domingo, 23 de diciembre de 2012

La Aljama de Brihuega

El nombre de la Villa de Brihuega, llamada la roca del Tajuña, deriva del vocablo íbero "Briga" o "Brico", como es ya mencionada en época romana, y que significa lugar fuerte, debido a su singular localización sobre una peña, la Peña Bermeja, a la orilla del río Tajuña. Durante la edad media es conocida como "Castrum Briga".


Durante la dominación musulmana, fue una población sin demasiada importancia, viviendo fundamentalmente de la agricultura y el comercio, al encontrarse en el camino que recorría desde Toledo hacia Zaragoza, por el Tajuña.

Tras la conquista por Alfonso VI, la villa es donada al Arzobispado de Toledo, quienes convirtieron a Brihuega en un lugar importante, a la altura de Alcalá de Henares o Talavera.



Brihuega no tuvo una aljama importante, pero, a diferencia de la próxima de Torija, si tuvo  Sinagoga. La existencia de una sinagoga está documentada  y  aparece citada en el edicto del visitador del arzobispado de Toledo con fecha de 31 de Agosto de 1436. Hoy en día, la calle donde seguramente se situó dicha sinagoga, lleva este nombre, Calle de la Sinoga, calle paralela al antiguo trazado de la muralla que rodeaba a esta localidad, aunque no hay ninguna vivienda en la que de momento se hayan encontrado restos de esta [1].




Algunos autores han confundido a lo largo de los años la Iglesia de San Simón con la sinagoga; aunque recientemente se ha confirmado que este templo fue con anterioridad una mezquita.



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En 1212, Arzobispo D. Rodrigo Ximénez de Rada, da derecho de Fuero a la Villa, tal como se puede ver a la entrada de ésta por la presencia del Rollo o Picota, dando a los judíos el mismo trato que al resto de pobladores de cualquier otra condición que habitaran Brihuega: «todos los omnes que moraren en briuega o en su término, xristianos e judíos e moros, todos ayan un fuero». 


No fue, por tanto, extraño que al amparo de esta situación legal, acudiesen a la villa judíos de otras zonas, sobre todo tras las persecuciones y matanzas como la de tierra de Campos el año de 1295, y de las de 1355, 1360, 1391 y 1468, por cuya causa, si en el Padrón de los Judí­os de Castilla, hecho en 1290, aparece tributando la Aljama birocense unos 304 maravedies, menos que la de Talamanca, y cantidad bastante pequeña en comparación con los 13.588 que en ese mismo año cotizaban los judíos de Hita, o los 4.588 que pagaban los de Almoguera. 

Pero sin duda, la población se ve incrementada durante los dos siglos posteriores, ya que en el Repartimientos de de las Aljamas de Castilla en 1474, la aljama de los judíos de Brihuega aportan hasta mil maravedíes.

     

La situación social de los judíos en Brihuega fue, al igual que en el resto de Castilla y Aragón, variable, pero en general se les trató como de hombres libres, dueños de tierras, casas y negocios, tal como aparece en diferentes documentos en que se citan nombres de judíos (Mosé Torrijos, Mosé Calay, Yucas Capanche, Zulema Francisco, «que debía ser de los más honrados del lugar», etc.). Algunos, incluso, ejercían por la comarca la recaudación de los impuestos reales, tal como desde el siglo XII era tradicional que los monarcas castellanos concedieran estos cargos[2].


Tal fue la permisividad y los derechos que adquirieron los judíos en Brihuega que hasta el Arzobispo Pedro Tenorio en 1386 cambia la fecha del mercado que se venía celebrando cada sábado en la Plaza del Coso a los miércoles para que éstos pudieran asistir sin transgredir el descanso del Shabat.
Hay que resaltar la importancia que tuvo la población judía en la tradición textil de la zona, que en Brihuega alcanzó cierta relevancia durante la edad media y que tuvo su mayor exponente a partir del siglo XVIII cuando Fernando VI construye la Real Fábrica de Paños en esta localidad.




