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martes, 7 de mayo de 2013

La Hagadá de Sarajevo

La Hagadá (de la raíz hebrea “HGD”, que significa narración) es un texto utilizado para los servicios de la noche de Pésaj que recoge bendiciones, cánticos y la historia de la liberación y salida del pueblo de Israel de Egipto de acuerdo a lo que se describe en el Libro del Éxodo. En realidad, no existe una única versión del texto, sino que estas varían de una rama a otra del judaísmo y su origen goegráfico. Durante la edad media, fueron producidas en forma de manuscritos, generalmente por encargo de familias ricas e ilustradas por artistas anónimos y escribas, en las que se incluían pinturas e ilustraciones de diversas escenas inspiradas en la Biblia.


En este caso, la Hagadá de Sarajevo, mostrada hoy en día en el Museo Nacional de Bosnia y Herzegovina en Sarajevo, es importante por ser uno de los manuscritos judíos más antiguos y más bellos, y por ser uno de los libros más valiosos de los que existen (en 1991 fue tasado en 700 millones de dólares).

Está fechada en torno a 1350, aunque los expertos no se ponen de acuerdo en su origen; Se ha barajado que pudo haberse redactado e ilustrado en Barcelona o en Tarragona debido al establecimiento en Cataluña de una importante escuela de ilustradores en torno a los Siglos XIII y XIV con obras sobresalientes como la Biblia de Cervera, la Hagadá de Auren, la Hagadá de Barcelona o la Hagadá Kaufmann. También se ha podido contemplar  que debido a la naturaleza de la materia prima sobre la que está escrita, pudiera haber sido realizada en el reino de Aragón o incluso Soria, donde el cabalista Sem-Tob ben Abraham ibn Gaón pudiera haber sido uno de sus autores.


En lo que si coinciden los expertos es que la obra fue realizada a finales del llamado período de la "Convivencia", en la que cristianos, musulmanes y judíos vivieron en relativa paz y tolerancia, marcada por la intensa interacción entre las tres culturas coexistentes y por una fase de transmisión del conocimiento antiguo y moderno del mundo islámico a la Europa cristiana. La decoración sefardí constituye una muestra de los muchos contactos culturales que se desarrollaron en la cultura ibérica medieval.

Esta Hagadá es considerada como uno de los máximos exponentes de los llamados manuscritos iluminados por contener un gran número de imágenes narrativas y figurativas y de rica decoración, donde se confirma no sólo la influencia del arte islámico en la ornamentación, sino que además refleja algunos motivos característicos del arte gótico como es de esperar a lo largo de los siglos XII al XIV.



Además, este tipo de manuscritos ilustrados son unas de las primeras actividades artísticas de la comunidad judía fuera de lo que hasta la edad media había estado restringida al ámbito de la decoración de las sinagogas y al embellecimiento de objetos utilizados en rituales como los de la celebración del shabat y de las festividades religiosas de las comunidades o dentro del ámbito familiar.

Los primeros elementos manuscritos ilustrados de arte judío aparecen principalmente en Alemania entre los siglos XI y XII por influencia de los libros góticos y más tarde en la península Ibérica e Italia a finales de los siglos XIII y principios del siglo XIV. Entre los elementos artísticos más sobresalientes de esta época, se encuentran las hagadot de Pésaj, las meguilot de Purim y de Sucot y las ketubot matrimoniales. Estas primeras obras ilustradas presentan la peculiaridad de que las figuras humanas contienen rostros en forma de animales, principalmente de aves, fundamentalmente por el temor a incurrir en idolatría en la representación de rostros humanos, basados en el segundo mandamiento.



Lo que si hay que resaltar es que a diferencia de la Biblia cristiana o la Torá, que se utilizaba con frecuencia durante la oración comunitaria, la Hagadá tiene un carácter privado, por lo que en general está diseñada en un pequeño formato, como se comprueba en esta Hagadá de Sarajevo y si bien durante siglos había permanecido unida al libro de oraciones, en algún momento del s. XIII se convierte en un volumen independiente. Muy poco tiempo después se erigió en el tipo de libro ideal para ser iluminado, motivo por el cual nos ha llegado una gran cantidad de haggadot decoradas en la edad Media y comienzos de la edad Moderna. El carácter narrativo, ceremonial y didáctico de este libro ha dado lugar a una gran variedad de tipos de ilustración hasta nuestros días.

La Hagadá se Sarajevo contiene entre sus páginas un emblema heráldico que se cree pudo pertenecer a una familia del call de Barcelona. En el escudo de este emblema aparecen una rosa y un ala, por lo que se especula que pudiera haber sido un encargo de las familias Shoshán (rosa en hebreo) y Elezar (Ala en hebreo) para un enlace nupcial entre ambas ricas familias barcelonesas.

Fue fabricada para caber en la palma de una mano, de modo que es una miniatura y está escrita a mano en piel de becerro aragonés blanqueada y con elementos de oro, cobre y con acabados en vivos colores como el rojo y el azul típico del gótico italiano, que fue predominante en el reino de Aragón durante la época de su elaboración. Consta de 142 páginas, de las que 34 páginas tienen ilustraciones de la Biblia, desde el génesis hasta la muerte de Moisés. Es curioso comprobar como algunas páginas tienen manchas de vino, lo que evidencia que esta hagadá se utilizó en muchos seder de pesaj


Es probable que la hagadá saliera de la península Ibérica entre finales del Siglo XIV y finales del siglo XV coincidiendo con los episodios de violencia que se produjeron a partir de 1391 y que continuaron a lo largo del siglo XV o bien tras el edicto de expulsión de la comunidad judía de los reinos de Castilla y Aragón en 1492. Tras esto, la Hagadá se pierde en la leyenda, hasta que vuelve a aparecer en Italia a principios del siglo XVII. La tradición cuenta que la Hagadá es trasladada a Portugal pero al instaurarse en 1497 la inquisición en Portugal, es enterrada para ocultarla y salvarla de las llamas de la inquisición y encontrada años después en las raíces de un olivo, vendiéndose a una familia judía que se la llevaría a Venecia sobre el 1609. Las notas en los márgenes de la Hagadá y la estampa del sello de autorización del Santo Oficio de la Inquisición, que contiene la firma del inquisidor Giovanni Domenico Vistorini, la salva de nuevo de ser pasto de la censura, verifican este episodio.

De Italia, la Hagadá pasó a Dubrovnic y finalmente a Sarajevo cuando esta formaba parte del Imperio Otomano, donde volvió a pasar a la comunidad sefaradí creada por exiliados en 1566. Nuevamente la Hagadá vivió un período de "Convivencia", esta vez bajo el tolerante sistema de los turcos hacia las minorías. Allí pasaría a ser conocida por la comunidad sefardí como la “Hagadá de Sarai de Bosnia". 


En 1894 el libro es vendido por Josef Cohén al Museo de Bosnia por la cantidad de 15 florintos, y el Museo la envía a Viena para su restauración y estudio por expertos para ratificar su autenticidad, pero parece que allí es donde sufre más daños, hasta el punto de que sus ribetes de oro y plata son robados. Durante 20 años la Hagadá permanece en paradero desconocido, hasta que el mismo director del Museo Bosnio se preocupa por este tesoro y la recupera tras un viaje a Austria.

La Hagadá permanece guardada en el museo hasta comienzos de la segunda guerra mundial. El ejército nazi ocupa Sarajevo en abril de 1941, y bajo la ocupación del general alemán Johan Hans Fortner, entre 12.000 y 15.000 judíos de la comunidad bosnia son asesinados. Este mismo general pide al director del museo, Jozo Patricevic, que le entregue la Hagadá, pero este le informa que ya había sido entregada a otro general que había ordenado su incautación. En realidad Devis Korkut, un bibliotecario musulmán de origen albano-bosnio, conocedor de la valía de este manuscrito, decide llevarse la Hagadá a las montañas en las afueras de la ciudad, y entregarla a un clérigo musulmán de una mezquita de Zenica donde la esconde bajo las tablas del suelo de este edificio con otros libros sagrados, lugar en el que los nazis posiblemente nunca pensaran encontrar un libro judío.

La historia de Dervis Korkut, quien salvó el libro de los nazis, fue relatada en un reportaje de Geraldine Brooks en la revista The New Yorker que le hizo merecer el premio Pullitzer en 2006, y más tarde escribiría una novela sobre este tema: “Los Guardianes del Libro” (People of the Book). El artículo también expone la historia de la joven judía, Mira Papo, quien Korkut y su mujer se escondieron de los nazis. En un giro del destino, Mira Papo haría lo mismo con la hija de Korkut durante la guerra de los Balcanes en la década de 1990. ”Yad va shem” designó a Dervis Korkut como “Justo entre las naciones”. 



La Hagadá fue devuelta al Museo donde permaneció durante los años del gobierno del mariscal Tito. El mariscal serbio con el fin de vengarse de todos los funcionarios y empleados públicos bosnios y croatas que colaboraron con el régimen nazi, apresa entre otro a Dervis Korkut y los condena a muerta con la acusación de colaboración con el enemigo. La familia de Korkut logra localizar a Mira Papo para que testificara a su favor, pero esta se niega a hacerlo. En 1969, Dervis Korkut muere por causas naturales en una presión yugoeslava. 

Entre 1992 y 1995 una nueva guerra en los Balcanes enfrentó a bosnios y serbios,. Y el Museo es saqueado, pero el manuscrito de la Hagadá sobrevive gracias a que los delincuentes no le dan demasiado valor. Durante el bombardeo de Sarajevo por tropas Serbias, durante la cual el Museo Nacional de Sarajevo estuvo en la línea de fuego, otro musulmán, el profesor Enver Imamovic, saca la Hagadá del Museo y la guarda en la caja acorazada del Banco Nacional de Sarajevo. Terminada la guerra, la Hagadá no es mostrada en el Museo, con el consiguiente rumor de que había sido vendida para comprar armas. Para acallar dichos rumores, el presidente de Bosnia la presenta en público en 1995 durante la conmemoración de la Pascua.

En 2001 es restaurado gracias a una campaña financiada por la ONU con un coste de unos 120.000 dólares y desde 2002 se encuentra expuesto en el Museo Nacional de Bosnia Herzegovina junto a otros documentos valiosos del Islam, el cristianismo ortodoxo y del catolicismo romano. 



La Hagadá se encuentra hoy dia nuevamente en el museo de Sarajevo bajo estrictas medidas de seguridad tras sufrir los golpes de la expulsión, la Inquisición, el Holocausto y las guerras. Sin lugar a dudas, la Hagadá es uno de los tesoros del legado artístico, cultural y espiritual del judaísmo en general y de los sefardíes en particular.

viernes, 3 de mayo de 2013

La Aljama de Soria: Sem-Tob ben Abraham ibn Gaón

Este escritor judío, cabalista y talmudista, nació en Segovia hacia 1287. Fue discípulo de Selomó ibn Adret e inició su formación cabalística junto a Isaac ben Todros de Barcelona. Después viajaría al sur de Francia como tantos otros cabalistas hispánicos para ampliar sus estudios en varias escuelas rabínicas. A su vuelta a Castilla, residió en Tudela y en Soria donde cooperó en la ilustración de un libro sobre la "Haggadah" hacia el 1350, que se encontró en Sarajevo en 1849 y que es considerada como uno de los más preciados tesoros de la cultura medieval y es una relevante demostración de la Escuela Soriana de Miniaturistas, en la que Sem-Tob tuvo un destacado papel. 




Posteriormente, emprendió viaje a oriente, deteniéndose por algún tiempo en Safed, aunque sus últimos años los pasó nuevamente en la península, donde falleció después de 1330. En Safed Sem-Tob escribió un comentario al "Código" de Maimónides ("Misneh Tôrah") y la obra "La Torre Poderosa" ("Midal ´Oz"), en donde Sem-Tob realiza un comentario en la que defiende a Maimónides contra las restricciones del rabino de Posquières, Abraham bn David, lo que le atrajo numerosos enemigos, entre otros Leví ben Chabib, David ibn Simra, Josef Caro, Selomó Luira, etc.

Sem Tob bn Abraham ibn Gaón, fue un decidido estudioso y seguidor de Maimónides, cuyos escritos talmúdicos y filosóficos conocía pormenorizadamente, si bien los interpretó de manera tendenciosa, buscando en ellos apoyo para sus doctrinas cabalísiticas, y en cuyo intento llegó a afirmar haber encontrado en España un manuscrito de Maimónides en el que el filósofo declaraba los antecedentes cabalísiticos de su filosofía. Por lo demás, su fervor hacia el maestro lo llevó a transcribir la correspondiencia con los eruditos de Lunel.

Otra obras de Sem-Tob fueron el “Badde ha-Aron u-Migdal Ḥanan'el”, una obra cabalística en cinco partes. Un comentario cabalístico sobre el Génesis, un comentario –poema cabalístico de “Saadia Bekor Shor” y el tratado cabalístico sobre las filacterias “Sefer ha-Pe'er”.
En el Keter-Sem-Tob escribe un comentario a Nahmánides sobre el Pentateuco, de cuyas interpretaciones las de Sem-Tob difieren en muchos lugares.

jueves, 2 de mayo de 2013

La Aljama de Soria: Jacob ben Jacob ha-Cohen (Jacob Chiquitilla) e Isaac ben Jacob ha-Cohen

Jacob ben Jacob ha Cohen, más conocido como Jacob Chicatella o Chiquitilla, fue uno de los principales propulsores de la cabalística gnóstica del Siglo XIII, junto con NahmánidesSem Tob  ibn Gaon y Yosef ben Abraham ibn Gikatila según Isaac ben Samuel de Acre. Nació en Soria en el primer tercio del siglo XIII, y al igual que su hermano, fue discípulo de Moshé Ben Selomó Ben Simeón de Burgos. Debió gozar de cierta fama pues es mencionado por Josef ibn Zaddik en “Kizzur Sefer Zaddik”, por Abraham ben Samuel Abulafia en “Ozar Eden Ganus” y por Sem Tob ibn Gaon en “Bade ha-Aron”. 

Posteriormente se sabe que vivió durante bastantes años en la Provenza, principalmente en Béziers, donde se encontraba el principal foco cabalístico y donde fue discípulo de Isaac “El Ciego”. Allí padecería una larga enfermedad, siendo atendido por su hermano Isaac ben Jacob ha Cohen y, regresando más adelante a España, instalándose en Segovia, ciudad en la que falleció antes de entre 1270 a 1280. 

A lo largo de su vida escribió varias obras, entre las que resaltan la de “Sobre las formas de las letras hebreas”, comentarios sobre “El libro de la creación” considerada la obra cabalística más antigua, o comentarios sobre “El Carro de Ezequiel”. También es autor del “Libro de la Iluminación” (Sepfer-Ha-Hora-ah) supuestamente basado en varios visiones que él mismo tuvo. 

Isaac ben Jacob ha-Cohén, hermano de Jacob, nació también en la primera mitad del siglo XIII en Soria  aunque la mayor parte de su vida la pasó en la Provenza y en el noreste de la península ibérica, por lo que varios historiadores le identifican con Isaac de Gerona, donde recoge la tradición cabalística de la Provenza en el llamado "Círculo Iyyn". Fue coetáneo de Nahmánides y contó entre sus discípulos Moshé Ben Selomó Ben Simeón de Burgos.  Vive durante un tiempo en Narbona, donde publica un tratado sobre la "emanación" (elemento clave cabalístico), un comentario sobre el "Carro de Ezequiel", otro comentario sobre las vocales y acentos hebreos, una elucidación sobre el misterioso "Carro de Ezequiel", un comentario sobre la "Torá", y un posible ensayo sobre el libro cabalístico "Malbûs" y donde encuentra una obra atribuida a Hamai Gaón titulada “Sefer ha-Ijjun”. 
Hacia 1307 se traslada a Capestang, localidad próxima a Beziers donde publica su obra “Tikkum Deot”.

sábado, 27 de abril de 2013

La Aljama de Soria


Hay muchas leyendas que hablan sobre el origen del nombre de la ciudad de Soria, pero hay una expresa el legado judío de la ciudad. Para las primeras comunidades judías, el monte, que albergaría más tarde el Castillo, y sobre el cual, en sus laderas se asentarían más tarde dicha comunidad, tendría un nombre, Oria, que evocaría al monte del Templo en Jerusalén, el monte Moriá.


Este origen del nombre de la ciudad, estaría bastante alejado de donde, según estudios etimológicos, el nombre de Soria proviene. Y es que según las últimas investigaciones, Soria sería una palabra compuesta, de origen vasco, procedente de los pobladores que vinieron a la zona durante la repoblación medieval, hacia finales de la Alta Edad Media o principios de la Baja. Estos habrían dado en llamar a la zona como So-ria, de So (que mira o mirador) y oria, de ur-a (río o corriente de agua). Es decir, El Mirador (o El Mirón) del río, en este caso, el Duero.


Sí que es cierto, tras varios años de trabajos arqueológicos, que los primeros asentamientos en Soria se remontan a la edad de Bronce, en la que en el cerro del Castillo existió un castro celtibérico, restos anteriores incluso a la existencia de Numancia. Parece que durante la época de la dominación romana y visigoda Soria careció de importancia estratégica y comercial, caso distinto al de la dominación árabe, en la que el cerro del Castillo contó con una atalaya o pequeña fortaleza que protegería a la pequeña ciudad que empezó a crecer en el collado, y que sería la base de la actual urbe. 
Pero la importancia de esta ciudad, al igual que la del resto de la provincia, llegaría durante la época de la reconquista, en la que se convertiría en un significativo enclave estratégico por su situación junto al Duero, que marcaría la frontera entre los reinos cristianos al norte y los musulmanes al sur.
 

Fue a comienzos del Siglo XII, cuando el rey Alfonso I el Batallador conquista la ciudad a los musulmanes (1119), permite su repoblación y otorga fueros a la ciudad (1129). Es en este siglo XII y por el articulado de sus fueros donde ya se documenta la existencia de la comunidad judía y donde se establecen la regulación de algunas relaciones entre judíos y cristianos (#108, #109 y #129), pudiendo establecerse que la presencia judía  es, por tanto, anterior a estos fueros, de ahí la necesidad de la regulación.

En los fueros de Soria además se indica que los corredores, los encargados de vender y comerciar con objetos y bienes del concejo, serían nombrados por el juez y los alcaldes bien entre los cristianos o bien entre los judíos (Cap. XI, arts. 109-112). Con este punto, se reconoce (y se protege, como se hace en el título 45) la importancia que la comunidad judía tendría en el comercio en Soria, que giraría en torno a la lana, y por supuesto, al igual que sucedió en el resto de ciudades castellanas, jugaría un papel muy importante en el negocio lanar y en el comercio de esta materia. Según Cantera Burgos, las actividades económicas principales de los judíos de la provincia de Soria fueron, además de las de mercaderes en el comercio de lanas, paños, ganados y tenerías, las de prestamistas, arrendadores de rentas y cobradores de las mismas. 
Sin embargo, no todo el articulado de los fueros era proclive a la comunidad judía. En varios títulos (Tit.28/13) se excluía del marco de garantías a los que profesaban otra religión distinta al cristianismo, aunque el fuero mostraría en mejor situación a los judíos al frente  de actividades relacionadas con el comercio que a los musulmanes, que aparecen como siervos y dependientes en grado de semiesclavitud (Tit. 11/3; 12/1).
Pese a que a medida que avanza la edad media, las fronteras se van alejando hacia el sur debido al empuje de los reinos cristianos sobre los musulmanes, Soria seguirá siendo un enclave estratégico debido a las luchas por el territorio entre los reinos de Castilla, Navarra y Aragón, por la importancia de la cabaña trashumante en esta zona y por el mercado de la lana y su peso en el Real Concejo de la Mesta. Por este motivo comercial, la Aljama judía de Soria llegaría a ser una de las las diez aljamas mayores del reino de Castilla durante el Siglo XV. 


Al comienzo de la repoblación de la ciudad, los judíos parece que se concentraron en los aledaños del castillo, según ha quedado documentado:

en el castillo de Soria, dentro del muro principal, hay un cuerpo espacioso en el cual antiguamente hubo trescientas casas y un templo, que hoy dura, aunque arruinado. Muchas de estas casas dicen que eran de judíos, y aquella población, con la que había por fuera, se llamaba alhama”. 

No debe interpretarse esto como que los judíos moraban en el interior de la fortaleza, sino en sus alrededores o inmediaciones, aunque sí que la comunidad judía tuvo a su cargo, como fue habitual en los reinos hispanos durante la edad media, la defensa de la fortaleza a cambio del disfrute de una total libertad de movimientos, el estar exentos de pagar toda clase de monedas y, lo que era más importante, de una especial protección por parte del monarca, como así quedó registrado durante el reinado de Enrique IV en un privilegio existente en el archivo del Ayuntamiento.



Como señalan B. Taracena y J. Tudela en "Soria: Guía artística de la ciudad y su provincia", cobijada en la espaciosa plaza de armas y en las inmediaciones del Castillo (de Oria), vivió apiñada la población judía y fue tan numerosa que era considerada la aljama de Soria como una de las principales de Castilla.


Ver La Aljama de Soria en un mapa más grande

Por la insuficiencia de espacio en los alrededores del castillo para acoger una población cada vez mayor y por el deseo de los judíos quizás de acercarse a la parte baja de la ciudad, donde se desarrollaba la actividad comercial en torno a la iglesia de Santa María del Azogue, cercana a la colegiata de San Pedro, la comunidad comienza a asentarse en las proximidades de la Plaza Mayor. La Calle del Teatro, que baja hasta dicha Plaza Mayor, se llamaría hasta tiempos no muy lejanos como la Calle de la Judería y se cree que aquí estuvo situada una de las sinagogas que tuvo la aljama de esta ciudad. 


La extensión de la judería abarcaría la cuadrilla de San Juan de Rabanera y la Plaza de Tovasol, hasta la Ermita del Mirón y Puerta de Nájera, donde tal vez tuvieron una sinagoga, según Nicolás Rabal.



También había otra aljama en el llamado arrabal, quizás extramuros, pero que hasta el día de hoy no ha sido fácil de localizar, aunque en los privilegios queda distinguida de la del Castillo.
En la ladera oriental del monte Oria se situó la necrópolis judía, donde, en el Siglo XX, tras unos trabajos de reforestación se encontraron varias tumbas de forma antropomorfa con cabecera oval, cuya estructura sigue modelos cristianos muy habituales en la época, así como una lápida correspondiente a Abraham Satabi que hoy se encuentra en el Museo Numantino de la ciudad de Soria, y confirmándose que la necrópolis se situaba fuera de la murallas de la ciudad. En la actualidad, debido a la gran pendiente y a la falta de adecuación, no es posible su visita.


Por el padrón que hicieron los almojarifes hebreos en la ciudad de Huete para el reparto de los servicios y encabezamientos de los judíos de Castilla, se sabe que la de Soria pagó 1038 maravedíes por encabezamiento. En tiempo del Rey Alfonso X el Sabio, se hizo un padrón, resultando que junto con las doscientas personas que vivían en los alrededores del castillo, en la ciudad de Soria hacían un toral de unos 1200 judíos. 

Según Luís Suárez, con arreglo a las cantidades pagadas por los judíos sorianos en los repartimientos del “Servicio de los castellanos de oro” entre 1486 y 1490, próximas a los 100.000 maravedíes anuales, se puede calcular una población hebrea cercana a las 300 familias en las fechas inmediatamente precedentes a la expulsión.
 
Entre los sorianos judíos más importantes, hay que destacar a Yusuf Albo, uno de los grandes talmudistas del Siglo XV. También al Rabino de la ciudad, Selomoh bar `Ali, autor de "Escolios del Talmud", y discípulo del Maestro Yonah que sería el precursor de la escuela de iluminadores de finales del Siglo XIII y comienzos del XIV. Soria contó además con grandes cabalistas judíos medievales como fueron los hermanos Jacob e Isaacben Ha-Cohén, Sem-Tob ben Abraham ibn Gaón y Abraham Benveniste que en 1432 alcanzaría a ser el tesorero mayor de Juan II.


