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jueves, 12 de febrero de 2015

Judíos del Valle del Jarama (II): La Aljama de Torrelaguna

El posible orígen de la actual población de Torrelaguna está en la creación de una aldea independiente de la villa de Uceda, cuando ciudadanos de dicha población se establecen para aprovechar las fértiles vegas al pie de las sierras. Al igual que en el resto de la comarca, se han podido encontrar en su término municipal restos ibéros, aunque posiblemente su núcleo originario se iniciara, al igual que en localidades cercanas como Talamanca, Uceda o Buitrago, bajo dominación romana.

Aunque no hay demasiada información durante la época visigoda, si que durante el periodo musulmán, Torrelaguna adquiere cierta importancia, y ya crónicas de la época indican la existencia de hasta siete barrios.

Arquitectura Popular. Calle del Hospital.
Tras la conquista de Toledo en 1085 y la dominación cristiana del territorio al norte del río Tajo, se inicia en la comarca un periodo de relativa calma. Años más tarde, el arzobispo de Toledo, Pedro Tenorio, solicita al Rey Juan I de Castilla la separación de Torrelaguna de Uceda, como recompensa por los esfuerzos que los vecinos realizaron en la construcción de la muralla y en el acopio de armas para su defensa frente a los ataques de las tropas musulmanas. La concesión del título de Villa Libre o burgo en 1390, sumado a la concesión de un mercado, supuso para Torrelaguna el inicio de su periodo de prosperidad. Junto a estos privilegios, otros como la protección frente al paso del ganado de la Mesta y exenciones fiscales, aseguraron a los reyes el apoyo de Torrelaguna.

Pero sin duda el momento que marcaría la historia de Torrelaguna social y urbanísticamente se produciría entre finales del s. XV y principios del XVI, coincidiendo con la época de poder del Cardenal Cisneros, que nacería en esta localidad hacia 1436, y con él, la llegada al pueblo de familias ilustres.

Vista de la Torre de la Montera y de la Puerta del Berrueco.
Hasta el siglo XV son bastantes escasas las noticias que se refieren a los judíos de Torrelaguna, y casi todas las que nos han llegado han sido a través de los repartimientos fiscales o de procesos inquisitoriales. Posiblemente los principales oficios que ocuparon los ciudadanos judíos en Torrelaguna estuvieran más relacionados con el comercio y actividades mercantiles, la relación de éstos con el concejo de la Mesta y con  otras profesiones artesanales, descartándose las labores agrícolas, aunque es posible que algunos judíos de la villa trabajasen en los importantes viñedos y huertas que rodeaban a la villa, ya que hay noticias de judíos vecinos de la localidad que poseían viñedos. Es curioso, pese a esto, que sólo haya una crónica de un judío, Ysaque de Bilhorado, que lo relacione con tareas mercantiles.

La práctica de la medicina, actividad típica de la población judía durante la edad media, fue una de las que más relevancia tuvo entre la comunidad judía de Torrelaguna. De hecho, se tiene constancia que con el decreto de expulsión general de 1492, la villa de Torrelaguna se quedó sin, al menos, dos de los cinco médicos que había. Rabí Abraham Qalama y Rabí Levy, que salieron del reino en 1492, regresando más tarde convertidos al cristianismo con los nombres de maestre Enrique y maestre Alonso respectivamente.

Calle de La Montera.
Se tiene además noticia, en relación con la posesión de tierras de cultivo, que el médico Rabí Ley, quien cuando volvió convertido, reclama ciertas viñas que había vendido al marcharse. También la conversa Ynes Elias, mujer del maestre Enrique (o Rabí Abraham Qalama) reclama las «casas e viñas e tierras» que había vendido cuando salió del reino.

Según se desprende de los repartimientos fiscales para la población judía, los judíos de Torrelaguna constuyeron jurídicamente una Aljama. En dichos repartimientos, los judíos de Torrelaguna contribuyeron asi:

1464 - 800 mrs
1472 - 1.000 nirs.
1474 - 1.000 mrs.
1479 - 800 mrs.
1482 - 800 mrs.
1488 - 24.626 mrs
1491 - 24.450 mrs.

A diferencia del resto de la comarca, la comunidad judía de Torrelaguna si tuvo una organización o concejo con autonomía jurídica y religiosa y que administraría su organización interna, teniendo a su cargo una sinagoga, una carnicería e incluso un cementerio.

Sorprende que pese a ser escasa  la documentación sobre la Aljama Torrelagunense, haya llegado a nuestros días documentos que constatatan la existencia de hasta nueve rabíes, lo que nos indica la gran importancia social y religiosa de la Aljama de Torrelaguna dentro de la comarca. Los nombres de los rabíes de Torrelaguna que han llegado en las crónicas hasta nuestros días eran, además de los cinco médicos ya mencionados, Rabí Caqon, Rabí Lezar, Rabí Mose y Rabí Yuçe afatel.

La existencia de la Sinagoga de la Aljama de Torrelaguna ha quedado documentada a través del proceso inquisitorial contra Fernando de Madrid, vecino de Torrelaguna, donde el fiscal inquisitorial acusa al procesado de que “enhiava e enbio azeite a la xinoga, por la devoqion e creengion que en ella tenya”.