Bibliografía:

[1] Sinagogas Españolas. Francisco Cantera Burgos. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid 1955.
[2] Historia social, política y religiosa de los judíos de España y Portugal. Amador de los Ríos. MADRID 1875. EDITORIAL MAXTOR.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Los Judíos en la Villa de Hita

De la gran villa medieval que fue Hita, hoy queda prácticamente poco, algún vestigio de la muralla (en parte restaurada), y una zona del casco urbano. La villa ha padecido siglos de abandono y destrucción; el antaño gran castillo del Marqués de Santillana fue abandonado, al igual que la zona alta del cerro que domina la población y el valle del Henares, y que tuvo, por así decirlo, su remate final durante la Guerra Civil, en la que además, prácticamente el resto de la villa fue arrasada durante los duros enfrentamientos que aquí tuvieron lugar.



La zona de Hita, y en especial su cerro, que domina todo el valle del Henares desde Jadraque hasta la misma capital Alcarreña, tuvo presencia romana, donde instalaron un puesto de vigilancia que controlaba la via que unía Mérida (Augusta Emérita) con Zaragoza (Caesara Augusta), y que sería la misma que pasaría por Toledo (Toletum), Alcalá de Henares (Complutum) y Guadalajara (Arriaca). 
Durante la dominación árabe, parece que la torre vigía es ampliada, pero no se sabe con seguridad si esta lo fue a un alcázar. Es presumible que durante la dominación árabe ya existiera cierta población judía.
En el año 1085 Hita pasa a formar parte de la Corona de Castilla tras su conquista por parte de las tropas de Alfonso VI, siendo en este momento en el que se refuerza la fortaleza para evitar las ofensivas musulmanas. Es a partir de esta época bajomedieval en el que Hita alcanza su mayor apogeo y una gran diversidad de población, en la que conviven tanto cristianos, como judíos y musulmanes.



Es además en esta época en la que el mercado lanar de Hita comienza a ser el más importante de la comarca, y una de sus principales fuentes de riqueza junto con la de producción vinícola, estando ambas actividades económicas en manos judías[1]. Es por esta razón, que prácticamente parte de la población judía se asentara en las inmediaciones de la plaza mayor o plaza del mercado (en la actualidad, Plaza del Arcipreste).



Es la plaza de la villa de Hita otro claro ejemplo de plaza porticada, donde, como hablamos en la judería de Alcalá de Henares, durante la edad media, la zona superior se utilizaba como vivienda, y la inferior como taller o comercio, dejando los soportales como zona para el mercado para evitar las inclemencias del tiempo.



La población judía no estaba ubicada en un barrio, sino que al igual que en otras poblaciones, se hallaba entremezclada con la población cristiana y morisca[1]. Existen documentos que evidencian que judíos fueron propietarios de casas en la Plaza Mayor o del Mercado, junto al Adarve y puertas de Hita (Hoy de Santa María) y de Molina, la Calle Real, la Calle nueva y en las inmediaciones del Barrio de San Pedro (junto a la iglesia del mismo nombre).


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La importancia de la villa y su floreciente comercio es tal que Pedro I instala en el Castillo de Hita uno de sus puestos de recaudación de impuestos a cargo del judío Samuel Ha-Levi, el mismo que mandaría construir en Toledo la magnífica Sinagoga que hoy es conocida como Sinagoga del Tránsito



Otro vestigio del paso de los judíos por la villa de Hita, son las numerosas cuevas-bodegas excavadas en la ladera del cerro de Hita, o llamadas aquí popularmente, bodegos, que aun persisten, y que además, vienen a confirmar la actividad económica que alrededor del vino, sostenía esta población [1].
Estos Bodegos recuerdan por su disposición y número de habitáculos en los que están divididos, a otras de similar naturaleza que existen en localidades como Arnedo (La Rioja), Guadix (Granada) u otras muchas poblaciones españolas. En la actualidad es posible visitar uno de estos Bodegos, reservando previamente.




Por último, cabe destacar que aunque no existen huellas perceptibles en Hita sobre su pasado judío, aparte de los Bodegos, hay documentación que indica que en la villa pudieron existir hasta dos sinagogas. 


A raíz de la expulsión de 1492, Hita perdió una pequeña parte de su población, aunque un buen número de judíos "aceptó" su conversión al cristianismo, o parte de ellos volvieron de Portugal conversos. De entre ellos sobresale la familia de los Baquex [1]

Una última parada en Hita nos lleva irremediablemente a mencionar al Arcipreste de Hita. En la actual Casa-Museo del Arcipreste de Hita, recreación de una casona típica de la villa, además de estar el punto de información turística, se puede visitar una museo de con una interesante colección de piezas arqueológicas desde la prehistoria, hasta el medievo. 




