martes, 26 de febrero de 2013

La Aljama de Caracena

Hoy Caracena, la que antaño fue villa principal de la tierra de su mismo nombre (cabeza de más de una veintena de aldeas), se encuentra semiabandonada, aunque aún se pueden percibir los abundantes signos de su esplendor medieval, como son sus dos iglesias (de San Pedro y de Santa María o Virgen del Casado), la cárcel, la plaza mayor, su trazado urbano o su Castillo


La zona de la Villa de Caracena, entre dos barrancos, el del río Caracena y el Adante, formados durante miles de años en estas agrestes tierras, fue habitada desde al menos la edad de bronce (1500-1200 a.c.), como lo atestigua el yacimiento de Los Tolmos, el más representativo de la provincia de Soria. 




En él se descubrieron tumbas antropomórficas rupestres, sepulturas en hoyos de inhumación y objetos como hachas, puntas de flecha o fragmentos de cerámica campaniforme. También estas tierras fueron escenario de las guerras celtíberas, donde los arévacos se enfrentaron a las legiones del cónsul Pompeyo en 141 a.c. No hay, sin embargo, constancia de asentamiento alguno durante la dominación romana, aunque como enclave en el camino entre Tiermes y Uxama, pudo haber tenido cierta importancia para el control de la vía.

La importancia de Caracena llegaría, como el resto de tierras sorianas, por encontrarse durante los siglos X y XI en la marca fronteriza entre los reinos cristianos y los musulmanes. Es durante estos siglos cuando se construye su castillo. En sus inmediaciones tendría lugar una de las más cruentas batallas entre musulmanes y cristianos, la batalla de Alhandega, en la que una emboscada en los cañones y barrancos de la sierra de Pela, de los ejércitos cristianos a los de Abderramán, darían la victoria a estos primeros y causaría una gran pérdida al califato de Córdoba.

Durante el siglo XI y alejada ya la frontera hacia el Tajo, se concedieron fueros reales y determinados privilegios a aquellas gentes que acudieran a poblar la zona de las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura Castellana, entre las que se encontraba  Caracena. 



Tanto Fernando I de León como su hijo Alfonso VI, consideraron Caracena como una plaza prioritaria de repoblación. Surge así la Comunidad de Villa y Tierra de Caracena. En 1113 ya estaba totalmente estructurada y según el censo del año 1594, la villa estaba constituida por diecinueve pueblos o aldeas y trece despoblados.

A finales del siglo XIV es entregada a la familia Tovar, que la mantiene en su poder hasta la guerra de sucesión de finales del siglo XV. Los Reyes Católicos confiscarían la villa y la entregarían junto con sus aldeas a Alfonso Carrillo de Acuña II, sobrino del famoso arzobispo de Toledo. Una de las primeras medidas de Carrillo será reconstruir el castillo de Caracena. 




La presencia judía en Caracena no se hace patente hasta bien entrado el siglo XV, donde se aprecia, a diferencia de siglos anteriores, como los impuestos pagados por la comunidad van creciendo año tras año, lo que nos indica que a diferencia de otras poblaciones castellanas, la villa fue repoblándose de judíos. Sin embargo, a día de hoy, sólo estos datos contables y los expedientes inquisitoriales de 1498 archivados en Cuenca nos indican algo sobre la aljama de Caracena.
De estos expedientes inquisitoriales destaca la mención de una sinagoga, aunque en ningún documento llega a indicarse su ubicación. La tradición popular sitúa en el llamado “Arrabal de Gormaz”, al norte de la población, la aljama. Esta zona urbana, hoy en día desaparecida y que forma parte de las llamadas eras del pueblo, antaño tendría la misma configuración medieval que tiene el resto de la villa. 




Se trata de una distribución de calles estrechas y que se adaptan a las irregularidades del terreno, que confluirían de manera radial en la Plaza mayor. Por la situación de la iglesia de la Virgen del Casado, se ha pensado que pudo ser la sinagoga que se menciona en los expedientes inquisitoriales, aunque por sus características románicas y su riqueza en elementos visigóticos y mudéjares podría descartarse rápidamente esta idea según el historiador Juan Gaya Nuño.

