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sábado, 9 de marzo de 2013

Presencia judía en Calatañazor

En lo alto de un cerro escarpado, rodeado por el sur por el río Milanos, y vigilando el llamado valle de la Sangre, se encuentra la población de Calatañazor, o como se la conoció por los musulmanes, "Qal`at an-Nusur", el castillo de las Águilas, del que parece que proviene su nombre. 



Calatañazor, de sabor medieval, calles empedradas y casas de tapiales de barro y paja y mampostería de madera de sabinas y enebro, con cubiertas de tejas y originales chimeneas cónicas, ha mantenido en su entramado urbana esa disposición que nos hace retrotraernos a una sociedad donde cohabitaban mozárabes, mudéjares y judíos. 




La historia de Calatañazor se remonta a un asentamiento arévaco, Voluce, que parece ubicarse como a un kilómetro de la actual localidad, sobre otro cerro llamado de Los Castejones, dominando también el río Milanos, en el camino entre Uxama y Numancia. Parece que con las guerras celtíberas corrió la misma suerte que las otras dos ciudades, y según estudios arqueológicos se mantuvo habitada hasta los siglos IV a V, cuando la población decide establecerse en la actual ubicación por ser de mejor defensa. 



Durante la dominación musulmana se construye el Castillo de Calatañazor y se dota a la ciudad de murallas, aunque lo que se puede observar hoy es básicamente una reconstrucción de los lienzos del siglo XIV y la torre del homenaje recientemente restaurada. 




Al igual que otras poblaciones de la Extremadura castellana, fue una importante plaza estratégica durante los siglos X y XI. De esta importancia resalta la iglesia de Nuestra Señora del Castillo, de estilo románico pero con importantes componentes de estilo árabe, lo que implica la estrecha relación entre religiones que se dio en la villa. Otros vestigios de esta importancia son las otras dos iglesias que tuvo la ciudad (una de ellas aun en pie, la ermita de Nuestra Sra. de la Soledad y la de San Juan, de la que sólo se mantienen algunos muros) y el rollo que preside el centro de la plaza mayor. 



De la época visigótica pudieran ser las tumbas antropomorfas que aparecen excavadas en la roca en la base del castillo, visibles desde éste y que todos los estudios han relacionado a una iglesia que había en este lugar.




Famoso es el dicho de “Calatañazor, donde Almanzor perdió su tambor”, haciendo referencia que tal como dicta la leyenda fue en el valle de la sangre donde el general del califato perdió una batalla contra los ejércitos cristianos y falleció, aunque la realidad es bien distinta, pues aunque si es cierto que fue aquí donde Almanzor falleció y enterrado en Medinaceli, no fue por una batalla sino por causa de las heridas sufridas o por enfermedad contraída en una campaña militar por tierras riojanas en el verano de 1002. 




La estructura urbana de Calatañazor en la actualidad no nos arroja ningún dato o prueba sobre la presencia judía; el eje que constituye la calle principal que lleva desde la puerta de la ciudad hasta la plaza mayor donde se disponen a un lado el castillo y al otro el ayuntamiento sería en este caso la zona más comercial de la villa, y quizás el lugar donde se asentarían los comercios de propiedad judía. Escasa es la documentación sobre los judíos de Calatañazor, y los existentes sólo hacen mención a los repartimientos, que indican que la población hebrea no fue tan amplia como en localidades próximas como Berlanga de Duero, San Esteban de Gormaz o la propia Soria




Aquí sólo se pueden hacer suposiciones y pensar que los judíos o bien no contaron con una zona separada del resto de la población, o bien vivieron extramuros. 


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domingo, 17 de febrero de 2013

Los Judíos de San Esteban de Gormaz

A la orilla del río Duero y a las faldas de una colina, se encuentra San Esteban de Gormaz, lugar que ya desde época celtíbera tenía importancia como lugar defensivo y de control de cruce de caminos entre Uxama a Segontia Lanka (Langa de Duero) y Clunia a Tiermes. Durante época romana, este lugar estratégico continuó siendo un nudo importante de las rutas comerciales, de ahí que se hayan encontrado bastantes restos de lápidas, relieves militares y estelas honorarias. 