Bibliografía:
[1] Revista Sefarad. "La Judería de Hita". Cantera Burgos, Francisco. Nº 32. Año 1972. Pág. 249-305

Agradecer a K.S su inestimable ayuda y colaboración para obtener fuentes documentales, sin la que esta entrada no hubiera sido posible.

lunes, 22 de octubre de 2012

La Judería de Torija

Torija es una villa con situación privilegiada que creció a la sombra de lo que en tiempos fuera uno de los caminos paralelos a la Vía Complutense, el llamado camino Alto de Aragón, tránsito natural cómodo hacia Aragón. Las primeras reseñas escritas datan de la Reconquista, siendo de gran valor estratégico, al final de un amplio valle, el valle de Torija, que hizo que desde muy tempranas fechas se construyera una atalaya de vigilancia alrededor de la cual se levantaron, una a una, el resto de las edificaciones del municipio. De esa atalaya hay lingüistas que indican que de ahí viene su nombre, en la que la palabra Torija, procede de la palabra latina turrícula, o torrecilla.
Hay otros expertos que relacionan el origen del topónimo Torija al gran conquistador musulmán Táriq Ibn Ziyad y que llegó a este lugar buscando, según cuenta la leyenda, la famosa Mesa del Rey Salomón.
Apenas quedan noticias de su etapa árabe. Tras la reconquista de la zona por Alfonso VI en 1085, dice la leyenda que tuvo la posesión de Torija la Orden de los Templarios, quienes aquí instalaron convento y mejoraron algo la fortaleza y custodiando la ya mencionada Mesa del Rey Salomón.


Durante los siglos XIV y XV, existieron en torno a la ciudad de Guadalajara hasta 17 juderías[1] , entre las que se encontraba la de Torija, que tenía un barrio judío pero que no disponía de sinagoga, por lo que los judíos de esta villa alcarreña debían trasladarse a las juderías de Hita o de Brihuega para realizar sus reuniones, instrucciones sobre la biblia o ceremonias, ya que estas dos villas cercanas si contaban con edificio religioso.
En Torija en la actualidad no encontramos huellas de esa presencia judía, ni en restos arquitectónicos ni en los topónimos de su callejero, pero, si nos atenemos a las fisonomías de otras juderías de otras tantas villas castellanas, es de suponer que las familias hebreas se encontrarían viviendo en las inmediaciones del Castillo del siglo XV (construido sobre los restos de una antigua atalaya) y de la plaza de la villa a los pies de dicha fortaleza, por dos razones fundamentales: Al ser los súbditos hebreos propiedad del rey, sería  responsabilidad del señor de la villa su protección, por lo que sus cercanías a la residencia de éste, sería un condicionante para su seguridad. Y por otro lado, al ser la dedicación fundamental de los judíos (al no permitírsele otro tipo de trabajos) el comercio o compraventa de mercancía, el  vivir cerca de la plaza del mercado sería una ventaja para dichos negocios.  




Otro de los trabajos a los que los judíos de esta zona de Castilla (fundamentalmente Torija y Brihuega) se dedicaron, fue  a la industria textil, aunque a partir de 1391 les fue prohibida. 



Torija estuvo rodeada totalmente por una muralla que contaba con tres puertas de acceso a la villa. Con el paso del tiempo los diferentes muros han ido desapareciendo ocultos tras las viviendas o derruidos en las diferentes reestructuraciones urbanísticas sufridas por el municipio, pero pudiera ser que la judería se encontrara además en la zona de la muralla más cercana al castillo y a la plaza, pero, como hemos mencionado, esto son sólo teorías, pues , de la  Judería de Torija sólo queda el recuerdo de su existencia pues no se ha conservado dato alguno que aportar.



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Otra posible ubicación de la judería de Torija, estaría justo en el lado contrario, sobre la muralla, con salida al norte, y por tanto, con acceso directo al camino hacia Hita y Brihuega, detrás de la actual Iglesia de Nuestra Sra. de la Asunción, donde el entramado de las calles recuerda mucho a la típica disposición medieval de una judería, siendo además, el centro de dicha área, una plazuela con soportales, llamada plazuela de la Iglesia, que nos hace recordar mucho a la arquitectura de la calle mayor de Alcalá de Henares, donde se situaba casualmente, el centro de la judería. Aunque, volvemos a aclarar, que debido a la falta de datos, esto son sólo suposiciones.



En cuanto a la población que pudo tener la Judería, se tiene constancia que en los repartimientos de las juderías de la Corona de Castilla en 1474, los judíos de Torija aportaron  500 maravedíes, por lo que se estima que su población era pequeña,  en comparación con otras más cercanas como la de Alcalá de Henares , Guadalajara, Hita  o Brihuega.



En la salida de Torija, en la calle que lleva hacia la carretera que une esta localidad con Brihuega, podemos ver La Picota, columna que toda villa poseía para dar castigo y servir de escarmiento a toda la población por los posibles delitos que el reo allí atado pudiera haber realizado. Aunque no hay datos sobre posibles judíos conversos allí castigados durante la época de inquisición, bien pudo ser utilizada para este fin. 





[1] Cantera Burgos, Carrete Parrondo “Las Juderías Medievales en la Provincia de Guadalajara”, 1975.

lunes, 13 de agosto de 2012

La Judería de Alcalá de Henares (II)

La Judería Alcalaína llegó a contar también con su cementerio. La ubicación de este osario aún no está muy clara. Hay autores que lo sitúan en el actual Parque de O’Donnell, mientras que otros lo situan en los alrededores de la ermita de San Isidro o en lo que se llamaba «eras de afuera» o «eras de San Isidro», al noroeste de la ciudad de Alcalá y junto al cauce que traía agua de Villamalea, y del sobrante de la fuente del Caño Gordo al foso de la muralla en la Puerta de Mártires, antes conocida como de Guadalajara. 


La única certeza documental al respecto se encuentra en un testimonio inquisitorial (1547) en el que dos testigos, Pedro Manuel y Francisco de Hormero, mayores de 70 años, atestiguan que "[...] los judíos tenían un onsario de media legua en largo, donde se enterraban".
De vuelta al barrio judío, y a la calle Mayor, debemos resaltar dos edificios, uno junto al otro, relacionados indirectamente con la presencia judía en la peníncula: El Hospital de Antenaza y la Casa Natal de Miguel de Cervantes.

El Hospital de Antezana, fue erigido por iniciativa del noble caballero Luis de Antezana en el  año 1483. La fundación de nuevos hospitales a partir de mediados del siglo XIV tiene como finalidad básica conseguir el aislamiento de los miserables, a transeúntes enfermos y ancianos. El edificio, ejemplo de arquitectura mudéjar, está rematado en su fachada por un bello alero nazarí, con sus dobles canecillos inclinados y muy volados, semejante al de la cárcel de la Santa Hermandad en Toledo. En este hospital se cree que trabajó Rodrigo de Cervantes, cirujano y padre del insigne autor alcalaíno, y de origen converso.
La construcción de este Hospital en pleno corazón del Barrio Judío no está muy claro, pero una de las posibles razones, pudo ser el afán que tenían las autoridades eclesiásticas de conseguir el máximo número de conversiones al catolicismo entre la población judía.


El otro edificio de mención es el Museo Casa Natal deCervantes, donde según la tradición, se sitúa en el inmueble donde nació el escritor. Este edificio recrea distintas estancias de una casa típica de los siglos XVI y XVII. El museo dedica también dos de sus salas a la exposición de su colección bibliográfica, que cuenta con algunas de las ediciones más importantes de la obra de Cervantes, curiosidades y rarezas bibliográficas.


La última parada importante de la visita a la judería de Alcalá es el Museo Arqueológico de la Comunidad de Madrid, donde se recogen piezas de los distintos yacimientos arqueológicos de la región. Contiene una pequeña y no muy importante colección de algunos utensilios utilizados en rituales judíos de las distinas juderías de la región, en especial de Madrid.


Por último, no podemos dejar la ciudad de Alcalá, sin mencionar a su universidad. La Universidad Complutense, o en la actualidad de Alcalá de Henares y el Colegio Mayor de San Ildefonso fueron fundados posteriormente a la expulsión de los judíos en 1492, por el Cardenal Cisneros en 1498, pero sin embargo, si está si está relacionada con el mundo judío porque conversos como Alfonso de Zamora o Pablo Coronel, hermano de Abraham Seneor, llegaron a dar clases en ella. 


