Sigüenza se asienta en un cerro rodeado por el río Henares y varios arroyos, lo que unido a estar en la vía que unía Mérida con Zaragoza, al igual que otras villas como Hita, Jadraque o Medinaceli, la convirtieron en un lugar económica y estratégicamente importante. Ya se tiene constancia de la existencia de una población celtíbera llamada Segontia durante el S. III a.c, pues durante la invasión cartaginesa fue asediada. Más tarde, en el S. II a.c, durante Guerras Celtíberas es ocupada por los romanos, que establecieron en este lugar un importante centro militar y residencial.
Esta importancia en época romana no decayó durante el dominio visigodo, donde continuó su crecimiento económico y demográfico, convirtiéndose en sede episcopal. Bajo dominación musulmana se constituye la medina, con importantes remodelaciones del castillo. Tras la toma por parte de los cristianos, sería recuperada como sede episcopal y debido a su privilegiada ubicación la hizo tener un destacado papel defensivo.
El trazado medieval de la ciudad se ve influenciado tanto por la presencia musulmana como por ser sede episcopal. En 1121 Bernardo de Agén es investido obispo de Sigüenza por el arzobispo de Toledo Bernardo de Sedirac y hacia 1124, tras haber conquistado la ciudad, inicia las obras de la que sería la catedral, que obispos posteriores continuaron hasta que se finalizó en el siglo XVI, lo cual conferiría a la ciudad, la actual distribución.
La presencia de la población judía en Sigüenza está documentada en una concesión que da el rey en 1124 para realizar enterramientos en la “cuesta del huesario” cuando la ciudad es conquistada, lo que nos indica que los judíos ya habitaban Sigüenza bajo dominación musulmana. Esta necrópolis cuyo uso se extendió hasta 1492, fue redescubierta en el 1826, en el que se encontraron gran cantidad de esqueletos en sepulcros independientes.
Además, Alfonso VII concede al obispo la jurisdicción sobre la aljama, por lo que gran parte de los tributos irían a las arcas del clero y quedando desde este momento, hasta el año de la expulsión, la comunidad judía queda ligada y bajo la tutela del Obispo de la ciudad. Aun así, en el fuero de Sigüenza se especificaba que: "Todos los omes que moraren en Sigüenza, xristianos, arrianos et judios et moros todos ayan y fuero", indicando las obligaciones de cada uno de los credos que cohabitaban en la ciudad, además de la dispensa de fomentar la repoblación de la zona.
Es probable que durante la dominación musulmana, los judíos contaran con su propio barrio, separado de los musulmanes y de los mozárabes. Tras la conquista cristiana, y bajo la protección del señor de la villa, es decir, del Obispo de Sigüenza, la población hebrea goza de una relativa libertad y prosperidad, lo cual permitió una cierta dispersión de la población por la ciudad, desplazándose hacia los aledaños de la Catedral, pues era una zona más apta para el comercio. Según documentación existente en el archivo de la catedral, la convivencia entre judíos y cristianos fue buena hasta fines del siglo XV. Sin embargo, parece también documentarse que los judíos de la ciudad se concentraron en la zona alta de, junto al Castillo.
En 1412 y tras una serie de disturbios promovidos por las predicaciones de San Vicente Ferrer que se extendieron por los diferentes reinos de la península, Juan II de Castilla ordenó la reclusión de la población hebrea en barrios separados físicamente del resto de la población, por lo que los judíos ocuparon esa zona que hoy en día se conoce como Barrio Judío o Barrio Nuevo.
La Judería de Sigüenza tenía en su centro una sinagoga y ocupando el declive que protegía el Castillo y teniendo como límites el Portal Mayor y la Calle travesaña Baja. La Puerta de Hierro que hoy en día podemos observar, sirvió como puerta de paso entre la zona de la judería y el resto de la ciudad.
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El Barrio judío, rodeado por murallas, tuvo al “Portal Mayor” la entrada principal y daba paso, además, a la zona donde se realizaban los enterramiento, el “osario de los judíos” o como popularmente se conocía “cuesta del “cuesta del huesario”.
Otras tres puertas, en lugar de una como indicaba la legislación, comunicaban al Barrio judío con el resto de la ciudad: "Herreros" o “Puerta de Hierro”, "Medina" (quemada en el siglo XVI y actual Puerta Nueva) y "Arquillo de San Juan".
Además, la zona era mucho más favorable para el comercio, de modo que su comunidad creció prósperamente. Compartían el barrio con los Musulmanes, cuyo número había disminuido tan drásticamente que no alcanzaban para constituir por sí mismos un barrio, estando restringidos a una sóla calle, la de los Herreros.