No es hasta la invasión árabe cuando se construye sobre el cerro el castillo (Siglo IX) que controlaría la línea del Duero y el único puente que cruzaba el río por aquella zona, por este motivo se le dio el nombre de "Castro Moro". Debido a la escasez de pasos de este tipo sobre el Duero, a la villa se la llegó a conocer como la "Puerta de Castilla". 



Por esta razón fue un objetivo militar tanto por el bando cristiano como por el árabe durante  más de 200 años. 



Durante prácticamente todo el Siglo X, estas zonas del Duero fueron testigos de batallas y de cambio de manos. En el 883, Alfonso III logra conquistar la plaza, reforzando las defensas del Castillo y repoblando la ciudad, lo que provoca que en el 917 sea sitiada bajo Abi-Abda donde, de nuevo, son derrotados por Ordoño II de León. Desde 919 hasta el 975 San Esteban de Gormaz cambia hasta once veces de manos, por lo que tanto sus murallas y Castillo sean reparados y modificados una y otra vez. 



En 1054, la leyenda cuenta que fue el mismísimo Rodrigo Díaz de Viva “El Cid” el que arrebata la ciudad para el rey castellano a los musulmanes, consiguiendo que la frontera quedara definitivamente al otro lado del Duero. A partir de este momento, la población de la villa vuelve a aumentar gracias a las facilidades de repoblación que la jurisdicción permitió. Sería durante la segunda mitad del Siglo XI y el Siglo XII cuando San Esteban de Gormaz alcanza su máximo esplendor, construyéndose templos románicos como el de San Miguel, la primera iglesia de Castilla con portal, o la Iglesia de Santa María del Rivero; asimismo en el Castillo fue protegido Alfonso VIII cuando contaba con tan sólo siete años, de su tío Fernando II de León, y fue aquí donde se celebraron en 1187 las primeras cortes de Castilla. Para esta fecha ya contaba con 3.000 habitantes (120 caballeros), cuatro parroquias y dos monasterios situados fuera de los límites de la villa. 



La judería de San Esteban de Gormaz parece que fue de un tamaño medio, a juzgar por los repartimientos entregados durante los últimos años del siglo XV, junto con Soria, Berlanga de Duero y Medinaceli fue una de las poblaciones sorianas con mayor población judía; Tuvo cierta importancia durante los siglos XIII y XIV, pero son pocos los datos que han llegado hasta la fecha. A diferencia de otras aljamas de la provincia de Soria, la de San Esteban de Gormaz sufre un proceso de despoblación por el descenso de la contribución de impuestos durante el siglo XV. Si que sabemos que la principal actividad comercial fue la del comercio de lanas y paños, por encontrarse la villa en la ruta de la lana que unía castilla con Aragón y el mediterráneo, así como, al igual que en El Burgo de Osma, las tenerías, que se localizaron en un barrio junto al Duero y que es donde posiblemente se asentó la comunidad judía de la villa. 



Parece que dicho barrio se encontraba directamente comunicado con la fortaleza a través del pozo Lairón, ya que cuentan los más ancianos del lugar que una vez se arrojó un gallo en el pozo excavado en la roca que se encuentra en el cerro del castillo y que proveía de agua a la fortaleza, y que dicho gallo apareció en dicho barrio. 


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San Esteban de Gormaz sobresale por ser el inicio y uno de los primeros municipios de Soria perteneciente a la denominación de Origen de los vinos de la Ribera del Duero. Esta tradición vitivinícola que se supone bastante antigua, y de la cual hay que descartar la procedencia musulmana, pudo haber sido mantenida durante la edad media por la población judía, como ya ocurriría en otros lugares con fuerte presencia hebrea como Calahorra o Hita




Hay estudios de varios historiadores que mantienen que la galería porticada de la iglesia de San Miguel, la más antigua de España y de origen oriental, fue lugar de reunión donde guarecerse de las inclemencias del tiempo, de catecúmenos mudéjares y judíos. Su situación, al cobijo del Castillo y rodeado de bodegas también localizadas en cuevas (hasta 300) bajo el castillo, nos puede inducir a pensar que era esta zona donde se concentraba la población judía. 




Ambos lugares de los que hablo no son más que propuestas, ya que en ningún caso esto se ha comprobado ni documental ni con yacimientos arqueológicos.