Plaza de la Paz. A la derecha, actual Casa de la Cultura, Antiguo Hospital de la Santísima Trinidad.
Se considera que el solar donde se ubicó antiguo Hospital de la SantísimaTrinidad fue en el siglo X mezquita bajo el dominio musulmán, y sinagoga tras la reconquista cristiana en el siglo XI y que pasó a hospital después de la expulsión de los judíos en el siglo XV. Este uso se mantuvo con algunas interrupciones hasta 1967, año en que se cerró como hospital y quedó abandonado hasta que, a finales del siglo XX, el Ayuntamiento lo transforma en Casa de la Cultura y Oficina de Turismo. Hay previsto realizar un estudio arqueológico y excavación que confirmarán si en verdad en este solar se  levantó una sinagoga judía,

A través del mismo proceso inquisitorial comentado antes, queda confirmada la existencia también de una carnicería, ya que en dicho proceso aparece entre los testigos del fiscal un “Jaco de Bilhorado, carnigero, vesino de Tordelagun”, que con mucha probabilidad era el encargado de proveer a la Aljama de Torrelaguna de este servicio.

Es de suponer, aunque esto ya no está ni documentado ni se han encontrado restos arqueológicos, que Torrelaguna debía contar con cementerio judío, ubicado extramuros de la villa. Se conoce por crónicas de la época que entre 1474 y 1492, la aljama de Torrelaguna contaría con unos 306 habitantes judíos, es decir aproximadamente un poco más del 10% de los habitantes totales de la villa, lo que hace inevitable que los enterramientos se realizaran en tierras colindantes a la villa.

 Vistas de la Calle de la Santísima Trinidad.

Como en el caso de Uceda y del resto de juderías y aljamas al norte del Tajo, tampoco la Aljama de Torrelaguna parece que sufrió demasiado durante las persecuciones de 1391, pero no se puede confirmar ya que tampoco hay noticias o crónicas de la época al respecto.

De lo que sí hay noticias es que a raíz de la Carta de apartamiento de los judíos y moros que establecía que en un plazo máximo de dos años todos los moros y judíos debían quedar apartados en barrios aislados, para que no pudieran hacer proselitismo entre la población cristiana, dada en las Cortes de Toledo de 1480, la comunidad judía de Torrelaguna si que tuvo que ubicarse extramuros, ya que en el proceso inquisitorial contra Fernando de Madrid, ya citado, acusa al judío Ysaque Fandan, vecino de Torrelaguna, y dice que se sospecha de él “porque syenpre quiso mal al dicho defunto, por que antes del apartamiento de los judíos morava este falso testigo pared en medio del dicho defunto, e hizo un grande agujero en un tabyque el dicho Fandari...”

Aunque no hay documentos suficientes que confirmen donde se ubicaba la judería antes del apartamiento, si que si la Sinagoga estuvo donde más tarde se ubicó el Antiguo Hospital de la Santísima Trinidad, podemos pensar que la Aljama de Torrelaguna pudiera ubicarse alrededor.

Así, posiblemente, la aljama se articuló intramuros, al sureste de la villa, entre las actuales calles de Burgos, Santísima Trinidad, Calle del Hospital, Plaza del Cardenal Cisneros y Calle Montera, formando una composición urbanística cerrada. Recordemos que tras el decreto de expulsión, la mayoría de las calles cambiaron sus nombres a referencias cristianas. 

Vistas del Arco del Cristo y la Calle de Burgos.

Interesante es que la plaza a la que se accede saliendo de la judería por la Puerta del Cristo, tenga el nombre de Plaza del Matadero, con lo cual, y sabiendo que la Aljama de Torrelaguna tenía carnicería, deba su nombre a que aquí se encontraba la carnicería de la comunidad judía, que como bien se sabe, estaba siempre cerca de la judería pero lo más cercana a alguna corriente fluvial para eliminar la sangre y los despojos de los sacrificios que allí se realizaban.

Vista de la Plaza del Matadero.
Es posible que, tras el decreto de apartamiento, los judíos pasaran a vivir al arrabal extramuros, al otro lado del arroyo, pero de esto no hay documentos que lo atestigüen.

Como dato curioso pero sin corroboración documental, hay un comentario popular que cuenta que los varones judíos de Torrelaguna tenían por costumbre casarse con doncellas de Cobeña.



[1]  Judíos y conversos de Torrelaguna (madrid) en tiempos de la expulsión. Enrique Cantera Montenegro. Universidad de Madrid.
[2] Judios de Torrelaguna a finales del S.XV. Enrique Cantera Montenegro
Anales de estudios madrileños, tomo XVIII.
[3]  Judíos de Torrelaguna: Retorno de algunos expulsados entre 1493 y 1495. Luís Suárez Fernández. Revista Sefarad, XXXIX (1979), págs. 333-346.
[4] Los judíos de Madrid en el siglo XV: Las Minutas de los escribanos. Gonzalo Viñuales Ferreiro. Espacio, tiempo y forma, Serie III, Hª Medieval, t. 15, 2002, págs. 287-305.
[5] Las ciudades castellanas y sus juderías.  Fernando Suárez Bilbao
[6] Judaizantes del arzobispado de Toledo habilitados por la inquisición en 1495. Francisco Cantero Burgos y Pilar León Tello. Universidad Complutense de Madrid, 1969.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Judíos en el Valle del Jarama: La Judería de Uceda

Vista del Ayuntamiento de Uceda. Parte de la antigua Cartuja. Plaza Mayor.
Asomada a la cornisa del alto valle del río Jarama, se encuentra la localidad que daría durante un amplio periodo tiempo en la edad media, nombre a las tierras que la circundaban; La villa de Uceda, ahora población reducida, fue junto a la cercana Torrelaguna, una de las poblaciones más importantes de este extremo de la campiña alcarreña. Y es que la historia de esta villa estará siempre condicionada por su  localización geográfica.