 
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Bibliografía:
[1] Judíos y judaizantes de Caracena. Ricardo Muñoz Solla. Revista El Olivo, nº 53. Universidad de Salamanca
[2] Los repartimientos del. «servicio y medio servicio» de los judíos de Castilla de 1484,1485,1490 y 1491. Gonzalo Viñuales Fereriro. Uned, Madrid.
[3] Censo de población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el Siglo XVI. Tomás González (1829).
[4] Del Pasado Judío en Los Reinos Medievales Hispánicos: Afinidad y Distanciamiento. Yolanda Moreno. Colección Humanidades
 

domingo, 17 de febrero de 2013

Los Judíos de San Esteban de Gormaz

A la orilla del río Duero y a las faldas de una colina, se encuentra San Esteban de Gormaz, lugar que ya desde época celtíbera tenía importancia como lugar defensivo y de control de cruce de caminos entre Uxama a Segontia Lanka (Langa de Duero) y Clunia a Tiermes. Durante época romana, este lugar estratégico continuó siendo un nudo importante de las rutas comerciales, de ahí que se hayan encontrado bastantes restos de lápidas, relieves militares y estelas honorarias. 


No es hasta la invasión árabe cuando se construye sobre el cerro el castillo (Siglo IX) que controlaría la línea del Duero y el único puente que cruzaba el río por aquella zona, por este motivo se le dio el nombre de "Castro Moro". Debido a la escasez de pasos de este tipo sobre el Duero, a la villa se la llegó a conocer como la "Puerta de Castilla". 



Por esta razón fue un objetivo militar tanto por el bando cristiano como por el árabe durante  más de 200 años. 



Durante prácticamente todo el Siglo X, estas zonas del Duero fueron testigos de batallas y de cambio de manos. En el 883, Alfonso III logra conquistar la plaza, reforzando las defensas del Castillo y repoblando la ciudad, lo que provoca que en el 917 sea sitiada bajo Abi-Abda donde, de nuevo, son derrotados por Ordoño II de León. Desde 919 hasta el 975 San Esteban de Gormaz cambia hasta once veces de manos, por lo que tanto sus murallas y Castillo sean reparados y modificados una y otra vez. 



En 1054, la leyenda cuenta que fue el mismísimo Rodrigo Díaz de Viva “El Cid” el que arrebata la ciudad para el rey castellano a los musulmanes, consiguiendo que la frontera quedara definitivamente al otro lado del Duero. A partir de este momento, la población de la villa vuelve a aumentar gracias a las facilidades de repoblación que la jurisdicción permitió. Sería durante la segunda mitad del Siglo XI y el Siglo XII cuando San Esteban de Gormaz alcanza su máximo esplendor, construyéndose templos románicos como el de San Miguel, la primera iglesia de Castilla con portal, o la Iglesia de Santa María del Rivero; asimismo en el Castillo fue protegido Alfonso VIII cuando contaba con tan sólo siete años, de su tío Fernando II de León, y fue aquí donde se celebraron en 1187 las primeras cortes de Castilla. Para esta fecha ya contaba con 3.000 habitantes (120 caballeros), cuatro parroquias y dos monasterios situados fuera de los límites de la villa. 



La judería de San Esteban de Gormaz parece que fue de un tamaño medio, a juzgar por los repartimientos entregados durante los últimos años del siglo XV, junto con Soria, Berlanga de Duero y Medinaceli fue una de las poblaciones sorianas con mayor población judía; Tuvo cierta importancia durante los siglos XIII y XIV, pero son pocos los datos que han llegado hasta la fecha. A diferencia de otras aljamas de la provincia de Soria, la de San Esteban de Gormaz sufre un proceso de despoblación por el descenso de la contribución de impuestos durante el siglo XV. Si que sabemos que la principal actividad comercial fue la del comercio de lanas y paños, por encontrarse la villa en la ruta de la lana que unía castilla con Aragón y el mediterráneo, así como, al igual que en El Burgo de Osma, las tenerías, que se localizaron en un barrio junto al Duero y que es donde posiblemente se asentó la comunidad judía de la villa. 