Bibliografía:

[1] Memorias de mi pueblo :San Esteban de Gormaz Bas Gonzalo, Eduardo
[2] Del Pasado Judío en Los Reinos Medievales Hispánicos: Afinidad y Distanciamiento. Yolanda Moreno Koch,Ricardo Izquierdo Benito


sábado, 9 de febrero de 2013

La aljama de Berlanga de Duero

La Villa de Berlanga de Duero se situó en un lugar privilegiado desde un punto de vista estratégico durante la reconquista, ya que está en la entrada de las sierras que limitan la meseta castellana de Soria y la Alcarria. Por eso, durante la edad media fue un lugar muy codiciado tanto por las tropas musulmanas, ya que desde allí podían lanzar sus correrías por la llanura, como por los cristianos en su camino hacia el sur de la península.




Pero la antigüedad de Berlanga deDuero se remonta a época romana, en la que se funda la colonia con nombre “Augusta Valeránica” en honor al emperador Valerio, aunque hasta la fecha no se han encontrado restos arqueológicos que sustenten este origen. De este nombre evoluciona al actual, Berlanga, tal como escribe el arzobispo Jiménez de Rada, quien al referirse a la villa, siempre repetía: "Valeranicam quae nuc Berlanga dicitur".

Parece que durante la época de dominación visigoda la población no tuvo mucha importancia, ya que no es hasta finales del siglo X cuando se tienen noticias del Castillo de Berlanga que formaba parte de la línea defensiva de fortificaciones musulmanas junto con la fortaleza Califal de Gormaz, la atalaya de Rello o las fortalezas de la Riba deSantiuste o Atienza.


Indica Juan Manuel Bedoya en sus Memorias históricas de Berlanga que cuando se produjo la invasión invasion árabe “cu Uerlauga quedaron mezclados con los cristianos no sola, moros sino tambien judíos que poco á poco se fueron unos y otros conviniendo ínnes- 1ra sania fe, unos de corazon y otros fingidamente desde que á lUlimos del siglo XV los comenzó á perseguir el nuevo tribunal de la inquisicion desconocido antes en Castilla”. Lo que nos indica que ya en época de dominación visigoda, y quien sabe si antes, ya existía población judía en Berlanga.

Por la situación de estar entre fronteras, Berlanga es saqueada y destruida durante un largo periodo de tiempo tanto por tropas musulmanas como por cristianas, quedando prácticamente asolada y en muchas ocasiones despoblada.

Tras la conquista por Almanzor de la orilla sur del Duero, Berlanga fue de nuevo habitada por musulmanes hasta que Fernando I de León y Conde de Castilla la vuelve a conquistar lanzando sus tropas desde el Castillo de Gormáz tras la huida de los árabes que por miedo a ser sitiados, abandonan la población.




Parece que Berlanga fue de nuevo tomada por los musulmanes hasta su conquista definitiva por Alfonso VI en 1080, preludio de la conquista de Toledo y el fin de la marca, y que la donó al Rodrígo Díaz de Vivar, "el Cid" en 1089, según cuenta el Padre Minguella: " El Cid fue el primer señor de la villa al serle entregada por Alfonso VI por juro de heredad”. 


l Cid, como primer "alcaide" cristiano de la villa, permitió la repoblación de la villa por judíos y moriscos, siendo protegidos por él, pero no fue hasta que la villa pasara a las manos aragonesas de Alfonso I de Aragón en 1108 cuando la repoblación se hizo más efectiva, al igual que el resto de tierras sorianas.

Parece que fue en este momento en el que se empezó a conformar la comunidad judía de Berlanga, que en el siglo XIII llegó a sostener hasta cien familias. En los repartimientos del «servicio y medio servicio» de los judíos de Castilla de 1484, 1485, 1490 y 1491 en la Villa de Berlanga se recaudan entre 500 a 1000 maravedíes, lo que nos indica claramente que la comunidad hebrea en la población no fue de un tamaño demasiado grande en comparación a las cercanas de San Esteban de Gormaz, Medinaceli o Sigüenza, y, casi la cuarta parte que la de Almazán, pero muy superior a la de Burgo de Osma. Cuando se analizan estos datos siempre hay que aclarar que no existe una relación lineal entre el aporte y la población, y que en bastantes ocasiones se dio que grandes aljamas aportaron menos que otras de menor población, por lo que la comparación debe hacerse de manera relativa. Según Valero Hernández, en 1490 vivían unas ciento cincuenta familias judías en esta villa.