Con restos del Paleolítico, de la edad de bronce y de un pequeño segmento de una calzada romana a los pies de la villa, en la llamada cuesta de la  Varga (nombre posiblemente de origen celtíbero de la voz “berg”, altura), se confirma que la villa ya tuvo pobladores por ser un lugar con un amplio control sobre el alto valle del Jarama. De hecho, el mismo topónimo de la villa parece provenir, según algunos historiadores, de la antigua ciudad romana “Vescelia” o “Uscelia”, conquistada por las tropas romanas hacia el 190 a.c. ya que este lugar poseía cierto valor estratégico.

Restos del Castillo de Uceda.
Bajo dominio visigodo, la zona no resalta significativamente, siendo rápidamente conquistada por los musulmanes cuando entran en la Península Ibérica en el 714. Sin embargo, éstos si se interesan de nuevo por su posición, y construyen una fortificación y unas murallas hacia el S. IX., hoy prácticamente desaparecidos y de los que tan sólo quedan vestigios mal conservados. El castillo, al ser inexpugnable por sus lados norte y oeste, que dan al  valle del Jarama y quedando unido al pueblo sólo al este, fue una plaza de difícil conquista por parte de las tropas cristianas durante el avance de los reinos cristianos hacia el sur.

La primera referencia de Uceda aparece hacia el 1040, cuando Fernando I de León conquista su fortaleza cuando lucha contra las tropas musulmanas de otra plaza fortificada como fue Buitrago de Lozoya

Hay autores que afirman que el nombre de la villa de Uceda proviene de Iudea (Judea), debido a la gran cantidad de judíos que vivían en esta localidad durante esta época alto medieval, aunque de momento no está del todo corroborado. Julio Caro Baroja en su libro “Los judíos en la España moderna y contemporánea”, Vol.3, indica que a los naturales de Uceda y de poblaciones cercanas dependientes de esta localidad, se les apoda “judíos”. De hecho hay un pequeño soneto que dice:

Si vas al Cubillo, lleva pan en el Bolsillo.
En Uceda son judíos, las campanas lo declaran,
En el Cubillo tramposos, porque deben y no pagan”.

Lo que sí confirma es que durante mucho tiempo, la población judía fue abundante en la villa de Uceda.

Tras la toma de Alfonso VI de Toledo hacia el 1085, Uceda pasa definitivamente a manos cristianas, y por su posición estratégica, bajo poder directo de los Reyes de Castilla, otorgándoles éstos fuero propio y un amplio control sobre el territorio de la Comunidad de Villa yTierra de Uceda.


La presencia judía en Uceda queda registrada en el Padrón de Huete. De las dieciséis aljamas y juderías que se registran en el espacio al sur del Sistema Central, la judería de Uceda no sobresale como  importante, aunque sí, tal como aclararía Carlos Carrete Parrondo en su obra  «El repartimiento de Huete de 1290», a lo largo de la baja edad media iría adquiriendo mayor importancia, junto a las de Alcalá de Henares, Buitrago o Zorita.

Considerada como Judería menor, es decir, sin rango de Aljama, tributó unos 2.841 maravedíes dando, según palabras de González en su libro “Repoblación de Castilla" , hasta 200 hebreos.

Posiblemente, al igual que en otras partes de Castilla, los judíos de Uceda tenían como principal profesión la del comercio; el tránsito entre uno y otro lado de la Sierra Somosierra, y las vías entre Buitrago e Hita hiceron de uceda un centro un importante de transacciones donde numerosos comerciantes judíos pudieron ubicarse. 

Durante los ataques antijudíos que se produjeron a lo largo de la península en 1391, parece que la judería de Uceda se mantuvo relativamente tranquila, como indica  Gonzalo Viñuales Ferreiro en su trabajo “El pogrom de 1391 en la diócesis de Toledo. ¿Legitimidad, identidad y violencia en la castilla de la baja edad media?“ [3],  debido a la protección que le procuró la Casa del Infantado, ya que Uceda estuvo bajo proteccion de Los Mendoza durante el siglo XIV y XV, como el resto de la provincia de Guadalajara.

Hacia los años 1463 y 1464, Uceda, junto con Alcalá de Henares, Torrelaguna, Talamanca y Mondéjar, tributaban del orden de 800 a 1200 maravedíes y Madoz estima que en el S. XVI, la villa contaría con 500 vecinos, es decir, 2.500 almas. Y hacia el 1474, en el repartimiento realizado por el por Rabí Jacob Aben-Núñez, juez mayor de los judíos y médico del rey  Enrique IV, Uceda contribuye con 800 maravedíes (Amador de los Ríos, Historia, tomo III, pág. 599 y 600). Por lo que todo indica que hacia finales del S. XV la población judía en Uceda habría aumentado considerablemente.