Aquí se creó la primera cátedra de Hebreo en una universidad de la mano de Alfonso de Zamora que promovió el estudio de esta lengua y creó la primera Biblía Políglota impresa en el mundo, la Biblía Políglota Complutense, con la ayuda del lingüista Alfonso de Alcalá


Otras personalidades de origen converso fueron Pedro de Lerma, que consiguió la cancillería de la Universidad otorgada por el Cardenal Cisneros, o Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática Castellana.
De entre los judíos célebres de Alcalá, destacaron hombres como el escritor Menahem Ben Zerah (1368) o el historiador, Isaac Abravanel (siglos XIV-XV).

viernes, 10 de agosto de 2012

La Judería de Alcalá de Henares (I)

La presencia de judíos en Alcalá de Henares está documentada desde el año 1118, año en el que las tropas cristianas del Arzobispo de Toledo, Bernardo de Sedirac, conquistan el Alcázar musulmán de Al-Qal'a Nahar y todo el valle de su influencia, aunque presumiblemente, como en otras ciudades de la España musulmana, ya contaría con una cierta población judía. Hasta el 1492, Alcalá de Henares tendría la judería más extensa de lo que en la actualidad es la Comunidad de Madrid (por delante de la de Madrid o la de Chinchón) y sería de las más notables de Castilla, ya que algunos estudios cifran la población judía en unas 5.000 personas.
Durante el dominio cristiano, la ventaja que supuso la protección que ofrecía el Obispo de Toledo, con la aplicación de las mismas leyes e iguales derechos a la la población judía residente en la ciudad Complutense que a la población cristiana, así como el respeto a los ordenamientos de Alfonso VI , atrajo a muchos judíos de otras regiones, que vieron en Alcalá de Henares una ciudad próspera donde ejercer su profesión, comercial fundamentalmente. 


Es de destacar que el Fuero Viejo equipara a los judíos con los cristianos e intenta que se asienten en Alcalá. La legislación española medieval fue la más generosa en el trato a los judíos, legislación inspirada en la "Constitutio" de Inocencio III. En cuanto a su convivencia en la ciudad, destacamos que tenían derecho de propiedad sobre bienes muebles e inmuebles. Y en cuanto a su relación con los cristianos, los judíos no podían mantener amistad ni convivir con ellos. Eran protegidos personales de la monarquía y también de los arzobispos. De ahí la libertad de movimientos que tenían para su actividad mercantil e incluso para viajar. Así podemos encontrarnos en Alcalá con judíos provenientes de Sevilla, Córdoba, Toledo o Zaragoza.

Unos siglos más tarde, en 1348, durante el reinado de Alfonso XI, y tras el Sínodo de Zamora, los fueros de Alcalá se vieron afectados negativamente con respecto a las leyes que afectaban a los judíos, perdiendo gran parte de esta privilegiada situación.
Hacia el año 1474, la judería de la ciudad llegó a contar con unas 111 familias, población muy inferior a la que tuvo allá por los siglos XIII y XIV. Sin los judíos que moraban en Cobeña, en el repartimiento hecho en 1474 por Rabí Jacob Aben-Núñez, juez mayor de los judíos y médico del rey Don Enrique IV, la población judía de Alcalá contribuyó con 3.300 maravedíes. Utilizando el padrón de judíos de Talavera de la Reina (Toledo), Fernando Suárez cifra la población judía de Alcalá de Henares en 1477-1478 en 336 vecinos pecheros, lo que daría lugar, empleando un coeficiente de 5 miembros por familia, a una población total de 1.680 judíos.



La ciudad de Alcalá de Henares que creció junto al río donde se estableció la anterior ciudad romana, estuvo cercada por una amplia muralla que cerraba la ciudad durante todo el medievo y que recogía a los tres grandes barrios en los que se dividía la ciudad: El barrio Cristiano ocupando todo el norte y este, el Judío al oeste de la plaza de la Picota y de la morería o la Almanjara, al suroeste, cerca de las vegas del Henares. La judería abarcaba una zona en forma de cuadrilátero, incluyendo la cabecera inmediata de las calles de Escritorios, la totalidad de la calle Mayor, y parte de la de Santiago, y cuyo límite podía decirse que estaba en la calle Segovia, hoy desaparecida, que unía las citadas calles con la puerta de Burgos.



