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miércoles, 11 de febrero de 2015

Judíos en el Valle del Jarama: La Judería de Uceda

Vista del Ayuntamiento de Uceda. Parte de la antigua Cartuja. Plaza Mayor.
Asomada a la cornisa del alto valle del río Jarama, se encuentra la localidad que daría durante un amplio periodo tiempo en la edad media, nombre a las tierras que la circundaban; La villa de Uceda, ahora población reducida, fue junto a la cercana Torrelaguna, una de las poblaciones más importantes de este extremo de la campiña alcarreña. Y es que la historia de esta villa estará siempre condicionada por su  localización geográfica.

Con restos del Paleolítico, de la edad de bronce y de un pequeño segmento de una calzada romana a los pies de la villa, en la llamada cuesta de la  Varga (nombre posiblemente de origen celtíbero de la voz “berg”, altura), se confirma que la villa ya tuvo pobladores por ser un lugar con un amplio control sobre el alto valle del Jarama. De hecho, el mismo topónimo de la villa parece provenir, según algunos historiadores, de la antigua ciudad romana “Vescelia” o “Uscelia”, conquistada por las tropas romanas hacia el 190 a.c. ya que este lugar poseía cierto valor estratégico.

Restos del Castillo de Uceda.
Bajo dominio visigodo, la zona no resalta significativamente, siendo rápidamente conquistada por los musulmanes cuando entran en la Península Ibérica en el 714. Sin embargo, éstos si se interesan de nuevo por su posición, y construyen una fortificación y unas murallas hacia el S. IX., hoy prácticamente desaparecidos y de los que tan sólo quedan vestigios mal conservados. El castillo, al ser inexpugnable por sus lados norte y oeste, que dan al  valle del Jarama y quedando unido al pueblo sólo al este, fue una plaza de difícil conquista por parte de las tropas cristianas durante el avance de los reinos cristianos hacia el sur.

La primera referencia de Uceda aparece hacia el 1040, cuando Fernando I de León conquista su fortaleza cuando lucha contra las tropas musulmanas de otra plaza fortificada como fue Buitrago de Lozoya

Hay autores que afirman que el nombre de la villa de Uceda proviene de Iudea (Judea), debido a la gran cantidad de judíos que vivían en esta localidad durante esta época alto medieval, aunque de momento no está del todo corroborado. Julio Caro Baroja en su libro “Los judíos en la España moderna y contemporánea”, Vol.3, indica que a los naturales de Uceda y de poblaciones cercanas dependientes de esta localidad, se les apoda “judíos”. De hecho hay un pequeño soneto que dice:

Si vas al Cubillo, lleva pan en el Bolsillo.
En Uceda son judíos, las campanas lo declaran,
En el Cubillo tramposos, porque deben y no pagan”.

Lo que sí confirma es que durante mucho tiempo, la población judía fue abundante en la villa de Uceda.

Tras la toma de Alfonso VI de Toledo hacia el 1085, Uceda pasa definitivamente a manos cristianas, y por su posición estratégica, bajo poder directo de los Reyes de Castilla, otorgándoles éstos fuero propio y un amplio control sobre el territorio de la Comunidad de Villa yTierra de Uceda.


La presencia judía en Uceda queda registrada en el Padrón de Huete. De las dieciséis aljamas y juderías que se registran en el espacio al sur del Sistema Central, la judería de Uceda no sobresale como  importante, aunque sí, tal como aclararía Carlos Carrete Parrondo en su obra  «El repartimiento de Huete de 1290», a lo largo de la baja edad media iría adquiriendo mayor importancia, junto a las de Alcalá de Henares, Buitrago o Zorita.

Considerada como Judería menor, es decir, sin rango de Aljama, tributó unos 2.841 maravedíes dando, según palabras de González en su libro “Repoblación de Castilla" , hasta 200 hebreos.

Posiblemente, al igual que en otras partes de Castilla, los judíos de Uceda tenían como principal profesión la del comercio; el tránsito entre uno y otro lado de la Sierra Somosierra, y las vías entre Buitrago e Hita hiceron de uceda un centro un importante de transacciones donde numerosos comerciantes judíos pudieron ubicarse. 