«El aljama de los judíos de Tordelaguna, é sin los judíos de Uceda é Talamanca, mil maravedís. El aljama de los judíos de Uceda, ochocientos maravedís. Los judíos de Talamanca é de Algete, setecientos maravedís. El aljama de los judíos de Buitrago, tres mil é trescientos maravedís. El aljama de los judíos de Alcalá de Henares, sin los judíos que moran en Cobeña, cinco mil maravedís. Los judíos que moran en Cobeña, quinientos maravedís. Los judíos que moran en Madrid, con los judíos que moran en Ciempozuelos, é en Pinto, é en Barajas é en Torrejón de Velasco, mil é doscientos maravedís.»

Llegado el año 1492, los judíos de Uceda y de la Tierra de Uceda se ven forzados o a marcharse del reino de Castilla o convertirse. La mayoría huirían hacia Portugal, aunque muchos otros, tal como lo confirman en los numerosos procesos inquisitoriales de los años siguientes, preferirán la coversión.

En el proceso inquisitorial seguido contra Francisco de Murcia, converso, vecino de Uceda, aparece como testigo de abono un Francisco Pérez, escribano, vecino de Torrelaguna, de unos cuarenta y ocho años, que «no sabe dónde se volvió chistiano porque era chico». Su padre, madre y hermanos se habían bautizado en Torrelaguna, «el mismo año que tos judíos fueron echados de Castilla».

En otro proceso, este contra Diego de Acosta, otro vecino de Uceda, figura: mujer de Sebastián de la Vega, vecino de Uceda, que tenía un hermano en Torrelaguna «christiano nuevo de judio» y que en 1492, «su madre fue con ellos a Cartagena para desde allí salir fuera de España, pero allí se bautizaron todos».

También hay documentado el hecho de que un judío de la villa de Uceda y que huyó de la persecución de la Inquisición, tenía en propiedad más de 300 mulas, comerciaba directamente con portugueses, y hacia Portugal huyó desde la zona.

Por último, hay que resaltar que una de las figuras más veneradas de Madrid, SantaMaría de la Cabeza, María Toribia, fue oriunda de Caraquiz, (otros autores la localizan en la cercana villa de Cobeña) y de origen judeoconverso a finales del siglo XI o principios del XII. Parece que sus primeros años vivió en Uceda hasta la muerte de sus padres, en la que se trasladaría a Torrelaguna a vivir con unos parientes.

Zona donde se ubicó en la edad media el entramado urbanístico intramuros de Uceda.
En cuanto a la localización de la población judía en Uceda, no hay o, de momento, no se han encontrado restos arqueológicos que den pie a localizarla. Tampoco hay constancia de sinagoga o carnicería que diesen servicio a la comunidad. Es posible que la comunidad habitara el arrabal de la villa, es decir, viviera extramuros durante la baja edad media, lo que hoy en día ha dado lugar al entramado urbanístico de la villa.

Calle de San Juan. Zona del Arrabal y actual zona urbana de Uceda.
 

Bibliografía:

[1] Las juderías medievales en la provincia de Guadalajara. Francisco Cantera y Burgos, Carlos Carrete Parrondo
Sefarad: Revista de Estudios Hebraicos y Sefardíes, ISSN 0037-0894, Año 33, Nº. 1, 1973 , págs. 3-44
[2] La Inquisición de Torquemada. Secretos íntimos / Isidore Loeb, H. Graetz, Fidel Fita
[3] El pogrom de 1391 en la diócesis de Toledo. ¿legitimidad, identidad y violencia en la castilla de la baja edad media? Gonzalo Viñuales Ferreiro. Universidad Rey Juan Carlos

[4] Judíos y conversos de Torretaguna (Madrid) en tiempos de la expulsión. Enrique Cantera Montenegro. Universidad de Madrid.
[5] «El repartimiento de Huete de 1290», en Sefarad, XXXVI, (1976), p. 127. Carlos CARRETE PARRONDO
[6] “Los judíos en la España moderna y contemporánea”, Vol.3 Julio Caro Baroja en su libro
[7] Gentilicios españoles. Tomás de la Torre Aparicio y José de la Torre
[8] Santa María de la Cabeza, única santa nacida en la provincia de Guadalajara (Carquiz, Uceda), de origen judeoconverso. Teresa Díaz Díaz

sábado, 19 de octubre de 2013

Juderías del Valle del Tiétar (V): Candeleda

La villa de Candeleda puede presumir sin duda de tener la judería más estudiada y documentada de todas las del Valle del Tiétar. Esto puede deberse quizás a estar la localidad próxima a otras mayores como Hervás o Béjar y por ser la puerta de entrada sur de la comarca.

Los restos de la primera ocupación humana del Valle del Tiétar se hacen muy patentes en esta localidad, ya que en zonas como el Risco de la Zorrera se han hallado pinturas rupestres. Durante el período prerromano la zona estuvo habitada por los vetones, ocupando zonas altas cerca de los cauces fluviales. El yacimiento arqueológico del Castro del Raso, un importante poblado vetón, confirma este hecho. 


Sin embargo, parece ser que el definitivo asentamiento humano en la actual Candeleda llegaría con los romanos. De hecho, la teoría más aceptada sobre el origen del nombre de la localidad es la composición de una de las acepciones de Candela, flor de los castaños, alcornoques o encinas presentes en el municipio, con el sufijo “etum”, que denota abundancia, con clara alusión a que ya en esta época la zona era rica en árboles frutales y a una de las fuentes de riqueza de la zona, la explotación forestal. Tras la dominación romana, los visigodos se establecieron en la zona del Valle del Tiétar  dejando en la villa restos como la ermita de Postoloboso.

