del Carmen.
Hoy en dia se mantiene la huella judía en el callejero de Sigüenza; la calle de la Sinagoga, anteriormente llamada Calle de Judes, nos indica claramente donde se situó la llamada Sinagoga Nueva, aquella que la comunidad construyó tras su traslado a la judería.



Según describió Francisco Cantera en su libro "Sinagogas Españolas", la Sinagoga Nueva se correspondería al número 8 de esta calle, en el que todavía se puede apreciar un arco de medio punto, pero no los huecos de dos las ventanas que él mencionaba. También la documentación archivada en la catedral especifica que el antiguo templo judío se ubicaba en la calle de San Vicente, por tanto, en el mismo sector donde hoy encontramos la calle de la Sinagoga. En este lugar se estableció posteriormente a 1492 una iglesia, aunque posteriormente se transformó en viviendas, tal como han recogido las crónicas, diviéndose el edificio en tres.

    
 
También en la misma orden de 1412 de Juan II, se ordenaba limitar el número de templos judíos que la comunidad hebrea podía tener en una ciudad a uno sólo, por lo que parece que una de las posible Sinagogas, de las dos con las que contó la comunidad, se vendió a la cofradía de San Juan Bautista, que aunque no se conservan registros sobre esta transacción. Crónicas posteriores, relacionaron a este edificio con actividades judaizantes.

    

Parece que tuvo tanta importancia la comunidad judía de Sigüenza, que en las crónicas de aquel momento era conocido que el cardenal Francisco Jiménez deCisneros (1436 - 1517), aprendió el hebreo de un judío seguntino durante su estancia en la ciudad.
"Tan aficionado como esto era de las letras y de hacer fundaciones, si bien a la Sagrada Escritura era toda su inclinación, pues como otro Jerónimo, empezó a aprender la lengua Hebrea y Caldea de un judío de esta ciudad (Sigüenza) para entenderla perfectamente y fueron tan buenos estos principios, que se valió mucho de ellos en el trabajo de la Biblia Complutense " Jiménez de Cisneros, descrito por Pedro Quintanilla (1653).


En los repartimientos del «servicio y medio servicio» de los judíos de Castilla de 1484, 1485,1490 y 1491, la población aportó entre 1000 a 1500 maravedíes, por lo que tuvo suficiente población y era lo suficientemente importante como para adquirir la categoría de aljama. Es cierto que parte de los hebreos se dedicaban a la agricultura, pero se sabe que los judíos tenían en esa ciudad importante negocios de explotación de salinas, como en la vecina Medinaceli. Cabe señalar que en 1490, cuando la comunidad había perdido gran parte de su prosperidad, aún pudo reunir la considerable suma de 204.464 maravedíes por el rescate de los judíos de Málaga, que había sido conquistada por los Reyes Católicos.

Luego, después de la Expulsión, el barrio fue repartido entre los poderosos, y se sabe que el cardenal Mendoza donó la antigua sinagoga a un pariente suyo, don Pedro Lasso de Mendoza, que en 1494 la ofrecía en venta por veinte mil reales.
El 15 de febrero de 1496 el Cabildo manda “se dé al señor Pero Laso parte de los maravedíes que se le han de dar de la venta de la sinoga”.

Bibliografía:
[1] Francisco Cantera "Sinagogas españolas", Madrid 1955
[2] Francisco Cantera y Carlos Carrete "Las juderías medievales en la provincia de Guadalajara", Madrid 1975
[3] Francisco Javier Dávara Rodríguez "La judería medieval seguntina", Anales Seguntinos, Vol. I, n. 2, Sigüenza 1985
[4] Marcos Nieto "Las sinagogas de Sigüenza", Madrid 1998
[5] Jose Antonio Gómez Gordo "Sigüenza. Historia. Arte. Folkore", Sigüenza 1978
[6] José Luis Lacave "Juderías y sinagogas españolas", Madrid 1992
[7] Javier Castaño González "Las comunidades judías en el obispado de Sigüenza en la Baja Edad Media: transformación y disgregación del Judaísmo en Castilla a fines del Medievo", Tesis Doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 1994