Durante los ataques antijudíos que se produjeron a lo largo de la península en 1391, parece que la judería de Uceda se mantuvo relativamente tranquila, como indica  Gonzalo Viñuales Ferreiro en su trabajo “El pogrom de 1391 en la diócesis de Toledo. ¿Legitimidad, identidad y violencia en la castilla de la baja edad media?“ [3],  debido a la protección que le procuró la Casa del Infantado, ya que Uceda estuvo bajo proteccion de Los Mendoza durante el siglo XIV y XV, como el resto de la provincia de Guadalajara.

Hacia los años 1463 y 1464, Uceda, junto con Alcalá de Henares, Torrelaguna, Talamanca y Mondéjar, tributaban del orden de 800 a 1200 maravedíes y Madoz estima que en el S. XVI, la villa contaría con 500 vecinos, es decir, 2.500 almas. Y hacia el 1474, en el repartimiento realizado por el por Rabí Jacob Aben-Núñez, juez mayor de los judíos y médico del rey  Enrique IV, Uceda contribuye con 800 maravedíes (Amador de los Ríos, Historia, tomo III, pág. 599 y 600). Por lo que todo indica que hacia finales del S. XV la población judía en Uceda habría aumentado considerablemente.

«El aljama de los judíos de Tordelaguna, é sin los judíos de Uceda é Talamanca, mil maravedís. El aljama de los judíos de Uceda, ochocientos maravedís. Los judíos de Talamanca é de Algete, setecientos maravedís. El aljama de los judíos de Buitrago, tres mil é trescientos maravedís. El aljama de los judíos de Alcalá de Henares, sin los judíos que moran en Cobeña, cinco mil maravedís. Los judíos que moran en Cobeña, quinientos maravedís. Los judíos que moran en Madrid, con los judíos que moran en Ciempozuelos, é en Pinto, é en Barajas é en Torrejón de Velasco, mil é doscientos maravedís.»

Llegado el año 1492, los judíos de Uceda y de la Tierra de Uceda se ven forzados o a marcharse del reino de Castilla o convertirse. La mayoría huirían hacia Portugal, aunque muchos otros, tal como lo confirman en los numerosos procesos inquisitoriales de los años siguientes, preferirán la coversión.

En el proceso inquisitorial seguido contra Francisco de Murcia, converso, vecino de Uceda, aparece como testigo de abono un Francisco Pérez, escribano, vecino de Torrelaguna, de unos cuarenta y ocho años, que «no sabe dónde se volvió chistiano porque era chico». Su padre, madre y hermanos se habían bautizado en Torrelaguna, «el mismo año que tos judíos fueron echados de Castilla».

En otro proceso, este contra Diego de Acosta, otro vecino de Uceda, figura: mujer de Sebastián de la Vega, vecino de Uceda, que tenía un hermano en Torrelaguna «christiano nuevo de judio» y que en 1492, «su madre fue con ellos a Cartagena para desde allí salir fuera de España, pero allí se bautizaron todos».

También hay documentado el hecho de que un judío de la villa de Uceda y que huyó de la persecución de la Inquisición, tenía en propiedad más de 300 mulas, comerciaba directamente con portugueses, y hacia Portugal huyó desde la zona.

Por último, hay que resaltar que una de las figuras más veneradas de Madrid, SantaMaría de la Cabeza, María Toribia, fue oriunda de Caraquiz, (otros autores la localizan en la cercana villa de Cobeña) y de origen judeoconverso a finales del siglo XI o principios del XII. Parece que sus primeros años vivió en Uceda hasta la muerte de sus padres, en la que se trasladaría a Torrelaguna a vivir con unos parientes.

Zona donde se ubicó en la edad media el entramado urbanístico intramuros de Uceda.
En cuanto a la localización de la población judía en Uceda, no hay o, de momento, no se han encontrado restos arqueológicos que den pie a localizarla. Tampoco hay constancia de sinagoga o carnicería que diesen servicio a la comunidad. Es posible que la comunidad habitara el arrabal de la villa, es decir, viviera extramuros durante la baja edad media, lo que hoy en día ha dado lugar al entramado urbanístico de la villa.

Calle de San Juan. Zona del Arrabal y actual zona urbana de Uceda.
 