En la Sigüenza medieval, la Puerta de Hierro fue la entrada principal de la ciudad. Entre el espacio comprendido entre la muralla del siglo XII que albergaba esta puerta y la muralla del siglo XV donde se encuentra el Portal Mayor, se situó la judería. Esta zona, fue el lugar donde se instalaron artesanos y comerciantes de Sigüenza. La Puerta del Hierro al ser una de las entradas principales es donde se cobraba el impuesto de entrada de las mercancías dentro del recinto amurallado para la venta de productos en el mercado semanal. La Plaza del Hierro (donde se ubica la puerta del mismo nombre) era conocida antiguamente como Plaza del Trigo y durante la edad media fue zona de mercado.
El Arquillo de San Juan o Puerta de la Travesaña Baja, abierto en el siglo XIII en una de las torres de la muralla, permitió la comunicación entre el barrio de la Judería, ubicada entonces en la calle Travesaña Baja, y la Morería, cuyo centro, como hemos dicho era la Calle Herreros. Dicho arco tiene en su interior hay un balconcillo corrido del siglo XVIII con la imagen de la Vírgen del Carmen.
Hoy en dia se mantiene la huella judía en el callejero de Sigüenza; la calle de la Sinagoga, anteriormente llamada Calle de Judes, nos indica claramente donde se situó la llamada Sinagoga Nueva, aquella que la comunidad construyó tras su traslado a la judería.
Según describió Francisco Cantera en su libro "Sinagogas Españolas", la Sinagoga Nueva se correspondería al número 8 de esta calle, en el que todavía se puede apreciar un arco de medio punto, pero no los huecos de dos las ventanas que él mencionaba. También la documentación archivada en la catedral especifica que el antiguo templo judío se ubicaba en la calle de San Vicente, por tanto, en el mismo sector donde hoy encontramos la calle de la Sinagoga. En este lugar se estableció posteriormente a 1492 una iglesia, aunque posteriormente se transformó en viviendas, tal como han recogido las crónicas, diviéndose el edificio en tres.
También en la misma orden de 1412 de Juan II, se ordenaba limitar el número de templos judíos que la comunidad hebrea podía tener en una ciudad a uno sólo, por lo que parece que una de las posible Sinagogas, de las dos con las que contó la comunidad, se vendió a la cofradía de San Juan Bautista, que aunque no se conservan registros sobre esta transacción. Crónicas posteriores, relacionaron a este edificio con actividades judaizantes.
Parece que tuvo tanta importancia la comunidad judía de Sigüenza, que en las crónicas de aquel momento era conocido que el cardenal Francisco Jiménez deCisneros (1436 - 1517), aprendió el hebreo de un judío seguntino durante su estancia en la ciudad.
"Tan aficionado como esto era de las letras y de hacer fundaciones, si bien a la Sagrada Escritura era toda su inclinación, pues como otro Jerónimo, empezó a aprender la lengua Hebrea y Caldea de un judío de esta ciudad (Sigüenza) para entenderla perfectamente y fueron tan buenos estos principios, que se valió mucho de ellos en el trabajo de la Biblia Complutense " Jiménez de Cisneros, descrito por Pedro Quintanilla (1653).
En los repartimientos del «servicio y medio servicio» de los judíos de Castilla de 1484, 1485,1490 y 1491, la población aportó entre 1000 a 1500 maravedíes, por lo que tuvo suficiente población y era lo suficientemente importante como para adquirir la categoría de aljama. Es cierto que parte de los hebreos se dedicaban a la agricultura, pero se sabe que los judíos tenían en esa ciudad importante negocios de explotación de salinas, como en la vecina Medinaceli. Cabe señalar que en 1490, cuando la comunidad había perdido gran parte de su prosperidad, aún pudo reunir la considerable suma de 204.464 maravedíes por el rescate de los judíos de Málaga, que había sido conquistada por los Reyes Católicos.
Luego, después de la Expulsión, el barrio fue repartido entre los poderosos, y se sabe que el cardenal Mendoza donó la antigua sinagoga a un pariente suyo, don Pedro Lasso de Mendoza, que en 1494 la ofrecía en venta por veinte mil reales.
El 15 de febrero de 1496 el Cabildo manda “se dé al señor Pero Laso parte de los maravedíes que se le han de dar de la venta de la sinoga”.
Bibliografía:
[1] Francisco Cantera "Sinagogas españolas", Madrid 1955
[2] Francisco Cantera y Carlos Carrete "Las juderías medievales en la provincia de Guadalajara", Madrid 1975
[3] Francisco Javier Dávara Rodríguez "La judería medieval seguntina", Anales Seguntinos, Vol. I, n. 2, Sigüenza 1985
[4] Marcos Nieto "Las sinagogas de Sigüenza", Madrid 1998
[5] Jose Antonio Gómez Gordo "Sigüenza. Historia. Arte. Folkore", Sigüenza 1978
[6] José Luis Lacave "Juderías y sinagogas españolas", Madrid 1992
[7] Javier Castaño González "Las comunidades judías en el obispado de Sigüenza en la Baja Edad Media: transformación y disgregación del Judaísmo en Castilla a fines del Medievo", Tesis Doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 1994
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