Parece que dicho barrio se encontraba directamente comunicado con la fortaleza a través del pozo Lairón, ya que cuentan los más ancianos del lugar que una vez se arrojó un gallo en el pozo excavado en la roca que se encuentra en el cerro del castillo y que proveía de agua a la fortaleza, y que dicho gallo apareció en dicho barrio. 


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San Esteban de Gormaz sobresale por ser el inicio y uno de los primeros municipios de Soria perteneciente a la denominación de Origen de los vinos de la Ribera del Duero. Esta tradición vitivinícola que se supone bastante antigua, y de la cual hay que descartar la procedencia musulmana, pudo haber sido mantenida durante la edad media por la población judía, como ya ocurriría en otros lugares con fuerte presencia hebrea como Calahorra o Hita




Hay estudios de varios historiadores que mantienen que la galería porticada de la iglesia de San Miguel, la más antigua de España y de origen oriental, fue lugar de reunión donde guarecerse de las inclemencias del tiempo, de catecúmenos mudéjares y judíos. Su situación, al cobijo del Castillo y rodeado de bodegas también localizadas en cuevas (hasta 300) bajo el castillo, nos puede inducir a pensar que era esta zona donde se concentraba la población judía. 




Ambos lugares de los que hablo no son más que propuestas, ya que en ningún caso esto se ha comprobado ni documental ni con yacimientos arqueológicos.



Bibliografía:

[1] Memorias de mi pueblo :San Esteban de Gormaz Bas Gonzalo, Eduardo
[2] Del Pasado Judío en Los Reinos Medievales Hispánicos: Afinidad y Distanciamiento. Yolanda Moreno Koch,Ricardo Izquierdo Benito


martes, 12 de febrero de 2013

Judíos en El Burgo de Osma

El origen de El Burgo de Osma y de la Ciudad de Osma, se remontan al castro celtíbero de Uxama Argaela, “ciudad en lo alto”, donde estuvo el primer núcleo de población de la zona, posiblemente ya habitado durante la Edad del Hierro.
La ciudad de origen arévaco formó junto con las de Tiermes y la de Numancia un importante núcleo de resistencia frente a las tropas romanas durante las guerras celtíberas (153–133a.c).



Tras la conquista romana, mantuvo su importancia como lugar de comercio y de tránsito, ya que se situaba en la vía que unía Zaragoza con Astorga, y además tuvo el privilegio de acuñar moneda. Los actuales restos arqueológicos de la ciudad que hoy día pueden visitarse atestiguan su antiguo esplendor. Posteriormente, bajo dominación visigoda, no perdió su grandiosidad, ya que pasó a ser diócesis que hoy en día mantiene y como atestiguan que los obispos de Osma asistieran a los concilios de Toledo.





Tras la conquista árabe, la ciudad de Uxama, o de Waxsima como la bautizaron los musulmanes, fue perdiendo población hasta que fue totalmente abandonada, conservándose de esta época una atalaya que vigila el paso del río Ucero frente al castillo de Osma.



A principios del Siglo X la construcción de la fortaleza en el cerro del castillo ayudó al asentamiento de población a la derecha del río Ucero. Este castillo formará junto a las atalayas de Uxama, Valdenarro y Lomero, con las que se comunicaba visualmente, una fuerte línea defensiva musulmana frente a los ataques cristianos. Esta nueva ubicación, además de la protección que supone el castillo tiene mejores accesos a recursos hídricos y tierras de cultivo.




En el año 939 el ejército musulmán dirigido por Abderramán III es derrotado cerca de Osma por Ramiro II de León y el Conde de Castilla Fernán González en la Batalla de Osma o del Barranco. La presión cristiana se vuelve a hacer patente en el año 954 en el que San Esteban de Gormaz es conquistada por Fernán González, dejando casi a Osma como reducto musulmán al norte del Duero. Diez años después la ciudad es conquistada, aunque en el año 994 vuelve a manos musulmanas por Almanzor, que la controlará hasta su muerte en el 1002 cuando es derrotado por una coalición de castellanos, leoneses y navarros en la Batalla de Calatañazor y provocando un debilitamiento del Calilfato que supondría en 1085 la conquista de Toledo.