Bibliografía:

[1] Las juderías medievales en la provincia de Guadalajara. Francisco Cantera y Burgos, Carlos Carrete Parrondo
Sefarad: Revista de Estudios Hebraicos y Sefardíes, ISSN 0037-0894, Año 33, Nº. 1, 1973 , págs. 3-44
[2] La Inquisición de Torquemada. Secretos íntimos / Isidore Loeb, H. Graetz, Fidel Fita
[3] El pogrom de 1391 en la diócesis de Toledo. ¿legitimidad, identidad y violencia en la castilla de la baja edad media? Gonzalo Viñuales Ferreiro. Universidad Rey Juan Carlos

[4] Judíos y conversos de Torretaguna (Madrid) en tiempos de la expulsión. Enrique Cantera Montenegro. Universidad de Madrid.
[5] «El repartimiento de Huete de 1290», en Sefarad, XXXVI, (1976), p. 127. Carlos CARRETE PARRONDO
[6] “Los judíos en la España moderna y contemporánea”, Vol.3 Julio Caro Baroja en su libro
[7] Gentilicios españoles. Tomás de la Torre Aparicio y José de la Torre
[8] Santa María de la Cabeza, única santa nacida en la provincia de Guadalajara (Carquiz, Uceda), de origen judeoconverso. Teresa Díaz Díaz

martes, 29 de enero de 2013

La Judería de Sigüenza

Sigüenza se asienta en un cerro rodeado por el río Henares y varios arroyos, lo que unido a estar en la vía que unía Mérida con Zaragoza, al igual que otras villas como Hita, Jadraque o Medinaceli, la convirtieron en un lugar económica y estratégicamente importante. Ya se tiene constancia de la existencia de una población celtíbera llamada Segontia durante el S. III a.c, pues durante la invasión cartaginesa fue asediada. Más tarde, en el S. II a.c, durante Guerras Celtíberas es ocupada por los romanos, que establecieron en este lugar un importante centro militar y residencial.
Esta importancia en época romana no decayó durante el dominio visigodo, donde continuó su crecimiento económico y demográfico, convirtiéndose en sede episcopal. Bajo dominación musulmana se constituye la medina, con importantes remodelaciones del castillo. Tras la toma por parte de los cristianos, sería recuperada como sede episcopal y debido a su privilegiada ubicación la hizo tener un destacado papel defensivo.
El trazado medieval de la ciudad se ve influenciado tanto por la presencia musulmana como por ser sede episcopal. En 1121 Bernardo de Agén es investido obispo de Sigüenza por el arzobispo de Toledo Bernardo de Sedirac y hacia 1124, tras haber conquistado la ciudad, inicia las obras de la que sería la catedral, que obispos posteriores continuaron hasta que se finalizó en el siglo XVI, lo cual conferiría a la ciudad, la actual distribución.
La presencia de la población judía en Sigüenza está documentada en una concesión que da el rey en 1124 para realizar enterramientos en la “cuesta del huesario” cuando la ciudad es conquistada, lo que nos indica que los judíos ya habitaban Sigüenza bajo dominación musulmana. Esta necrópolis cuyo uso se extendió hasta 1492, fue redescubierta en el 1826, en el que se encontraron gran cantidad de esqueletos en sepulcros independientes.





Además, Alfonso VII concede al obispo la jurisdicción sobre la aljama, por lo que gran parte de los tributos irían a las arcas del clero y quedando desde este momento, hasta el año de la expulsión, la comunidad judía queda ligada y bajo la tutela del Obispo de la ciudad. Aun así, en el fuero de Sigüenza se especificaba que: "Todos los omes que moraren en Sigüenza, xristianos, arrianos et judios et moros todos ayan y fuero", indicando las obligaciones de cada uno de los credos que cohabitaban en la ciudad, además de la dispensa de fomentar la repoblación de la zona.