No parece, sin embargo que durante la dominación musulmana, el Valle del Tiétar y Candeleda fuesen un lugar muy poblado. Hasta la conquista de Toledo en 1085, el Valle del Tiétar perteneció a la Marca Media de Al-Andalus, conformando las sierras de Gredos y Guadarrama su frontera natural. Esta tierra fronteriza y escasamente poblada, no se mantuvo, sin embargo, ajena a saqueos y razzias por ambas partes enfrentadas, cristianos y musulmanes.

El avance cristiano hacia al sur provocó la repoblación de la zona y la fundación de la mayoría de las localidades actuales del Valle del Tiétar  dependientes de la jurisdicción de Ávila. Es hacia 1271 cuando se tienen pruebas de la aparición de un núcleo de población en la actual Candeleda. Es en 1393 cuando Enrique III, como en otros casos mencionados como Arenas de Ferréiras (Arenas de San Pedro), Colmenar de Arenas (Mombeltrán) o La Adrada, son segregadas del Alfoz de Ávila y entregadas al señorío de Ruy López Dávalos.


La concesión a Candeleda del título de Villa el 14 de Octubre de 1393 por parte de Enrique III provocaron un aumento de la población durante los siglos XIII y XIV. Coincidiendo con esta repoblación, llegarían a la villa los primeras comunidades judías. No obstante, los ataques sufridos a finales del siglo XIV por los judíos en algunas de las aljamas más importantes del sur del reino Castellano (como las de Sevilla, Córdoba o Toledo), provocarían que muchos judíos se refugiaran en estas villas al cobijo de los grandes señores feudales. Por esto, la judería de Candeleda, al igual que otros pueblos del Valle del Tiétar, alcanzó su mayor esplendor durante el periodo comprendido entre mediados y finales del s. XV. Esto también puede demostrarse a través de las contribuciones que los judíos de Candeleda tributaron, ya que desde los 450 castellanos (1 castellano igual a 485 maravedís) en 1464 pasaron a pechar hasta 3.196 castellanos en 1490.

Parece que en un principio, y por cercanía, la pequeña judería de Candeleda, dependió de la de Oropesa a efectos de pagos de impuestos, pues consta que en 1474 dicha población contribuyó sin los judíos de Candeleda, lo cual da a entender que con anterioridad si lo había hecho y que posteriormente se constituyó en aljama independiente, o bien que luego pasara a depender de la mayor del Valle del Tiétar, la de Colmenar de Arenas (Mombeltrán).

La producción agrícola, fundamentalmente árboles frutales, olivo, vid, fue una de las fuentes de riqueza de los judíos, tal como quedó documentado en 1492 cuando los judíos propietarios de viñas en Candeleda, así como de olivares y diversas especies de cítricos, debieron vender su propiedades. También se dedicaron a las explotaciones forestal y lanar, y a una industria muy importante en la zona como era la apicultura. De hecho, esta actividad está probada a través de un documento en el que se nombra que el judío Salomón Pilaz era dueño de 100 colmenas y una majada en Candeleda para la obtención de cera y miel. 

Los judíos ocuparían profesiones como la de lañadores, cesteros, tejedores, guarnicioneros y tenderos. También ocuparían puestos como recaudadores de impuestos, como los de cobrar los derechos de montazgo del Puerto de Candeleda y del cobro de las rentas de los señores feudales del Valle de Tietar. El citado Salomón Pilaz, junto con otros judíos, cobraba las alcabalas y otros derechos del Conde de Miranda en Candeleda. En los anales está recogido que la labor la llevó a cabo junto con el el después converso Fernand Núñez de Oropesa. En una ocasión, parece que ll importe total a recaudar ascendía a 130.000 maravedís, por lo que para llegar a tal fin hicieron que muchos vendieran sus casas, viñas y huertas, llegando a alcanzar la cantidad de 200.000 maravedís e incluso más. Ante tal exceso, parece que Salomón Pilaz tomó la decisión que en lugar de entregar la totalidad al conde, quedarse con una parte, unos 25.000 maravedís, y huir a Portugal. El conde para resarcirse de ello encarceló a Fernand Núñez de Oropesa en Candeleda y a su mujer la encerró. Fernand Núñez de Oropesa, creyó que siendo bautizado alcanzaría el perdón del Conde, pero cuatro años después, seguía preso en la cárcel de Candeleda.


Está documentado el caso del judío Isaque Caba, recaudador de alcábalas, en 1478 que fue llevado a pleito por el judío Jaco Abelia, vecino de Jaraiz y también recaudador en  la zona del Campo Arañuelo, acusándole de quebrantamiento de compromiso e insultos. Para solucionar el pleito, se propuso como mediadores a otros dos judíos, pero la mediación nunca llegó a producirse porque el judío de Jaraiz huyó a Portugal.
En el año siguiente existe también documentado el pleito iniciado por el procurador fiscal contra Rabí Sento, vecino de Avila, por el cobro excesivo a pastores y ganaderos del tributo por cruzar el Puerto de Candeleda. 

La judería de Candeleda tuvo una extensión bastante reducida. Su ubicación se limitó a lo que actualmente es la plaza del Herreñal y las calles que la delimitan, una configuración que parece estar diseñada para el desarrollo interno de la comunidad y el aislamiento. De esta plaza parten seis calles de manera radial: de la Rosa, de la Luna, del Sol (cambiada posteriormente por el de calle del Hospital), de la Fortuna, de la Moneda y de la Plata, haciendo alusión estas últimas a los comerciantes, prestamistas, banqueros y plateros que tenían sus negocios en estas calles. También parte de dicha plaza la calle de Talavera, llamada así porque desde aquí partía el antiguo camino a  esa localidad, y con la que los judíos de Candeleda mantuvieron estrechas relaciones sociales y comerciales con los judíos de Talavera.