Alrededor de un primitivo Monasterio de San Miguel de origen visigodo, al otro lado del río Ucero, se empezaron a establecer negocios y talleres. Cuando se restaura la diócesis, el nuevo obispo Pedro de Bourges (San Pedro de Osma) ordena construir la la primitiva catedral románica sobre la base del monasterio lo que produjo que el pequeño núcleo burgués creciera en detrimento de Osma, alcanzando en el año 1170 entidad jurídica independiente de Osma por privilegio real de Alfonso VIII. Con este documento se impulsó la repoblación de la villa. La remodelación de la catedral románica en gótica, atrajo a artesanos lo que supuso en 1322 que Alfonso XI concediera la celebración del mercado semanal que continúa vigente en la actualidad. 




No fue hasta el Siglo XV en el que se construyeron las murallas, dejando el arrabal o barrio de Tenerías, situado en donde confluyen los ríos Ucero y Abión fuera de la ciudad, y donde se concentraba la población judía.


En Burgo de Osma, los judíos tuvieron como principales actividades la de mercaderes, especialmente de lanas, paños y ganados, tejedores y el más importante de todos, y que daría nombre al arrabal donde se ubicaron, a las tenerías, aunque sin olvidar el de prestamistas. De hecho fue en el propio obispado de Osma donde las querellas y denuncias por usura alcanzaron mayor número, ocasionando en varias ocasiones brotes violentos, como el que se produjo en 1479. Sin embargo, de toda la diócesis, los judíos de Osma fueron los menos numerosos a tenor de las cifras de repartimientos con los que contribuían.


Uno de los tesoros que se conserva en los archivos de la catedral del Burgo de Osma es el Fortalitium fidei (Fortaleza de la Fe), datado en 1464 y que constituye un manifiesto de la fe cristiana y que se articula en torno a la batalla contra cada uno de los enemigos de la fe, es decir, herejes, judíos, sarracenos y demonios.



Entre los años 1459 y 1501, el Tribunal de la Inquisición tuvo mucha actividad vigilando a los conversos de la ciudad, analizando hasta qué dieta consumían. Hasta se promulgaron leyes de limpieza de sangre por la cual para ser canónigo era fundamental no tener antepasados judíos, aunque el Obispo Bernabé que dirigió la diócesis durante 20 años tuvo origen converso, como lo sería, en el XVI, Pablo de Santa María, descendiente de la rica familia Leví y que llegaría a ser obispo de Burgos.



Son importantes los casos de conversiones documentadas que se produjeron en El Burgo de Osma tras el edicto de expulsión de 1492.

Bibliografía:


[1] Pleitos de usura en la diócesis de Osma en el último tercio del siglo XV. Enrique Cantera Montenegro,. Anuario de Estudios Medievales, 12 (1982), págs. 597-622. 
[2] El apartamiento de judíos y mudéjares en las diócesis de Osma y Sigüenza a fines del siglo XV. Enrique Cantera Montenegro. Anuario de Estudios Medievales, 17 (1987), págs. 501-510. 
[3] Las comunidades mudéjares de las diócesis de Osma y Sigüenza a fines de la Edad Media. Enrique Cantera Montenegro.  Espacio, Tiempo y Forma. Revista de la Facultad de Geografía e Historia, Serie III-Historia Medieval, nº 1 (Madrid. Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1988), págs. 137-173. 

[4] Notas acerca de la expulsión de los judíos en la diócesis de Osma (Soria). Enrique Cantera Montenegro. Espacio, Tiempo y Forma. Revista de la Facultad de Geografía e Historia. Serie III-Historia Medieval, nº 13 (Madrid. Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2000), págs. 57-84. 
[5] 

sábado, 9 de febrero de 2013

La aljama de Berlanga de Duero

La Villa de Berlanga de Duero se situó en un lugar privilegiado desde un punto de vista estratégico durante la reconquista, ya que está en la entrada de las sierras que limitan la meseta castellana de Soria y la Alcarria. Por eso, durante la edad media fue un lugar muy codiciado tanto por las tropas musulmanas, ya que desde allí podían lanzar sus correrías por la llanura, como por los cristianos en su camino hacia el sur de la península.