Parece que por los datos que nos han llegado hasta actualidad, las relaciones entre cristianos y judíos fueron tradicionalmente buenas en Soria hasta mediados del siglo XV, o al menos, no se mencionan en las crónicas de la villa enfrentamientos de importancia. Aunque sí que en 1380, durante la celebración de las Cortes convocadas por Juan II se publican las  disposicionesdictadas contra los judíos en Soria, lo que  caracterizaría a la ciudad, según Menéndez Pidal, por su gran antisemitismo. No obstante, sí que durante las persecuciones durante 1391 la comunidad judía debió sufrir algún acto violento, a juzgar por una carta que el 16 de julio de 1391 envió la reina de Aragón, Doña Violante de Bar, al Arzobispo de Toledo, en el que la propia reina solicita la libertad para Samuel Bienveniste, un judío de Zaragoza, que cuando regresaba de Castilla al reino de Aragón, “hoyendo decir en el camino de Valote, ques era movido en Soria contra los judíos”, se refugió en el castillo de Cabrejas del Pinar, donde lo tenía preso desde entonces el Obispo de Osma. Pero en todo caso, no debieron sufrir demasiado al poder refugiarse en el castillo, según escribió YosefHa-Kohén en su “Emeq ha-Bakka” (El Valle del llanto). 
En seguida, los judíos se recuperarían por la política de protección de los monarcas hacia la población hebrea. Así, el 22 de junio de 1397, el rey EnriqueIII otorga a la aljama de Soria el privilegio de poder pasar semanalmente 20 cargas de vino de Aragón y Navarra, así como mantenimientos diversos para su provisión en el castillo, como recompensa por la defensa y guarda que hacían de la fortaleza. 


A lo largo del último tercio del Siglo XV se comprueba en el caso concreto de la Aljama de Soria como se produce un aumento de la presión sobre los judíos por parte de las autoridades municipales; aunque en general no eran frecuentes las acciones violentas, si se producían reiteradas negaciones a las aljamas a los concursos de la justicia concejil, restricciones en el suministro de víveres, insistencia en los apartamientos y al aislamiento de la comunidad, así como a la contribución en los impuestos locales, lo que provocaba no pocas quejas y pleitos. 

Con la unión de los reinos de Castilla y Aragón comienza a producirse en Soria el declive de la actividad comercial al dejar de ser un lugar de paso entre fronteras. En 1477 los Reyes Católicos declaran la orden de una judería obligatoria en Soria para evitar los dapños que por causa de bevir e morar e estar los judíos entre los christianos se seguían, hordenamos e mandamos que de aquí adelante los judíos non bibiesen nin morasen entre los christianos” que no se extendería al resto de juderías de ambos reinos hasta las Cortes de Toledo de 1480

Unos años más tarde, en 1479, en plena Guerra de Sucesión de Castilla, se producen algunas revueltas antijudías con la excusa de usura de prestamistas judíos de Soria.
Finalmente los judíos son apartados del Castillo en 1487 aunque no definitivamente de la ladera del monte Oria, donde habitarían hasta su expulsión en 1492, año en el que el decreto de expulsión de los judíos marca el comienzo de la definitiva decadencia económica y social de la ciudad de Soria y que duraría hasta bien entrado el Siglo XX.


Bibliografía:

[1] Sinagogas Españolas. Cantera Burgos, Francisco. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto "Benito Arias Montano". Madrid. 1984.
[3] Les Juifs de Soria et Isabelle la Catholique. Julien Weill
[4] Juderías medievales en la provincia de Soria», Homenaje a Fray Justo Pérez de Urbel. Cantera Burgos, Francisco. Silos 1976, pp. 445-482.
[5] Del Pasado Judío en Los Reinos Medievales Hispánicos: Afinidad y Distanciamiento. Yolanda Moreno. pg. 278. 
[6] Soria. Sus monumentos y Arte - Su naturaleza e Historia. Rabal, Nicolás. Barcelona, 1889.
[7] Fontes Iudaeorum Regni Castellae. II: El Tribunal de la Inquisición en el Obispado de Soria (1486-1502). Carrete Parrondo, C, Con una valoración psicológica por M. J.  Castaño González, Salamanca 1985. 
[8] La Soria de los judíos: Sus caracteres elementales. Arevacon - vol. 16 - Museo Numantino/Soria - 2006 - 15pp. Castaño, Javier 
[9]  "Conflictos entre el concejo y la aljama de los judíos de Soria en el último tercio del siglo XV", Cantera Montenegro, Enrique. Anuario de Estudios Medievales, 13 (1983), págs. 583-599.