Las calles que rodean el perímetro de las manzanas que forman la plaza del Herreñal son las calles de la Concepción, del Clavel, de la Azucena y de la Amargura. Donde parece que también habitaron, o al menos tuvieron comercios, los judíos.


Ver La Judería de Candeleda en un mapa más grande

En el actual número 14 de la calle de la Amargura se encuentra la Casa de la Judería, antigua Casa de la Inquisición y que por lo que cuenta la tradición dio nombre a la calle porque el camino que debieron recorrer los judíos camino del exilio o los conversos camino del Santo Oficio era amargo.  




La Casa de la Judería, reconvertida en centro cultura, ha respetado la disposición interna de una típica casa de la zona, y celebra en la actualidad exposiciones de artistas de la localidad, así como venta al público de especialidades culinarias típicas de la zona. Sin embargo, no espere de este lugar un centro de interpretación y exposición de la antigua judería de Candeleda.


Parece que la protección que los señores de Candeleda tuvieron sobre los judíos, y el ambiente antijudío que existió en Castilla durante toda la baja edad media, provocaron seguramente más de un episodio de violencia contra éstos. Sin embargo, sólo se tiene constancia documentada de un hecho contra los judíos. Y es que, como cuentan las crónicas, en 1479 Pedro Manrique apresó a Abraham Arauso que acababa de tomar posesión en nombre de los Reyes Católicos de la villa de Puebla de Naciados (Cáceres). y los expuso en la picota de Candeleda para quemarlo. Sin embargo, esto no llegó a producirse por el rescate de 30.000 maravedís que las aljamas judías de varias zonas del reino aportaron. Una vez liberado, Abraham Arauso reclamó justicia ante el Consejo Real  y la devolución del importe por su rescate para poder restituir a las aljamas el dinero.  Fueron los Reyes Católicos quienes obligaron a Pedro Manrique, ante su negativa, a la devolución de la cuantía.

La orden de expulsión impuso a los judíos de Candeleda, el abandono de sus hogares, que siguieron el mismo camino que los del resto del Valle del Tiétar hacia los puertos andaluces y de allí hacia Marruecos, o hacia Portugal. Está muy documentado el retorno de muchos judíos ya convertidos al cristianismo y las denuncias ante el Concejo Real para la devolución de sus bienes.

Bibliografía:

domingo, 6 de octubre de 2013

Juderías del Valle del Tiétar (III): Mombeltrán (Colmenar de Arenas)

Mombeltrán o Colmenar de Arenas como se denominaba antes de la derogación de los privilegios de la villa en 1728, es en la actualidad la localidad cabecera del llamado Barranco de las Cinco Villas y tuvo el privilegio de contar con la mayor población judía del Valle Tiétar abulense. 


Aunque se sabe que esta zona del valle del Tiétar estuvo habitado desde la Edad de Hierro por los vetones, en el Barranco no se han encontrado restos importantes. No es hasta época romana en la que se aprecian los primeros asentamientos cercanos a arroyos y promontorios.  No se tienen noticias de esta zona hasta que en el 1085 las tropas cristianas conquistan la ciudad de Toledo y la frontera entre los reinos de Taifas y los reinos castellanos está ya por debajo de la marca del Tajo. La zona de Gredos, y en especial el valle del Tiétar y el Barranco, se convierte en un lugar donde se sucederían batallas y escaramuzas entre un bando y otro. 
Cuando en 1181 Alfonso VIII lleva los límites del concejo de Ávila hasta más allá de los cauces del Alberche y el Tiétar y deja la zona del Barranco finalmente bajo el dominio cristiano, se produce la repoblación de la zona, en la que probablemente empieza a asentarse los primero judíos.

Parece que en 1210 ya se recoge en un documento el nombre del Colmenar, en el que se da prueba de la existencia de un núcleo de población, con una cierta organización del territorio señorial y en el que parece sugerirse que llevaba años poblado. Finalmente, la zona, y en especial Colmenar de Arenes, adquieren importancia a partir de la segunda mitad del siglo XIII y durante todo el siglo XIV, gracias al desarrollo de la trashumancia, ya que esta zona es un lugar de paso obligado que comunica las dehesas de Extremadura y La Mancha y las sierras del norte. 
Precisamente son los ingresos del impuesto de montazgo, el tributo pagado por el paso del ganado, los que despertarán el interés de la nobleza castellana por estos territorios, lo que impulsará la concesión de las cartas de villazgo o privilegio de villa y la independencia del concejo de Ávila de aldeas como El Colmenar.
Por estas razones, en 1393 Enrique III concede el privilegio de villas a las aldeas de Candeleda, Arenas y La Adrada, y a Mombeltrán se le concede una feria y mercado para “que se pueble y haga mejor”


Mientras que a los demás pueblos se les deja libre la elección del día de la celebración, a Mombeltrán se le fija en sábado, por lo que por ser de descanso religioso la comunidad judía, estos no acudían a comerciar. No es hasta 1465 cuando el mercado es trasladado por orden de Enrique IV y se otorga “un mercado franco cada jueves, quizás por el importante peso en la economía local que tenía la comunidad hebrea.