Pero la antigüedad de Berlanga deDuero se remonta a época romana, en la que se funda la colonia con nombre “Augusta Valeránica” en honor al emperador Valerio, aunque hasta la fecha no se han encontrado restos arqueológicos que sustenten este origen. De este nombre evoluciona al actual, Berlanga, tal como escribe el arzobispo Jiménez de Rada, quien al referirse a la villa, siempre repetía: "Valeranicam quae nuc Berlanga dicitur".

Parece que durante la época de dominación visigoda la población no tuvo mucha importancia, ya que no es hasta finales del siglo X cuando se tienen noticias del Castillo de Berlanga que formaba parte de la línea defensiva de fortificaciones musulmanas junto con la fortaleza Califal de Gormaz, la atalaya de Rello o las fortalezas de la Riba deSantiuste o Atienza.


Indica Juan Manuel Bedoya en sus Memorias históricas de Berlanga que cuando se produjo la invasión invasion árabe “cu Uerlauga quedaron mezclados con los cristianos no sola, moros sino tambien judíos que poco á poco se fueron unos y otros conviniendo ínnes- 1ra sania fe, unos de corazon y otros fingidamente desde que á lUlimos del siglo XV los comenzó á perseguir el nuevo tribunal de la inquisicion desconocido antes en Castilla”. Lo que nos indica que ya en época de dominación visigoda, y quien sabe si antes, ya existía población judía en Berlanga.

Por la situación de estar entre fronteras, Berlanga es saqueada y destruida durante un largo periodo de tiempo tanto por tropas musulmanas como por cristianas, quedando prácticamente asolada y en muchas ocasiones despoblada.

Tras la conquista por Almanzor de la orilla sur del Duero, Berlanga fue de nuevo habitada por musulmanes hasta que Fernando I de León y Conde de Castilla la vuelve a conquistar lanzando sus tropas desde el Castillo de Gormáz tras la huida de los árabes que por miedo a ser sitiados, abandonan la población.




Parece que Berlanga fue de nuevo tomada por los musulmanes hasta su conquista definitiva por Alfonso VI en 1080, preludio de la conquista de Toledo y el fin de la marca, y que la donó al Rodrígo Díaz de Vivar, "el Cid" en 1089, según cuenta el Padre Minguella: " El Cid fue el primer señor de la villa al serle entregada por Alfonso VI por juro de heredad”. 


l Cid, como primer "alcaide" cristiano de la villa, permitió la repoblación de la villa por judíos y moriscos, siendo protegidos por él, pero no fue hasta que la villa pasara a las manos aragonesas de Alfonso I de Aragón en 1108 cuando la repoblación se hizo más efectiva, al igual que el resto de tierras sorianas.

Parece que fue en este momento en el que se empezó a conformar la comunidad judía de Berlanga, que en el siglo XIII llegó a sostener hasta cien familias. En los repartimientos del «servicio y medio servicio» de los judíos de Castilla de 1484, 1485, 1490 y 1491 en la Villa de Berlanga se recaudan entre 500 a 1000 maravedíes, lo que nos indica claramente que la comunidad hebrea en la población no fue de un tamaño demasiado grande en comparación a las cercanas de San Esteban de Gormaz, Medinaceli o Sigüenza, y, casi la cuarta parte que la de Almazán, pero muy superior a la de Burgo de Osma. Cuando se analizan estos datos siempre hay que aclarar que no existe una relación lineal entre el aporte y la población, y que en bastantes ocasiones se dio que grandes aljamas aportaron menos que otras de menor población, por lo que la comparación debe hacerse de manera relativa. Según Valero Hernández, en 1490 vivían unas ciento cincuenta familias judías en esta villa.