Es probable que durante la dominación musulmana, los judíos contaran con su propio barrio, separado de los musulmanes y de los mozárabes. Tras la conquista cristiana, y bajo la protección del señor de la villa, es decir, del Obispo de Sigüenza, la población hebrea goza de una relativa libertad y prosperidad, lo cual permitió una cierta dispersión de la población por la ciudad, desplazándose hacia los aledaños de la Catedral, pues era una zona más apta para el comercio. Según documentación existente en el archivo de la catedral, la convivencia entre judíos y cristianos fue buena hasta fines del siglo XV. Sin embargo, parece también documentarse que los judíos de la ciudad se concentraron en la zona alta de, junto al Castillo. 
En 1412 y tras una serie de disturbios promovidos por las predicaciones de San Vicente Ferrer que se extendieron por los diferentes reinos de la península, Juan II de Castilla ordenó la reclusión de la población hebrea en barrios separados físicamente del resto de la población, por lo que los judíos ocuparon esa zona que hoy en día se conoce como Barrio Judío o Barrio Nuevo. 
La Judería de Sigüenza tenía en su centro una sinagoga y ocupando el declive que protegía el Castillo y teniendo como límites el Portal Mayor y la Calle travesaña Baja. La Puerta de Hierro que hoy en día podemos observar, sirvió como puerta de paso entre la zona de la judería y el resto de la ciudad.


Ver La Judería de Sigüenza en un mapa más grande

El Barrio judío, rodeado por murallas, tuvo al “Portal Mayor” la entrada principal y daba paso, además, a la zona donde se realizaban los enterramiento, el “osario de los judíos” o como popularmente se conocía “cuesta del “cuesta del huesario”. 


Otras tres puertas, en lugar de una como indicaba la legislación, comunicaban al Barrio judío con el resto de la ciudad: "Herreros" o “Puerta de Hierro”, "Medina" (quemada en el siglo XVI y actual Puerta Nueva) y "Arquillo de San Juan". 



Además, la zona era mucho más favorable para el comercio, de modo que su comunidad creció prósperamente. Compartían el barrio con los Musulmanes, cuyo número había disminuido tan drásticamente que no alcanzaban para constituir por sí mismos un barrio, estando restringidos a una sóla calle, la de los Herreros.

   

En la Sigüenza medieval, la Puerta de Hierro fue la entrada principal de la ciudad. Entre el espacio comprendido entre la muralla del siglo XII que albergaba esta puerta y la muralla del siglo XV donde se encuentra el Portal Mayor, se situó la judería. Esta zona, fue el lugar donde se instalaron artesanos y comerciantes de Sigüenza. La Puerta del Hierro al ser una de las entradas principales es donde se cobraba el impuesto de entrada de las mercancías dentro del recinto amurallado para la venta de productos en el mercado semanal. La Plaza del Hierro (donde se ubica la puerta del mismo nombre) era conocida antiguamente como Plaza del Trigo y durante la edad media fue zona de mercado.

     

El Arquillo de San Juan o Puerta de la Travesaña Baja, abierto en el siglo XIII en una de las torres de la muralla, permitió la comunicación entre el barrio de la Judería, ubicada entonces en la calle Travesaña Baja, y la Morería, cuyo centro, como hemos dicho era la Calle Herreros. Dicho arco tiene en su interior hay un balconcillo corrido del siglo XVIII con la imagen de la Vírgen del Carmen.
Hoy en dia se mantiene la huella judía en el callejero de Sigüenza; la calle de la Sinagoga, anteriormente llamada Calle de Judes, nos indica claramente donde se situó la llamada Sinagoga Nueva, aquella que la comunidad construyó tras su traslado a la judería.



Según describió Francisco Cantera en su libro "Sinagogas Españolas", la Sinagoga Nueva se correspondería al número 8 de esta calle, en el que todavía se puede apreciar un arco de medio punto, pero no los huecos de dos las ventanas que él mencionaba. También la documentación archivada en la catedral especifica que el antiguo templo judío se ubicaba en la calle de San Vicente, por tanto, en el mismo sector donde hoy encontramos la calle de la Sinagoga. En este lugar se estableció posteriormente a 1492 una iglesia, aunque posteriormente se transformó en viviendas, tal como han recogido las crónicas, diviéndose el edificio en tres.

    
 
También en la misma orden de 1412 de Juan II, se ordenaba limitar el número de templos judíos que la comunidad hebrea podía tener en una ciudad a uno sólo, por lo que parece que una de las posible Sinagogas, de las dos con las que contó la comunidad, se vendió a la cofradía de San Juan Bautista, que aunque no se conservan registros sobre esta transacción. Crónicas posteriores, relacionaron a este edificio con actividades judaizantes.

    

Parece que tuvo tanta importancia la comunidad judía de Sigüenza, que en las crónicas de aquel momento era conocido que el cardenal Francisco Jiménez deCisneros (1436 - 1517), aprendió el hebreo de un judío seguntino durante su estancia en la ciudad.
"Tan aficionado como esto era de las letras y de hacer fundaciones, si bien a la Sagrada Escritura era toda su inclinación, pues como otro Jerónimo, empezó a aprender la lengua Hebrea y Caldea de un judío de esta ciudad (Sigüenza) para entenderla perfectamente y fueron tan buenos estos principios, que se valió mucho de ellos en el trabajo de la Biblia Complutense " Jiménez de Cisneros, descrito por Pedro Quintanilla (1653).


En los repartimientos del «servicio y medio servicio» de los judíos de Castilla de 1484, 1485,1490 y 1491, la población aportó entre 1000 a 1500 maravedíes, por lo que tuvo suficiente población y era lo suficientemente importante como para adquirir la categoría de aljama. Es cierto que parte de los hebreos se dedicaban a la agricultura, pero se sabe que los judíos tenían en esa ciudad importante negocios de explotación de salinas, como en la vecina Medinaceli. Cabe señalar que en 1490, cuando la comunidad había perdido gran parte de su prosperidad, aún pudo reunir la considerable suma de 204.464 maravedíes por el rescate de los judíos de Málaga, que había sido conquistada por los Reyes Católicos.

Luego, después de la Expulsión, el barrio fue repartido entre los poderosos, y se sabe que el cardenal Mendoza donó la antigua sinagoga a un pariente suyo, don Pedro Lasso de Mendoza, que en 1494 la ofrecía en venta por veinte mil reales.
El 15 de febrero de 1496 el Cabildo manda “se dé al señor Pero Laso parte de los maravedíes que se le han de dar de la venta de la sinoga”.

Bibliografía:
[1] Francisco Cantera "Sinagogas españolas", Madrid 1955
[2] Francisco Cantera y Carlos Carrete "Las juderías medievales en la provincia de Guadalajara", Madrid 1975
[3] Francisco Javier Dávara Rodríguez "La judería medieval seguntina", Anales Seguntinos, Vol. I, n. 2, Sigüenza 1985
[4] Marcos Nieto "Las sinagogas de Sigüenza", Madrid 1998
[5] Jose Antonio Gómez Gordo "Sigüenza. Historia. Arte. Folkore", Sigüenza 1978
[6] José Luis Lacave "Juderías y sinagogas españolas", Madrid 1992
[7] Javier Castaño González "Las comunidades judías en el obispado de Sigüenza en la Baja Edad Media: transformación y disgregación del Judaísmo en Castilla a fines del Medievo", Tesis Doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 1994

miércoles, 2 de enero de 2013

La Aljama de Zorita de los Canes

Hablar de judíos en Zorita de los Canes es hablar de su castillo, y hablar de su castillo es hablar de la Orden de Calatrava, de los fueros concedidos a la villa por Alfonso VIII y por la repoblación de la zona.
Con la frase “Zorita es fuerte porque está hecha con piedras de Recópolis”, Al-Rasis, describió como la fortaleza deZorita se construyó durante el siglo IX utilizando como cantera la vieja ciudad visigoda de Recópolis. Y es que Zorita cumplía un importante papel como enclave defensivo y punto estratégico sobre el valle del Tajo y sobre esta zona de la Alcarria que se convirtió durante buena parte de la edad media, en tierra fronteriza, desplegándose en sus tierra la “marca media” como parte de las defensas árabes. Para reforzar estas defensas, los musulmanes habían cuidado también asegurar la retaguardia con núcleos como fue Madinat Zorita que se convirtió en una importante plaza por su lugar estratégico que  incluso llegó a ser capital de uno de los distritos administrativos de Al-Andalus. 


El Castillo de Zorita se encuentra situado sobre un cerro rocoso y rodeado por el río Tajo a un lado y por el arroyo Badujo al otro, convierto este lugar en una posición estratégica vital para la vigilancia y control de comunicaciones a través del único puente que cruzaba el Tajo, de los tres, por los que solo estaba permitido atravesar las mercancías y pagar los pontazgos debidos al Rey de Castilla (Zorita, Alarilla y Toledo), y que, por tanto, aseguraba ser el paso obligado entre la cabecera del Tajo y la zona meridional de la Alcarria, así como ser la puerta de entrada al acceso desde el noreste hasta Toledo.
La alcazaba de Zorita no fue nunca conquistada ni por asalto ni por asedio, si no que fue cambiando de manos mediante de pactos. Con la desintegración del Califato (1031) y el surgimiento de los primeros reinos de Taifas, Zorita pasó a pertenecer al reino de taifa de Toledo que en 1085 cae en manos del rey de Castilla, Alfonso VI; en este año Zorita y su fortaleza pasan a tener cierta relevancia en el avance hacia Cuenca, siendo entregada esta plaza a Alvar Fañez de Minaya, el lugarteniente de Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. Sería en este periodo en el que se comenzaría la repoblación de la Alcarria, aunque sólo donde existían ya núcleos urbanos. Este proceso de por sí lento, y fue frenado durante años e incluso en ocasiones destruido, por la invasión almorávide.



Tras un traspaso de la fortaleza a manos musulmanas, sería Alfonso VII quien la recuperaría de nuevo, y sería su hijo, Alfonso VIII quien donaría la fortaleza, así como la villa, y tierras colindantes como Pastrana, a la Orden de Calatrava,  con el objetivo de defender el paso por el río Tajo de las nuevas oleadas y razias de invasores musulmanes, los Almohades, que hacía poco estaban arrasando con los reinos cristianos de la península. Cuando a finales del siglo XII y comienzos del XIII las tribus almorávides se deshicieron, el Castillo de Zorita pasó a ser el centro y sede de la Orden. Los calatravos ejecutan las obras arquitectónicas más relevantes del castillo entre los siglos XIII y XIV. En el interior del recinto se edifica la iglesia románica de San Benito, se refuerzan murallas y accesos, se construyeron almacenes, aljibes, almazaras, así como las habitaciones destinadas a albergar a los monjes calatravos, haciendo de Zorita el castillo más importante de la Alcarria.


Alfonso VI ya concede a la villa en 1133 un fuero que contiene disposiciones favorables a "moros y judíos" equiparándoles en cierto modo con los cristianos Con el control de la Orden de Calatrava, Zorita no sólo se convierte en la cabeza de la gran Encomienda, sino que además se designa  como concejo libre y de realengo por lo que se repuebla con castellanos del norte, mozárabes y judíos, amparados todos ellos bajo las normas de un Fuero común. La Orden de Calatrava cambia radicalmente la organización territorial, haciendo aparecer nuevas prácticas económicas y lo más importante, consiguiendo un nuevo fuero del rey Alfonso VIII el 8 de abril de 1180 para poblar el territorio y dotarlo de un ordenamiento jurídico.

Los judíos que vinieren a poblar Zorita tales fueros, e tales calonnas ayan quales han los otros pobladores christianos” (En el Fuero de Zorita de los Canes, según el códice 217 de la Biblioteca Nacional, Siglo XIII al XIV, y sus relaciones con el Fuero Latino de Cuenca y romanceado de Alcázar).

Es este fuero el que evidencia la existencia de población judía, al menos, desde el 1180, ya que ayudaría sin duda al aumento de la población judía, aunque más relevante políticamente fue la concesión entre 1.220 y 1.225, por parte del Rey Fernando III, del denominado Fuero Grande de Zorita inspirado en el de Cuenca, en el que se tratan los aspectos más relevantes en la vida económica, social y política y en el que se llega a admitir la práctica de juicios mixtos con jueces de ambas culturas para dirimir pleitos entre cristianos y judíos.


 

De todas maneras, no se ha podido establecer hasta el momento el inicio de la presencia de comunidad judía en esta localidad, aunque, debido fundamentalmente a esa importancia comercial que ya tuvo durante la alta edad media, y que también fuera una plaza durante época musulmana, puede ser que ya se hubiera permitido el establecimiento de familias y mercaderes judíos en el municipio. 




En un documento sobre los territorios de la Corona de Castilla en 1215 se cita ya la Aljama de Zorita (de los Canes), y que esta se situaba en el interior de la fortificación de la villa, ya que  durante la alta edad media fue costumbre que la judería estuviese incluida dentro o colindante a de las fortificaciones del castillo de las ciudades  (Memorial Histórico Español, XLIII, 1905, p. 117).  Aunque nada queda de ella, según la descripción de más abajo, la parte de la judería parece corresponder a la explanada aneja al castillo y separada de éste por un foso que está al norte de la fortaleza. Y es que en documentos que describían la fortaleza de Zorita de los canes, indicaban que:
“ay una puerta que se dice la puerta del pozo, porque por esta puerta habia un pozo de hasta tres ó quatro estados de hondo por donde pasaba á la judería, y dentro en la judería ay una concavidad pequeña á modo de mezquita y en ella pintadas muchas cosas que no se pueden determinar que son dentro, y dentro de esta judería hay un gran patio de tierra, y todo cercado de sus murallas, y almenas, y á la parte del Castillo dentro en esta judería, ay una cava hecha de peña picada que tendrá de hondo como dos estados, y dentro de esta cava ay una rondilla que vuelve á encima de la puerta del pozo, y encima de ella ay sus almenas, y son defensa, y al cabo de abajo de esta puerta del pozo, acia oriente, ay una puerta que se dice la puente levadiza, para salir fuera de las cabas de la fortaleza…”

Por tanto, dentro de un recinto amurallado, aunque no el que se aprecia en la actualidad, se encontraba la judería de Zorita, en la parte más septentrional de la colina donde se sitúa esta, y que incluso una de las torres de la muralla de la fortaleza llevaba el nombre de Torre de la Judería.



Poco a poco, la Orden de Calatrava irá perdiendo influencia en la Villa y Tierra de Zorita, muy especialmente, tras la derrota infringida por los portugueses a las tropas castellanas en 1.385, en la Batalla de Aljubarrota, en la que murieron todos los soldados enviados desde esa encomienda, excepto uno. La población de Zorita quedó diezmada, contando entonces con tan sólo 25 familias. La escasez de varones y los pocos impuestos que se recaudaban debido al alto número de nobles, hidalgos, judíos y mercaderes exentos todos ellos de gravámenes, marcaron el inexorable declive de Zorita en favor de aldeas como Almonacid, que fue fortificada a lo largo del Siglo XIV, o Pastrana que fue entonces cuando comenzó a ser amurallada. Dos años más tarde, a Pastrana le fue concedido el cambio del día de Feria del sábado al miércoles, dando acceso a todas las transacciones comerciales a la población judía, y la exención de impuestos a los mercaderes que a ella acudieran, por lo que es de prever que fuera esto la desaparición de la aljama. A lo largo del Siglo XV la Orden fue distribuyendo entre estas dos poblaciones las funciones administrativas del Partido de Zorita, residiendo, finalmente, el Comendador calatravo en Pastrana abandonando el Castillo. En el siglo XV una riada se llevó el puente, y entonces dandose el golpe de gracia a la villa. A lo largo del siglo XV el Castillo de Zorita se convirtierte en un castillo-arsenal, custodiando únicamente armas de fuego, de propulsión, armaduras, munición y diverso utillaje para la conservación y fabricación de las mismas. En el siglo XVI se acometerá la última obra estructural del castillo, la torre del Espolón, conjunto preparado para soportar fuego artillero, adaptándose a nuevas necesidades militares en el contexto de la Guerra de las Comunidades contra Carlos V (1520-1523).

Bibliografia:
[1] Monumentos de Castilla-La Mancha Castillo de Zorita de los Canes. Gobierno de Castilla - La Mancha
[2] La aljama hebrea de Zorita. Privilegio inédito que le otorgó el Rey D. Enrique I en 20 de diciembre de 1215. Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 40 (1902), pp. 165-169. 

lunes, 22 de octubre de 2012

La Judería de Torija

Torija es una villa con situación privilegiada que creció a la sombra de lo que en tiempos fuera uno de los caminos paralelos a la Vía Complutense, el llamado camino Alto de Aragón, tránsito natural cómodo hacia Aragón. Las primeras reseñas escritas datan de la Reconquista, siendo de gran valor estratégico, al final de un amplio valle, el valle de Torija, que hizo que desde muy tempranas fechas se construyera una atalaya de vigilancia alrededor de la cual se levantaron, una a una, el resto de las edificaciones del municipio. De esa atalaya hay lingüistas que indican que de ahí viene su nombre, en la que la palabra Torija, procede de la palabra latina turrícula, o torrecilla.
Hay otros expertos que relacionan el origen del topónimo Torija al gran conquistador musulmán Táriq Ibn Ziyad y que llegó a este lugar buscando, según cuenta la leyenda, la famosa Mesa del Rey Salomón.
Apenas quedan noticias de su etapa árabe. Tras la reconquista de la zona por Alfonso VI en 1085, dice la leyenda que tuvo la posesión de Torija la Orden de los Templarios, quienes aquí instalaron convento y mejoraron algo la fortaleza y custodiando la ya mencionada Mesa del Rey Salomón.


Durante los siglos XIV y XV, existieron en torno a la ciudad de Guadalajara hasta 17 juderías[1] , entre las que se encontraba la de Torija, que tenía un barrio judío pero que no disponía de sinagoga, por lo que los judíos de esta villa alcarreña debían trasladarse a las juderías de Hita o de Brihuega para realizar sus reuniones, instrucciones sobre la biblia o ceremonias, ya que estas dos villas cercanas si contaban con edificio religioso.
En Torija en la actualidad no encontramos huellas de esa presencia judía, ni en restos arquitectónicos ni en los topónimos de su callejero, pero, si nos atenemos a las fisonomías de otras juderías de otras tantas villas castellanas, es de suponer que las familias hebreas se encontrarían viviendo en las inmediaciones del Castillo del siglo XV (construido sobre los restos de una antigua atalaya) y de la plaza de la villa a los pies de dicha fortaleza, por dos razones fundamentales: Al ser los súbditos hebreos propiedad del rey, sería  responsabilidad del señor de la villa su protección, por lo que sus cercanías a la residencia de éste, sería un condicionante para su seguridad. Y por otro lado, al ser la dedicación fundamental de los judíos (al no permitírsele otro tipo de trabajos) el comercio o compraventa de mercancía, el  vivir cerca de la plaza del mercado sería una ventaja para dichos negocios.  




Otro de los trabajos a los que los judíos de esta zona de Castilla (fundamentalmente Torija y Brihuega) se dedicaron, fue  a la industria textil, aunque a partir de 1391 les fue prohibida. 



Torija estuvo rodeada totalmente por una muralla que contaba con tres puertas de acceso a la villa. Con el paso del tiempo los diferentes muros han ido desapareciendo ocultos tras las viviendas o derruidos en las diferentes reestructuraciones urbanísticas sufridas por el municipio, pero pudiera ser que la judería se encontrara además en la zona de la muralla más cercana al castillo y a la plaza, pero, como hemos mencionado, esto son sólo teorías, pues , de la  Judería de Torija sólo queda el recuerdo de su existencia pues no se ha conservado dato alguno que aportar.



View Judería de Torija in a larger map
 
Otra posible ubicación de la judería de Torija, estaría justo en el lado contrario, sobre la muralla, con salida al norte, y por tanto, con acceso directo al camino hacia Hita y Brihuega, detrás de la actual Iglesia de Nuestra Sra. de la Asunción, donde el entramado de las calles recuerda mucho a la típica disposición medieval de una judería, siendo además, el centro de dicha área, una plazuela con soportales, llamada plazuela de la Iglesia, que nos hace recordar mucho a la arquitectura de la calle mayor de Alcalá de Henares, donde se situaba casualmente, el centro de la judería. Aunque, volvemos a aclarar, que debido a la falta de datos, esto son sólo suposiciones.



En cuanto a la población que pudo tener la Judería, se tiene constancia que en los repartimientos de las juderías de la Corona de Castilla en 1474, los judíos de Torija aportaron  500 maravedíes, por lo que se estima que su población era pequeña,  en comparación con otras más cercanas como la de Alcalá de Henares , Guadalajara, Hita  o Brihuega.



En la salida de Torija, en la calle que lleva hacia la carretera que une esta localidad con Brihuega, podemos ver La Picota, columna que toda villa poseía para dar castigo y servir de escarmiento a toda la población por los posibles delitos que el reo allí atado pudiera haber realizado. Aunque no hay datos sobre posibles judíos conversos allí castigados durante la época de inquisición, bien pudo ser utilizada para este fin. 





[1] Cantera Burgos, Carrete Parrondo “Las Juderías Medievales en la Provincia de Guadalajara”, 1975.