Torija es una villa con situación privilegiada que creció a la sombra de lo que en tiempos fuera uno de los caminos paralelos a la Vía Complutense, el llamado camino Alto de Aragón, tránsito natural cómodo hacia Aragón. Las primeras reseñas escritas datan de la Reconquista, siendo de gran valor estratégico, al final de un amplio valle, el valle de Torija, que hizo que desde muy tempranas fechas se construyera una atalaya de vigilancia alrededor de la cual se levantaron, una a una, el resto de las edificaciones del municipio. De esa atalaya hay lingüistas que indican que de ahí viene su nombre, en la que la palabra Torija, procede de la palabra latina turrícula, o torrecilla.
Hay otros expertos que relacionan el origen del topónimo Torija al gran conquistador musulmán Táriq Ibn Ziyad y que llegó a este lugar buscando, según cuenta la leyenda, la famosa Mesa del Rey Salomón.
Apenas quedan noticias de su etapa árabe. Tras la reconquista de la zona por Alfonso VI en 1085, dice la leyenda que tuvo la posesión de Torija la Orden de los Templarios, quienes aquí instalaron convento y mejoraron algo la fortaleza y custodiando la ya mencionada Mesa del Rey Salomón.
Durante los siglos XIV y XV, existieron en torno a la ciudad de Guadalajara hasta 17 juderías[1] , entre las que se encontraba la de Torija, que tenía un barrio judío pero que no disponía de sinagoga, por lo que los judíos de esta villa alcarreña debían trasladarse a las juderías de Hita o de Brihuega para realizar sus reuniones, instrucciones sobre la biblia o ceremonias, ya que estas dos villas cercanas si contaban con edificio religioso.
En
Torija en la actualidad no encontramos huellas de esa presencia judía, ni en
restos arquitectónicos ni en los topónimos de su callejero, pero, si nos
atenemos a las fisonomías de otras juderías de otras tantas villas castellanas,
es de suponer que las familias hebreas se encontrarían viviendo en las
inmediaciones del Castillo del siglo XV (construido sobre los restos de una
antigua atalaya) y de la plaza de la villa a los pies de dicha fortaleza, por
dos razones fundamentales: Al ser los súbditos hebreos propiedad del rey, sería responsabilidad del señor de la villa su
protección, por lo que sus cercanías a la residencia de éste, sería un condicionante
para su seguridad. Y por otro lado, al ser
la dedicación fundamental de los judíos
(al no permitírsele otro tipo de trabajos) el comercio o compraventa de
mercancía, el vivir cerca de la plaza
del mercado sería una ventaja para dichos negocios.
Otro de los trabajos a los que los judíos de
esta zona de Castilla (fundamentalmente Torija y Brihuega) se dedicaron, fue a la industria textil,
aunque a partir de 1391 les fue prohibida.
Torija estuvo rodeada totalmente por
una muralla que contaba con tres puertas de acceso a la villa. Con el paso del
tiempo los diferentes muros han ido desapareciendo ocultos tras las viviendas o
derruidos en las diferentes reestructuraciones urbanísticas sufridas por el
municipio, pero pudiera ser que la judería se encontrara además en la zona de
la muralla más cercana al castillo y a la plaza, pero, como hemos mencionado,
esto son sólo teorías, pues , de la Judería
de Torija sólo queda el recuerdo de su existencia pues no se ha conservado
dato alguno que aportar.
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Otra posible ubicación de la judería de Torija, estaría justo en el lado contrario, sobre la muralla, con salida al norte, y por tanto, con acceso directo al camino hacia Hita y Brihuega, detrás de la actual Iglesia de Nuestra Sra. de la Asunción, donde el entramado de las calles recuerda mucho a la típica disposición medieval de una judería, siendo además, el centro de dicha área, una plazuela con soportales, llamada plazuela de la Iglesia, que nos hace recordar mucho a la arquitectura de la calle mayor de Alcalá de Henares, donde se situaba casualmente, el centro de la judería. Aunque, volvemos a aclarar, que debido a la falta de datos, esto son sólo suposiciones.
En la salida de Torija, en la calle que lleva hacia la carretera que une esta localidad con Brihuega, podemos ver La Picota, columna que toda villa poseía para dar castigo y servir de escarmiento a toda la población por los posibles delitos que el reo allí atado pudiera haber realizado. Aunque no hay datos sobre posibles judíos conversos allí castigados durante la época de inquisición, bien pudo ser utilizada para este fin.
[1]
Cantera Burgos, Carrete Parrondo “Las Juderías Medievales en la Provincia de
Guadalajara”, 1975.
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