En la actualidad, el Ayuntamiento de la Ciudad de Alcalá de Henares ha señalizado este y los otros dos barrios medievales con el objetivo de recuperar nombres o recuerdos plasmados en viejos documentos y en el urbanismo heredado de la Ciudad Medieval. Las 21 placas que  la forman se diferencian por el color, por el símbolo de la cultura que representan (la media luna, la cruz latina y la menorah) y por las tipografías árabe y hebrea de los Barrios de la Morería y Judío.




Según queda atestiguado por documentos de los siglos XV y XVI, en la muralla existió un postigo o puerta, llamada de los judíos, situado cerca de la calle del tinte, antes de llegar a la actual plaza de Atilano Casado. Otros autores, sitúan el postigo de los judíos, siguiendo longitudinalmente la plaza de Cervantes hacia el norte, localizándola en la Calle de Santiago a la altura de la actual Iglesia. Hoy días, del lienzo de la muralla sólo queda un segmento que va desde la puerta de Guadalajara junto al Palacio Arzobispal, hasta la puerta de Madrid (reconstruida), y aún así, esta parte de la muralla, aunque sigue el trazado de la original, es una reconstrucción del S. XVI.



El Barrio judío, como ya hemos mencionado, se situó entre las actuales calles de Santiago y Escritorios formando una especie de rectángulo, con su eje principal en la Calle Mayor desde la actual Plaza de Cervantes (en aquellos tiempos fuera de la muralla y lugar de mercado y corso) hasta la Plaza de la Picota (actual plaza de los Santos Niños), verdadero corazón de alcalaíno en la edad media. Sobre la calle Mayor iban a dar numerosos adarves o callejuelas con acceso a patios vecinales. 



La Calle mayor conserva aún la función comercial que tuvo durante la eda media, con una distribución que hoy en día todavía se sigue conservando, el comercio o taller abajo, y la residencia encima, formando un auténtico monumento urbano, por la longitud de la calle y por la estructura de soportales. Esta disposición permitía sacar las mercancías a la vista del público y al mismo tiempo protegerlas de las inclemencias del tiempo. La lista de oficios de tipo artesanal o comercial a los que se dedicaron los judíos es muy amplia: prestamistas, plateros, encuadernadores, latoneros, tejedores, carniceros, etc. 


Ver Judería de Alcalá de Henares en un mapa más grande

Las cartas de censo de la iglesia colegial sitúan también a los judíos viviendo en la calle de los Escribanos, en la calle Esparterías, en la calle de Maestro Pedro, en la calle del matadero y en la de los Roperos.



Los judíos de Alcalá, según documentos, contaron con carnicerías, dos sinagogas y un cementerio. En cuanto a las carnicerías, un cartel a la altura de la calle Nueva, nos recuerda la existencia de que al menos una de ellas estuvo ubicada entre  la Calle Mayor y la de Santiago.



La ciudad de Alcalá tuvo dos Sinagogas, la Mayor y la Menor. La Sinagoga Mayor se situaría en lo que hoy se conoce como Corral de la Sinagoga o de la Xinoga, entre los números 35 y 36 de la calle Mayor, frente al Hospital de Antezana, con salida hacia el nº 10 de la calle del Carmen Calzado.


 



El sábado 7 de Agosto de 1395 “dentro de la sinoga mayor de los judíos desta dicha villa”, estando allí en oración “larga gent de los judíos” de Alcalá, ante notario y testigos, “parescio y en la dicha sinoga Maestro Pedro, Fesico de nuestro señor don Pedro, Arzobispo de Toledo” y mostró e hizo leer carta de éste del 12 de Mayo anterior nombrando a dicho físico “nuestro Alcall e Juez mayor” de todas las aljamas judías del Arzobispado y ordenando a éstas que por tal le reciban. Don Abraham aben Xuxén y otros 17 judíos obedecen la carta pero ofrecen ciertos reparos, mientras gran parte de los otros judíos presentes manifiestan a grandes voces su conformidad con la carta del prelado y su disentimiento de la respuesta de Abraham aben Xuxén" (Don Ramón Santa María,  Edificios hebreos en Alcalá de Henares, BRAG, XVII, 184.189).


La Sinagoga Menor estuvo emplazada entre los números 18 y 22 de la calle de Santiago, junto a lo que más tarde pasó a ser el convento de Capuchinos, convertido hoy en el restaurante "La Cúpula".