Al ser entregada en 1461 la villa a Don Beltrán de la Cueva, el rey la otorga “con todos los vasallos así cristianos como moros e judíos que agora ahí viven e moran e vivieren moraren de aquí en adelante en dicha villa de Colmenar e su tierra”. Con el señorío y protección de Don Beltrán de la Cueva la judería aumenta notablemente, según se concluye por el aumento de los repartimientos tributados por la comunidad judía hasta la fecha de la expulsión.  


Ver La Judería de Mombeltrán en un mapa más grande  

En 1464 a la judería de Colmenar de Arenas se la concede el título de aljama, lo que pone en relieve su importancia e influencia económica en la zona. Desgraciadamente hasta el día de hoy no hay noticias de en donde se pudieron localizar donde estuvieron lugares importantes para la comunidad judía como su sinagoga o su carnicería. En 1474 se iguala con La Adrada en población y tributos, superándola rápidamente hasta 1492.
Según la tradición popular, pues no hay documentación que lo acredite, el barrio judío se situó en torno a la Plaza de la Corredera, con el fin de aprovechar el mercado que allí se celebraba. En Mombeltrán los judíos negociaron con paños y sedas. Además, se ocupaban del cobro de derechos reales. En 1476 se conoce por documentos de la villa que estaban encargados de cobrar el arancel del paso de mercancías por el pueblo dos cristianos junto con el judío Yuça Mamón. También se encargaban de cobrar el portazgo del puerto del Pico y el montazgo de Ramacastañas, muy rentables y deseados por encontrarse en cañada real.
Asimismo se dedicaron al cultivo del viñedo como lo demuestran los bienes que se ven obligados a enajenar en los días de la marcha, como viñas y bodegas, y también por el documento en el que se relata el suceso de condena de Symuel Fartalón en 1486, natural de Colmenar de Arenas, en el que se cita “una viña de los herederos de Salomó Peço”; en este documento Symuel Fartalón es acusado de haber dado muerte a un hombre en una viña suya y por la que finalmente se le declara inocente. En 1492 Yuçe Abeçan, morador de Mombeltrán, recoge la relación de sus propiedades para su entrega al reino vendiendo a Juan de Rebelte una viña en el término de las Falegas.


También es curioso el documento fechado en 1448 en el extraño nombre de un vecino de Colmenar y con el cargo de “Lugar del Maestre”, Pedro González Abenhiben, daba poder al bachiller Ruy López Beato, vecino de Ávila, para que cobrase ciertas deudas en su nombre, lo que prueba el amplio radio de acción de la actuación de los prestamistas de esta villa.

Con el edicto de expulsión, parece que la comunidad judía de Colmenar de Arenas se embarca en su mayoría camino de Marruecos atravesando Andalucía, aunque también consta que alguno se fue a Portugal. Un documento de Cuéllar cita los maravedíes que correspondieron al duque de Alburquerque, confiscados a los herejes de Mombeltrán hasta 1496, cuyo monto ascendió a 179.223 mrs.
En el archivo de Mombeltrán queda la cédula y órdenes de la expulsión y el proceso para saldar las deudas antes de marchar. Por real cédula de 14 de octubre de 1494 le eran concedidos al duque de Alburquerque los bienes que dejaron los judíos expulsados.

Bibliografía:

domingo, 29 de septiembre de 2013

Juderías del Valle del Tiétar (I): La Adrada

El valle del Tiétar tiene una situación estratégica desde época romana, ya que no sólo comunica el centro de la península con el norte de Extremadura y la comarca de la Vera de Plasencia por un valle de fácil tránsito y por un río que riega una fértil vega, sino que, además, por el sur avanza en paralelo a tierras toledanas, mientras que por oriente enlaza con el valle del Alberche y con las tierras pinariegas del Guadarrama próximas a Madrid. Además, se sitúa entre dos grandes capitales que durante la edad media concentraron grandes comunidades judías: Ávila y Toledo. Junto a esto, la benignidad del clima que favorece cultivos típicamente mediterráneos como la vid, el olivo y árboles frutales y las amplias dehesas de encinas y pastos que se extienden a ambos lados del río, explican que ya íberos y celtas se disputaran esta zona.


La presencia judía en tierras del Valle del Tiétar, a diferencia de otras zonas de la península y de zonas cercanas como las de Ávila, Piedrahíta, El Barco, Hervás, Talavera de la Reina, Maqueda o Toledo, es tardía y a pesar de la abundancia documental, estas juderías son poco conocidas. Alcanzaron su esplendor hacia el siglo XV, cuando población de diversas comunidades de otros lugares de la geografía hispánica consiguieron llegar a esta zona de pueblos fortificados y de relativa paz frente a las persecuciones antijudías que se daban en el resto del reino castellano. Se sabe que hacia 1483, un buen número de judíos procedentes de las diócesis de Córdoba, Sevilla y Cádiz llegaron al norte de Extremadura y a los señoríos del sur de Ávila como los del Valle del Tiétar. A pesar de todo, en fechas próximas a la expulsión, se tiene constancia del elevado número de judíos que se convirtieron al cristianismo para no tener que salir de Castilla.