También hay que indicar que esta aljama solía tributar con los judíos de Fuentepinilla y de Tajueco, por lo que el número de familias judías en Berlanga es aun inferior a la que podría parecer en un primer instante. Hay documentación que además indica que hacia 1470 familias judías de estas tres localidades fueron a vivir a otras localidades cercanas, como Andaluz, Velamazán y Atienza. Esto además, puede ser una de las razones por las que el apellido Yubero, de claro origen judío por la deformación de Yudería a Yubería y de ahí Yubero al perteneciente a esa Yubería, esté muy extendido en esta comarca.


La judería de Berlanga de Duero, según relatan Blas Taracena Aguirre y José Tudela de la Orden en el libro “Guía artística de Soria y su provincia”, se extendía, pasada la puerta de Aguilera, desde el llamado Mirador de las Monjas (que podría ser el Convento de las franciscanas concepcionistas, aunque este no fue construido hasta bien entrado el Siglo XVI) hasta el Jaráiz, o sea, el lagar, que podría ubicarse en el extremo sur de de Berlanga, sin que sepamos tampoco su situación exacta. 



Lo que sí está claro es que la judería ocupó una zona en la que hoy en día se conservan calles cuyos topónimos nos permite ubicarla. Las calles de Yubería Baja y Yubería Alta son dos de las calles que sin lugar a dudas nos evocan a la comunidad judía, tal como hemos comentado antes.


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Estas calles además, están muy próximas al convento de franciscanas concepcionistas, donde según Valero Hernández se ubicó la sinagoga sin que se haya confirmado ni documental o arqueológicamente hasta la fecha esto.



Mientras duró la tolerancia, desde la promulgación de las Siete Partidas en el Siglo XIII durante el reinado de Alfonso X, la comunidad judía vivió en una relativa calma con el resto de población cristiana y morisca en Berlanga de Duero. No hay documentada ninguna agresión de importancia a esta comunidad durante el Siglo XIV o el Siglo XV, aunque es probable que hechos como los ataques de 1391 a comunidades judías pudieran haberse producido.

Ya hemos comentado que aunque la población judía en la provincia de Soria no fue muy numerosa, hay un dato bastante interesante, y es que si fue alto el número de procesosinquisitoriales por judaizar que se dieron en la provincia tras la expulsión de 1492. Casi 600 casos procesos inquisitoriales se dieron durante el siglo XVI entre las villas de Almazán, Medinaceli y en la propia Berlanga casi una cincuentena, entre 1492 y 1539, según Francisco Cantera Burgos, entre ellos el de María Nuñez

De origen gótico para marcar el carácter de villa, y presumiblemente utilizado durante las ejecuciones inquisitoriales, hay a la entrada de Berlanga, en la zona llamada eras de la Soledad, una picota o rollo con el escudo de la villa. 


Cuenta Juan Manuel Bedoya en sus Memorias históricas de Berlanga que aún en 1775 se podían ver en la Colegiata lienzos, o sambenitos, que tapizaban el muro de la puerta norte donde se podían leer los nombres, apellidos y fecha de los judíos condenados por el tribunal de la Inquisición. Sin embargo, Florentino Zamora, refiriéndose a esto, relata que dichos lienzos, debido a que eran motivo de burla para los vecinos cuyos antepasados fueron objeto del tribunal de la Inquisición, lograron que estos acabaran en la hoguera, perdiéndose sin duda esta fuente documental para el estudio de la población conversa de la villa y de la provincia de Soria.


Bibliografía:
[1] El pasado judío deBerlanga de Duero. Ricardo Muñoz Solla. Convivencia de culturas y sociedades mediterráneas, 2004, ISBN 84-9769-069-9 , págs. 75-90.
[2]  Encuentros Judaicos de Tudela (5. 2002) Cristianos, judíos y moros en Berlanga de Duero. Francisco J. Jiménez Caraballo. Celtiberia, ISSN 0528-3647, Año nº 54, Nº 98, 2004 , págs. 41-62. 
[3] Guía artística de Soria y su provincia. Blas Taracena y José Tudela. Madrid. Revista de Occidente, 1962.