También hay que indicar que esta aljama solía tributar con los judíos de Fuentepinilla y de Tajueco, por lo que el número de familias judías en Berlanga es aun inferior a la que podría parecer en un primer instante. Hay documentación que además indica que hacia 1470 familias judías de estas tres localidades fueron a vivir a otras localidades cercanas, como Andaluz, Velamazán y Atienza. Esto además, puede ser una de las razones por las que el apellido Yubero, de claro origen judío por la deformación de Yudería a Yubería y de ahí Yubero al perteneciente a esa Yubería, esté muy extendido en esta comarca.


La judería de Berlanga de Duero, según relatan Blas Taracena Aguirre y José Tudela de la Orden en el libro “Guía artística de Soria y su provincia”, se extendía, pasada la puerta de Aguilera, desde el llamado Mirador de las Monjas (que podría ser el Convento de las franciscanas concepcionistas, aunque este no fue construido hasta bien entrado el Siglo XVI) hasta el Jaráiz, o sea, el lagar, que podría ubicarse en el extremo sur de de Berlanga, sin que sepamos tampoco su situación exacta. 



Lo que sí está claro es que la judería ocupó una zona en la que hoy en día se conservan calles cuyos topónimos nos permite ubicarla. Las calles de Yubería Baja y Yubería Alta son dos de las calles que sin lugar a dudas nos evocan a la comunidad judía, tal como hemos comentado antes.


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Estas calles además, están muy próximas al convento de franciscanas concepcionistas, donde según Valero Hernández se ubicó la sinagoga sin que se haya confirmado ni documental o arqueológicamente hasta la fecha esto.



Mientras duró la tolerancia, desde la promulgación de las Siete Partidas en el Siglo XIII durante el reinado de Alfonso X, la comunidad judía vivió en una relativa calma con el resto de población cristiana y morisca en Berlanga de Duero. No hay documentada ninguna agresión de importancia a esta comunidad durante el Siglo XIV o el Siglo XV, aunque es probable que hechos como los ataques de 1391 a comunidades judías pudieran haberse producido.

Ya hemos comentado que aunque la población judía en la provincia de Soria no fue muy numerosa, hay un dato bastante interesante, y es que si fue alto el número de procesosinquisitoriales por judaizar que se dieron en la provincia tras la expulsión de 1492. Casi 600 casos procesos inquisitoriales se dieron durante el siglo XVI entre las villas de Almazán, Medinaceli y en la propia Berlanga casi una cincuentena, entre 1492 y 1539, según Francisco Cantera Burgos, entre ellos el de María Nuñez

De origen gótico para marcar el carácter de villa, y presumiblemente utilizado durante las ejecuciones inquisitoriales, hay a la entrada de Berlanga, en la zona llamada eras de la Soledad, una picota o rollo con el escudo de la villa. 


Cuenta Juan Manuel Bedoya en sus Memorias históricas de Berlanga que aún en 1775 se podían ver en la Colegiata lienzos, o sambenitos, que tapizaban el muro de la puerta norte donde se podían leer los nombres, apellidos y fecha de los judíos condenados por el tribunal de la Inquisición. Sin embargo, Florentino Zamora, refiriéndose a esto, relata que dichos lienzos, debido a que eran motivo de burla para los vecinos cuyos antepasados fueron objeto del tribunal de la Inquisición, lograron que estos acabaran en la hoguera, perdiéndose sin duda esta fuente documental para el estudio de la población conversa de la villa y de la provincia de Soria.


Bibliografía:
[1] El pasado judío deBerlanga de Duero. Ricardo Muñoz Solla. Convivencia de culturas y sociedades mediterráneas, 2004, ISBN 84-9769-069-9 , págs. 75-90.
[2]  Encuentros Judaicos de Tudela (5. 2002) Cristianos, judíos y moros en Berlanga de Duero. Francisco J. Jiménez Caraballo. Celtiberia, ISSN 0528-3647, Año nº 54, Nº 98, 2004 , págs. 41-62. 
[3] Guía artística de Soria y su provincia. Blas Taracena y José Tudela. Madrid. Revista de Occidente, 1962.