Las juderías documentadas del Valle del Tiétar son: La Adrada, Mombeltrán (Colmenar de Arenas), Arenas de San Pedro y Candeleda y en la cercana Sierra de San Vicente, límite natural entre el Valle del Tiétar y la zona de influencia de Toledo, Navarmorcuende. Tal fue el crecimiento de estas comunidades a lo largo del siglo que pudieron constituirse como aljamas, pechando por ejemplo La Adrada, perteneciente al obispado de Ávila, unos 1400 maravedíes hacia 1467 y entre 1489-1491 contribuía con Pajares y Castillo de Bayuela, incrementando su importancia, a juzgar por el aumento de sus contribuciones, desde su fundación hasta la expulsión de 1492.


Hay que decir que a diferencia de las comunidades al otro lado de la Sierra de Gredos, estas aljamas no llegaron a ser tan prósperas. Así se considera que la actividad predominante fue la viticultura y la apicultura, aunque también pudieron existir grupos importantes de artesanos como odreros, pellejeros, tintoreros, zapateros, tejedores, etc. No parece que actividades como las de la medicina o arrendadores de impuestos y prestamistas fuesen profesiones muy extendidas, aunque, considerando el total de la población, tampoco hay que descartarlas, así como el de algún cargo administrativo concejil. Todo indica que las comunidades y villas de esta zona sufrieron un fuerte impulso económico tras la protección dada por Enrique IV en 1464 a las actividades agrarias, ganaderas y mineras, así como a la reactivación de comercio lanar con la concesión de ferias y mercados, lo que contribuiría a un aumento del poder adquisitivo de esta comarca, y por tanto, un polo de atracción a la población judía que era expulsada o huía de otras zonas de la península 

No se conoce demasiado sobre el origen de La Adrada, aunque diversos vestigios de origen romanos como el puente Mocha sobre el Tiétar dan una clara idea de que la zona ya estaba habitada hacia el siglo II. También se especula en la actualidad si sobre el cerro donde hoy en día se sitúa el Castillo que vigila toda la villa hubo un asentamiento celta, ya que desde él se tiene un buen control de la zona alta del valle y del paso hacia el Alberche. 

El origen del topónimo de esta villa tampoco es claro, mientras hay autores que indican que se debe a alguna tribu bereber que se asentó aquí tras la invasión árabe, hay otros autores que opinan que el nombre de La Adrada es una derivación de una forma sincopada de “apartada” o “arredrada”. Otras teorías apuntan a que debe su nombre a uno de sus habitantes llamado Ad-Rada o provenir etimológicamente del árabe "dâr" (dar vueltas, circular) o "dáur" que significa turno o vez en el mismo sentido de "adra" o contribución que se reparte entre un vecindario para "adrar" o repartir las aguas de riego, haciendo alusión a la fértil vega de la zona. 

La población de La Adrada aparece mencionada ya hacia el siglo XIII, cuando hacia 1274 el concejo de Ávila le concede en precario, es decir reservándose una posible devolución, la inmensa dehesa de la Avellaneda para procurar un aliciente a la repoblación de la zona. Es hacia 1393 cuando su primer señor, López Dávalos, logra su secesión de Ávila, convirtiéndola en villa y capital de un extenso señorío. Es en este periodo cuando las tierras de la Adrada son repobladas al parecer por gentes oriundas de Galicia y Navarra.

El constante contacto comercial con poblaciones circundantes con comunidades judías asentadas como San Martín de Valdeiglesias, Ávila, Cadalso, Escalona, Navamorcuende, resultarían imprescindibles para un posterior asentamiento judío en la villa. La sanción por parte de sucesivos monarcas en hacer a los vecinos de la villa libres de pagar portazgo o peaje a sus mercancías, ganado, así como la celebración de mercados y de una feria de 15 días, animaron a comerciantes judíos a asentarse en esta zona. 

La propia determinación de las fechas de las ferias, romerías y fiestas se relaciona indudablemente con la posibilidad de intercambiar mercancías. Las ferías y mercados de noviembre coincide con la necesidad de colocar los excedentes de las cosechas y además se aprovechaba el paso de los pastores con el ganado trashumante en su bajada a los pastos cálidos de invierno, desde las áreas montañosas del norte. Además, es fecha favorable, tras la vendimia y la recolección de la castaña, de la que se haría en la feria transacciones elevadas, y no faltaría la actividad financiera de ciertos vecinos, sobre todo judíos. 


En La Adrada se tiene documentado el nombre de 17 judíos que en 1486 se dedicaban al tráfico comercial, eran carreteros, trajinantes y recueros (a cargo de recuas), transportando en ese año una gran cantidad de trigo y centeno para el abastecimiento de La Adrada. Estos comerciantes dominaron el intercambio comercial entre el norte de Ávila, zona cerealística, y el sur, dedicada a la ganadería y explotación forestal. De este modo, vendían trigo, cebada o paño en la cuenca del Tiétar, mientras compraban o cobraban sus préstamos en madera, vino y lana que posteriormente vendían en la ciudad o en los lugares del norte de Ávila.
Consta en crónicas de la villa que había un gran número de artesanos judíos tejedores de paños y lienzos, así como bataneros encargados de molinos a orillas del Tiétar.
Es en 1464 cuando la comunidad judía de La Adrada alcanza la categoría de aljama, lo que indica cierto poder económico e influencia sobre otras comunidades judías del entorno.


Aunque no está muy clara la situación de la judería, parece que esta se situó en el entorno del Camino de Piedralaves, calle que haría de vía principal de la aljama, así como en la calle Feria y aledaños.



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Bibliografía: